jueves, 31 de julio de 2008

Colaboración en La Otra Voz de Benavente y Los Valles



Jueves, febrero 01, 2007
La imagen de hoy
CIGÜEÑASPor Emiliano Pérez Mencía

Estas aves migratorias, tan conocidas y queridas por los ciudadanos, van llegando poco a poco a los Valles de Benavente. Y es que, como muy bien dice el refrán, “Por San Blas, la cigüeña verás...”. Por estas tierras se encuentran a gusto, pues disponen de todo los que necesitan para su vivir diario. Hay abundantes ríos, arroyos y regatos y no faltan los humedales, embalses, charcas, regadíos y sembrados, en donde pueden alimentarse de lombrices, insectos, anfibios, roedores etc. También encuentran lugares apropiados para construir sus nidos. Para ello, prefieren, en primer lugar, las torres y espadañas de las iglesias. De hecho todas tienen uno o varios nidos.Pero, desde que es ave protegida y su población ha ido en aumento, se han visto obligadas a construir nidos en los más variados y llamativos lugares, como árboles, edificios elevados, grúas, silos, chimeneas, etc. Y también, en gran número, sobre torretas de luz eléctrica, (a pesar del peligro que ello encierra), como la que nos muestra la fotografía, realizada cerca de Quiruelas de Vidriales.Se considera a las cigüeñas aves de buen agüero, anunciadoras o precursoras de buena nuevas. De hecho con ellas se acerca ya la primavera, un mejor tiempo y la llegada de otras aves y seres vivientes, ocultos durante los meses del invierno. Desde siempre han servido de compañía a los habitantes de pueblos y ciudades, que se acuerdan de ellas todos los años y se extrañan, si se demora su presencia.Cada año regresan de nuevo a sus nidos, en los que hacen las reparaciones necesarias. Y si alguno ha sido destruido por los humanos, lo vuelven a hacer en el mismo lugar, si nadie se lo impide.Algunos años y en algunos lugares, al regresar, se encuentran con novedades en relación con las infraestructuras industriales, viarias, sanitarias, medioambientales y patrimoniales, tan necesarias y reclamadas por los ciudadanos de los Valles. Pero desde su atalaya observan que aún queda mucho por hacer y confían en que los pocos que gobiernan se acuerden más de los muchos que lo piden y lo necesitan. Ellas quieren seguir siendo aves de buen agüero y lo único que desean es la felicidad y el bienestar de todos los ciudadanos sin distinción de clases, linajes, ni lugares de nacimiento.