sábado, 12 de diciembre de 2009

"QUE SANTA LUCÍA TE CONSERVE LA VISTA"

Imagen de Santa Lucía. Iglesia de Abraveses de Tera

Santa Lucía. Barcial del Barco

Benavente. Iglesia de San Juan del Mercado

Imagen de la santa en Calzadilla de Tera

Santa Lucía. Santa Colomba delas Monjas

Este es el refrán, expresión, dicho o deseo recordado por muchas personas cuando llega el 13 de diciembre, festividad de santa Lucía. En muchos pueblos y ciudades aun se conserva la tradición religiosa popular en torno a los santos, con algunos de forma especial. Se les invoca en caso de necesidades, no solamente espirituales, sino también materiales. Y es que en el santoral los hay para todo. No hay oficio o profesión, trabajo u ocupación, sin su patrono o protector, ni hay enfermedad, desgracia o necesidad que no pueda ser atendida por alguno. Creyentes y no creyentes visitan santuarios y ermitas y piden su ayuda. E incluso confían en ellos, como si de médicos o curanderos se tratase. Y no se pierden la tradición o fiesta que se organice en su día.
La abundancia de imágenes de algunos de ellos en iglesias y ermitas es indicio y señal evidente de que gozaban y gozan de gran popularidad y veneración. Ocurre con San Isidro, San Blas, San Antón, etc. Y también con Santa Lucía, cuya imagen podemos ver en muchas de las iglesias de los pueblos de esta comarca. En algunos incluso se celebraba también fiesta, como ocurrió en Benavente hasta la segunda mitad del siglo pasado.
Julián Cachón, benaventano nato, gran conocedor del pasado de su querida ciudad, antes villa, y narrador, como nadie de las costumbres y tradiciones de la misma, me cuenta lo siguiente: “Aquí también se honraba a Santa Lucía, pues había varios talleres de modistas, que la tenían por patrona y a los que acudían muchas niñas y jóvenes (las modistillas) para aprender el oficio. Le ofrecían y rezaban una novena en la iglesia de Renueva y el día de su fiesta se celebraba una misa especial a la que acudían todas, modistas y modistillas, además de sastres, colchoneras, bordadoras etc., y todos aquellos que la consideraban como patrona. Después de la misa tenían una comida y al anochecer no faltaba el baile en alguno de los locales existentes en la ciudad, por entonces, como El Jalisco. Eran otros tiempos y otras las costumbres y tradiciones”, concluye J. Cachón.
Efectivamente, parece ser que en la década de 1940 y años antes, en Benavente había más de veinte talleres de modistas y un número parecido de sastres, que se encargaban de confeccionar casi toda la ropa para los hombres y para las mujeres. Lógicamente cuando llegaba el día de su patrona Santa Lucía, lo celebraban a lo grande.
Por otra parte, D. Leovigildo, el párroco de Santa María del Azogue, al preguntarle por Santa Lucía y su celebración me dice que en su parroquia no se celebró nunca fiesta, pero que la misa de ese día era una de las más concurridas, pues acudían todos los empleados de tiendas de confección, principalmente los de Torío Hermanos. Y también bordadoras, sastres, y otras profesiones en las que la vista es elemento esencial e imprescindible. Se ve que se acordaban de la santa y de su patronazgo.
Y es que a Santa Lucía se le invoca y es protectora de todo lo relacionado con los ojos, con la visión. Es creencia popular que atiende y se la considera patrona de:
-las modistas, bordadoras, colchoneros, tejedores y todos aquellos que en su trabajo o actividad necesitan gozar de una buena vista.
-los oculistas, que se dedican a la curación de los ojos o de cualquier enfermedad relacionada con ellos.
-los ciegos, que por nacimiento o por otro motivo han perdido la visión.
-los electricistas, cuyo oficio tiene que ver con la luz, aunque sea industrial. Para ellos es como la Virgen de la Luz.
Esta doncella, de ilustre familia siracusana (Sicilia), que rehusó el matrimonio y distribuyó sus bienes entre los pobres, murió como mártir, victima de la persecución del emperador Diocleciano, en el año 304. La atraviesan la garganta con una espada al no conseguir que muriese en la hoguera, además de otros padecimientos
Se la representa con túnica y manto romano, larga cabellera y corona de flores. Como atributo personal, lleva en sus manos, además de la palma del martirio, un platillo o pequeña copa con dos ojos. No se habla en la Leyenda Dorada, ni en otras fuentes, del tormento de sacarle los ojos. Es un episodio tardío de la leyenda que no aparece hasta el el siglo XIV. Y tal vez este atributo tenga que ver con su propio nombre latino lux (luz). De hecho en algunos países cristianos se la representa también con una lámpara o linterna encendida. Y en la Europa del Norte, el día de su fiesta, jóvenes coronadas de cirios anuncian la cercanía del solsticio de invierno. De su proximidad e importancia nos da fe y lo confirma el refranero, que muchos conocen y hasta conceden credibilidad, cuando dice que: “Santa Lucía es el más corto de los días” o que “Por Santa Lucía mengua la noche y crece el día”, aunque se complete añadiendo que “ni creció ni menguó hasta que el Niño Dios nació”.
Que el nombre de Lucía viene de luz es un hecho cierto. Como lo es, el que la luz es bella de por sí, y resulta bella para los ojos que la contemplan. La luz deleita a la vista y se refleja en los objetos, sin que nada de ellos, por inmundo que sea, se le pegue.
Acertado nombre elegido para esta mujer romana cuya vida transcurrió entre su belleza, su virginidad, su caridad y sobre todo su continuo caminar por la senda del servicio divino sin detención y negligencia. No nos extraña, pues, que todos aquellos para quienes la luz sea un término familiar, porque la necesitan y utilizan en su trabajo, o la producen para los demás, o quienes por profesión curen y cuiden la vista, tengan a esta santa por patrona. Y tampoco nos extraña que se considere a los ojos, que la ven, como el mejor símbolo o atributo de ella.

Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 13 de Diciembre de 2008