sábado, 9 de enero de 2010

Fuentes

Fuente en Brime de Sog

En Santibáñez de Vidriales

En Rosinos de Vidriales

En Pozuelo de Vidriales

En Villaobispo de Vidriales. Foto año 2001.


Fuente romana de San Pedro de la Viña

En algunas calles o plazas de nuestros pueblos y ciudades nos encontramos todavía con fuentes, con manantiales de agua, desde hace mucho tiempo, y que presentan una construcción antigua. En los Valles de Benavente se advierte de manera especial. Los ciudadanos se siguen aprovechando de sus aguas, tanto para ellos, como para sus domicilios y ganados.
Los Amigos del Patrimonio se lamentan de la destrucción o no aprovechamiento de algunas de esas fuentes, y más tratándose de fuentes de indudable importancia arquitectónica, arqueológica, artística e histórica, además de saludables por las propiedades de sus aguas. Las fuentes a las que me refiero son también testigos o testimonios del pasado, pues nos proporcionan datos sobre la forma de vida y costumbre de los habitantes de esas localidades.
Los topónimos de muchos pueblos proceden de la palabra latina fons, fontis (fuente), que puede adoptar las formas de Fonte- Font- Fon- o Fuente y son muchos los que hay en todas las regiones de España, tan abundantes como las fuentes que existen en ellos. Algunos pueblos de los Valles también lo toman, como Fuente Encalada en el Valle de Vidriales, Fuentes de Ropel, en el valle del Cea, etc. Esto nos indica que la población pudo originarse o agruparse en un lugar en el que existía una fuente.
Cuando en las viviendas no existía el agua corriente se acudía a por agua a la fuente, que se convertía en lugar de reunión y de charla. Aquí se intercambiaban las noticias y los chismes que circulaban por el pueblo o los pueblos limítrofes. La fuente tenía una función social, servía para las relaciones interpersonales, además de para proveerse del agua. Y el agua precisamente se llevaba a las casas antiguamente en recipientes cerámicos, como botijos, cántaros y cántaras, jarros y jarras, cazuelas y pucheros, etc., fabricados por los alfareros que trabajaban en muchos pueblos de nuestras provincias.
Pero había algunas fuentes cuyas aguas se consideraban medicinales, bien por ser ferruginosas o contener otras minerales con distintas propiedades Una de las más destacadas, y que nos sirve de ejemplo, es la fuente mineral de Benavente, que estaba en la antigua Pradera y sobre la que hemos escrito en otras ocasiones. Podía seguir considerándose, como la consideraron en alguna época, manantial de salud y prosperidad. Ahí queda eso, como un proyecto más para el desarrollo de esta zona.
De las abundantes fuentes que encontramos en los Valles de Benavente quiero referirme y recordar aquí las que existen en el Valle de Vidriales que, desde hace ya varios años, debidamente restauradas o reparadas, han dado pie u origen a una ruta turística que han denominado, con acierto, Ruta de las Fuentes de Vidriales y que los Amigos del Patrimonio pueden hacer, cuando el tiempo se lo permita, a pie, en bicicleta o en coche. Seguro que les gustará, pues, además de las fuentes, podrán visitar o admirar otros lugares.
Los pueblos de la citada ruta, con fuente, son: Villaobispo de Vidriales, Rosinos de Vidriales, Santibáñez de Vidriales, Pozuelo de Vidriales, Brime de Sog y San Pedro de la Viña. Se encontrarán con fuentes romanas, medievales y de épocas posteriores, predominando las de los siglos XVII y XVIII, coincidiendo su construcción con la de otros edificios del pueblo y, generalmente, con su poblamiento.
Entre ellas quiero destacar la fuente romana de San Pedro de la Viña, (ver fotografía) debidamente restaurada por Patrimonio y protegida de las inclemencias del tiempo con una cubierta o estructura metálica. Esto se ha hecho así por la importancia que tiene el mantener in situ y en el mejor estado este pequeño, pero importante, monumento romano de los siglos II ó III d. C. Es testigo de la historia y testimonio del pasado.
La actuación realizada en la fuente de San Pedro de la Viña habría que extenderla a otras muchas fuentes de los Valles, sean romanas, medievales o incluso de época posterior, siempre que por las características de su construcción mereciese la pena su conservación.