domingo, 15 de marzo de 2009

RECUERDOS DEL AYER (3). TIEMPO DE CUARESMA


Ceniza procedente de la quema de los Ramos del año anterior



El Sacerdote imponiendo la ceniza.Iglesia de Santa María del Azogue de Benavente.


Via Crucis. X Estación. Iglesia de Bretocino.

VIII Estación. Uña de Quintana.

Cruces de Via Crucis en una casa de Milles de la Polvorosa

Bula de la Cruzada de una peseta. Año 1954


1.- Con la palabra Cuaresma, del latín quadragesima (cuarenta) se hace referencia a los días de ayuno que pasó Cristo en el desierto antes de comenzar su pasión: “Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre…”Mat. 4. 1-2.
Era y sigue siendo, aunque de forma distinta, la época del año, o si queremos, el Ciclo Litúrgico en el que lo religioso se vivía con más intensidad. Y casi toda la gente participaba en los diversos actos religiosos.
Comenzaba el Miércoles de Ceniza, día en el que era obligado asistir a misa porque al finalizar la misma tenía lugar la imposición de la ceniza. El sacerdote cogía ceniza en su mano derecha y con ella hacía una cruz sobre la cabeza de los hombres y niños y sobre la frente de las mujeres y niñas al tiempo que decía: Memento, homo/mulier, quia pulvis es et in pulverem reverteris (Acuérdate, hombre o mujer, porque eres polvo y en polvo te has de convertir).
La razón por la que, antiguamente, más que en la actualidad, se imponía la ceniza en la frente a las mujeres y no en la cabeza como a los hombres, tal vez fuese porque ellas solían cubrir su cabeza con un velo o pañuelo, siempre dentro de la iglesia y en muchos casos también fuera de ella. Así no tendrían que quitárselo y volvérselo a poner durante la ceremonia.
La ceniza procedía de quemar los ramos sobrantes, benditos y utilizados el Domingo de Ramos del año anterior. Se decía ‘tomar o recibir la ceniza’. Era frecuente ver por la calle a las mujeres con la señal en su frente. Y todo el mundo recordaba en este día la frase “eres polvo y en polvo te has de convertir”, tomada de la que el sacerdote pronunciaba al imponerla.
2.- Uno de los actos religiosos más importantes durante la Cuaresma era el Via Crucis (Camino de la Cruz) En principio se celebraba todos los días y solía asistir mucha gente. Consistía en ir recorriendo las 14 estaciones, o momentos más importantes de la Pasión de Cristo, representados en cuadros, relieves o dibujos (algunos de gran valor) que estaban colocados en las paredes a lo largo de la iglesia. Y se ponían de rodillas delante de cada estación mientras duraba el rezo con el consiguiente esfuerzo y sacrificio. Pero todo se hacía en aquellos tiempos para mayor gloria de Dios, dominar o vencer las tentaciones y hacer merecimientos o ganar la vida eterna. Así era, en realidad.
El Domingo de Ramos, el día de Viernes Santo, y en algunos pueblos todos los viernes de Cuaresma, el Via Crucis se celebraba por las calles, deteniéndose los asistentes en aquellos lugares en los que previamente se había colocado cruces que representaban las distintas estaciones. Solía terminar el recorrido en alguna ermita, si la había en la localidad, o al menos en un lugar elevado que sirviese para recordar el monte Gólgota.
Durante la celebración, el que lo dirigía leía o hacía un comentario sobre el hecho acontecido en cada estación, se rezaban unas oraciones y entre una y otra se entonaban cánticos de penitencia: Perdona a tu pueblo, Señor….; Perdón, ¡Oh, Dios mío!...; Amante Jesús mío… etc.
En algunos pueblos cantaban un Via Crucis popular antiguo y más tradicional, cuya letra y música se había transmitido por vía oral, aunque posteriormente se dejase constancia del mismo por escrito. En dicho Via Crucis, después de los versos correspondientes a cada estación, el coro, junto con todos los asistentes, cantaban el siguiente estribillo: “Lágrimas de corazón, / de puro dolor lloremos / la muerte del Salvador, / para que todos logremos / los frutos de la Pasión”.
Por entonces se decía, además de Via Crucis, ‘Calvario’, hacer o recorrer el Calvario, palabra ésta relacionada con calvaria-calva (calavera), con la que se quería recordar el lugar en el que Cristo padeció y murió crucificado: el lugar de la calavera (en hebreo Gólgota). Calvario se sigue diciendo o aplicando, en el lenguaje familiar, a aquellas personas que han pasado o pasan por diversos padecimientos.
3.- La llegada de la Cuaresma suponía un cambio, no sólo en las costumbres y vivencias religiosas, sino también en la forma de comer, de vivir y de divertirse. Los 40 días de ayuno de Cristo en el desierto se dejaban sentir entre los ciudadanos de aquella época. La legislación eclesiástica proponía una normativa especial respecto al ayuno y la abstinencia sobre todo durante estos días. Pero sucedió que, con la publicación de la Bula y su compra por parte de las familias, la situación se fue suavizando, hasta llegar el cambio y desaparición total de dicha normativa.
Bula, del latín “Bulla” tenía y sigue teniendo el sentido de privilegio. Es el documento pontificio que lo concedía, expedido por la Santa Sede y con un coste económico. Fueron varios los papas que lo hicieron en relación con el ayuno y la abstinencia, hasta llegar a la época actual, que es una costumbre ya desaparecida y no tenida en cuenta por la iglesia. Pío XII ya comenzó a modificar las concesiones al respecto en el año1949. Y la ordenación dictada por Pablo VI abolió todos los privilegios particulares.
Antes de dicha abolición, en aquellos tiempos, las costumbres alimenticias durante la Cuaresma se veían obligadas a cambiar por culpa de la legislación de la iglesia, que estaba en todo. La gente, en su mayoría, cumplía como si de un mandamiento más de tratase. Y desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Resurrección, al menos los Viernes, se hablaba y se vivía entre ayunos y abstinencias. De hecho para algunos, si no se cumplía, constituía un pecado más, que necesitaba de confesión, lo mismo que otros procedentes de otras leyes o normas dictadas por la iglesia, como no ir a misa, no confesar y comulgar una vez al año, etc.
Durante la Cuaresma se hablaba más de pescado, sobre todo de bacalao y escabeche, que de carne de oveja, cerdo, conejo o liebre, etc. Y ojo con meter en la boca los días de abstinencia chorizo o salchichón, aunque fuese de forma inconsciente, pues podía convertirse el hecho en gran pesar y remordimiento para algunos. También había algunas personas que pasaban de todo esto y, haciendo uso de su libertad y de sus derechos, seguían viviendo de forma normal y sin sentirse afectados por ello.
Que la bula suponía un privilegio nadie lo pone en duda, pues con ella la abstinencia quedaba reservada a los Viernes de Cuaresma, el ayuno al Miércoles de Ceniza, y el ayuno y abstinencia juntos al Viernes Santo y vigilias de la Inmaculada y de la Navidad,
La bula había que comprarla. Tenían distintos precios: 0’50 cm., 1, 5 y 10 pesetas, e incluso de más dinero, pues estaban preparadas, a propósito, para las distintas categorías de ciudadanos, de acuerdo con su riqueza o clase social. Eran los sacerdotes quienes se encargaban de su distribución y venta. La verdad es que ellos conocían mejor que nadie los bienes, riqueza o posibilidades económicas de cada uno de sus feligreses y, por lo tanto, la bula que les tocaba sacar o comprar. La gente comentaba incluso que a este o al otro vecino le correspondía sacar la bula 10 pts., pues sus posibilidades económicas se lo permitían.
Se daba el caso también de familias más necesitadas que no entendían lo de la bula y otros asuntos, porque ellas lo que querían era tener algo para comer, fuese lo que fuese. Pero, en general y para mayor tranquilidad, casi todos sacaban la bula y podían disfrutar de carne si estaba a su alcance en esos días.
Hoy todo ha cambiado, la evolución, el progreso y la normalidad en este aspecto llegó también a la iglesia que a partir del Concilio Vaticano II eliminó e introdujo prácticas nuevas y más positivas para todos.
Por entonces, se escuchaba mucho la frase ‘Comer de Viernes’ (hoy todavía lo dicen algunas personas) y, de hecho, muchas familias así lo hacían y con agrado, pues, al menos por unos días, para la comida prescindían del cocido, alimento casi diario y durante todo el año. Aunque el cambio, a veces, no era mucho, si este cocido bien condimentado, era solamente sustituido por un potaje de garbanzos con arroz y bacalao, y todo ello aliñado no con grasa, sino con aceite. Y para la cena, el que podía comía algún pescado, no muy caro, y con más frecuencia escabeche. En la merienda, cuidado con el chorizo o el jamón con tocino, bastaba el pan con una pastilla de chocolate o algo parecido. Eran otros tiempos, se vivía de otra forma y no otra cosa pretendemos sino recordarlo y contarlo.

Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 28 de Febrero de 2009