martes, 30 de marzo de 2010

Valles de Benavente. Arroyo Almucera.


1.- Su nombre es árabe y consta de dos palabras: al "el" y muzara que, en dicha lengua, tiene, entre otros, el significado de "tierras de secano o campos de cereales". Para algunos, sin embargo, se trata de una "tierra quebrada y poco fértil". Sea lo que sea, lo cierto es que este topónimo procede de la llegada de los mozárabes de la España musulmana al reino leonés, al que pertenecían estas tierras.
Uno de los arroyuelos que forman el Almucera.
El Caño de Congosta también lleva agua al Almucera.

El Almucera es el arroyo más importante y peculiar de la comarca de Los Valles de Benavente, pues nace dentro de los límites que conforman su partido judicial, concretamente en Congosta, al NO de Ayoo; crece con las aguas de otros arroyos más pequeños a lo largo de su recorrido; sus verdes riberas sirvieron para dar nombre a los pueblos por los que pasa, "de Vidriales", palabra esta que no otra cosa significa sino verde, del latín viridem; acompaña a los viajeros que recorren el valle, aguas arriba o aguas abajo, pues su cauce no está lejos de la carretera; en sus márgenes se ve cada vez más vegetación arbórea y no arbórea; además se encuentra no lejos de sierras, montes y montículos, algunos de los cuales son antiguos castros; todos los pueblos por los que pasa son importantes, bien por su historia, por su paisaje, por sus yacimientos arqueológicos o por sus iglesias, ermitas, o arquitectura urbana e incluso por la caza de conejo, liebre o perdiz, cuando no de jabalí o zorro; o por la pesca del cangrejo, aunque sea el llamado rojo americano, de no buena calidad. De todo esto nos pueden ofrecer los pueblos situados en este valle, junto a este arroyo La Almucera. Y si algo le sobra, por supuesto que algo de agua, se la cede al río Tera, para ser participe también de la riqueza y belleza de este río.



El Almucera ya formado después de pasar el embalse de Congosta.



Molino de Congosta. Salida del agua.


Si alguien quiere vivir el nacimiento del arroyo, tiene que acercarse a Congosta, nombre que tiene que ver con accidentes del terreno, de coangusta/congusta, y que significa "paso estrecho o paso entre elevaciones". Es allí, al norte del pueblo, en donde, por los valles El Caño, Valmediano y Ayoo Pequeñino corren aguas, provenientes de las fuentes existentes en las laderas de los montes cercanos a ellos. Y los pequeños surcos de agua de los tres valles se juntan en un embalse, cuya presa se construyó no hace mucho tiempo, precisamente para evitar las torrenteras frecuentes en los inviernos lluviosos.



El antiguo molino de Carracedo de Vidriales, al lado del Almucera.



La fuente romana de San Pedro de la Viña.


El paisaje también merece la visita, pues, aunque estamos cerca de la sierra de Carpurias, por aquí todavía se ven en los valles plantaciones de chopos, además de encinas, robles y muchos castaños, en las laderas y montes próximos. Desde lejos destacan los humedales existentes en los valles, originados por las aguas que corren por ellos.
A partir de la presa de Congosta, ya tenemos el Almucera, con el cauce estrecho, pero abriéndose camino para comenzar a recorrer todo el Valle de Vidriales. Hemos dicho que es en el término y no lejos de Congosta, en donde el arroyo nace y se organiza, antes de partir aguas abajo. Los de este pueblo quieren a su río y más desde que tienen la presa, pues ésta les evita los desbordamientos e inundaciones de sus tierras, sobre todo en el invierno. Y ahora, en verano, además de disponer de una zona recreativa y de baño, en aguas vírgenes, los que se dedican a la agricultura y horticultura, pueden regar parte de sus campos, sembrados de maíz, remolacha u otros productos de la huerta. Hasta hace no mucho tiempo funcionaba el molino, aunque al servicio de unas pocas personas del pueblo. Lo que queda del mismo tiene su importancia, pues era y es el primer molino, aguas arriba, del arroyo: un pequeño edificio, con una pequeña acequia para el agua, de la que se servía; pequeñas serían también su muela y el resto de la maquinaria necesaria para la molienda.
2.- El Almucera recorre un valle con mucha prehistoria e historia. En él existen restos de las más antiguas civilizaciones. Algunos pueblos del valle son muy conocidos por las excavaciones arqueológicas realizadas y los correspondientes hallazgos. Todo esto ha hecho posible que sea uno de los valles más visitados por los amantes de la cultura y los amigos del patrimonio.

El Almucera pasado por el pueblo de Brime de Urz.

Los viajeros pueden ver, entre otras muchas cosas, los dólmenes de Granucillo, los castros de San Pedro de la Viña y de Brime de Urz, los campamentos romanos de Petavonium, situados entre Rosinos y Santibañez de Vidriales. También algunas iglesias, cuyos retablos o artesonados son importantes, como en Ayoo, Grijalba y Bercianos, entre otros pueblos; desde lejos verán espadañas, en lugar de torres, en casi todas las iglesias o ermitas; llaman la atención las construcciones a base de piedra, alternando con el adobe y el tapial, en las casas y otras edificaciones populares, sobre todo en las localidades de la parte alta del valle. Destaca el tipo de chimeneas y hornos familiares, las anchas puertas para los carros en las que todavía se sigue utilizando el tejo, cerradura de madera que nos sorprende por su antigüedad, que le convierte en una pieza digna de un museo etnográfico.
En otros pueblos existen fuentes antiguas como en Carracedo, Santibañez, Rosinos, entre las que hay que destacar la fuente romana de San Pedro de la Viña.; o incluso antiguas paneras como en Carracedo o Cunquilla; también había molinos como el de Tardemezar, el ya citado de Congosta, el de Brime de Urz, aunque totalmente en ruinas y otros ya desaparecidos del todo.
Podemos decir que, en todos los pueblos del valle, los amigos del patrimonio podrán ver algo novedoso, destacable y respetable. Merece la pena detenerse en cada uno de ellos y así lo haremos, en el futuro, si ello es posible, a través de las páginas de este semanario.
Creemos que la Administración debe seguir cuidando a este arroyo Almucera, que ahora se encuentra encauzado, para evitar las inundaciones, y que debe seguir mimando a este valle de Vidriales y, naturalmente, a sus pueblos y gentes. Y aprovechando su pasado, plagado de arqueología e historia, emprender actuaciones de futuro y con futuro, para evitar, en pleno siglo XXI, el subdesarrollo y la despoblación, tan temida por todos en toda nuestra Comunidad y mucho más en esta provincia de Zamora. Y esto, a pesar de disponer de grandes recursos hidráulicos, de abundantes y fértiles tierras y de gentes laboriosas y respetuosas, aunque ciertamente no muy emprendedoras.
Los amigos del Patrimonio invitan a todos a conocer el arroyo y disfrutar del valle y de sus pueblos, para poder admirarlos, ya que sólo se admira lo que se conoce.

jueves, 25 de marzo de 2010

Fiestas y tradiciones. Capillas.


Capilla colector de monedas en Abraveses de Tera.


Antiguamente, más que en la actualidad, en los domicilios de muchas familias cristianas, se oían frases como estas: -Tengo que llevar la imagen, hoy me toca la virgen... Se trataba de un especie de caja de madera, de forma vertical, a modo de pequeña capilla, que contenía la imagen de un santo o de una virgen y que, al menos un día cada mes, visitaba los hogares que estuviesen inscritos o abonados a ella. Solían ser varias las que estaban en circulación por los pueblos y ciudades de Castilla y León y por supuesto también por los de Los Valles de Benavente. Algunas imágenes eran más famosas y más queridas que otras, como ocurría con la de San Antonio, la Virgen del Carmen, la Milagrosa o la Purísima. Otras estaban relacionadas con el patrón del pueblo o el santo local de mayor devoción, como San José, Santa Rita, etc. Pero la más común y más de acuerdo con la tradición familiar cristiana, y que visitaba más hogares, era la de la Sagrada Familia. Ésta contaba con el mayor número de abonados tanto en los pueblos, como en las ciudades.
En verdad, se trata de una tradición antigua y muy ligada al cristianismo, presente siempre en la vida y costumbres de todos los ciudadanos. Pero me ha llamado la atención el hecho de que todavía continúa en algunos pueblos de la comarca, incluida la ciudad de Benavente. Y es que la fuerza de las tradiciones es grande y merecen todo nuestro respeto. Todavía se ve a personas por las calles llevando en sus manos la capilla a la casa de algún vecino.
Las imágenes estaban o están un día al mes en cada domicilio, pues la inscripción solía hacerse por meses. De ahí que algunas familias se abonasen a más de una imagen o que hubiese varios ejemplares de cada virgen o santo, si eran muchos los solicitantes.
Durante su estancia en la vivienda solía colocarse en lugar visible, con una vela encendida o una lamparita de aceite delante de ella, y se la rezaba en familia, a veces incluso el Santo Rosario. Antes de abandonar la casa se le ofrecía un donativo, que se introducía en un pequeño cajón que tenía la misma capilla. El dinero contribuía a los gastos de mantenimiento, o para la asociación o cofradía promotora. Porque, en muchas ocasiones, esta devoción partía y era promovida por las Hijas de María, Damas de la Caridad, Acción Católica, Medalla de la Milagrosa, Conferencias de San Vicente de Paúl, etc. u otras asociaciones religiosas.
Capilla con la Virgen de Fátima. Villaveza del Agua.
Capilla con la Virgen Milagrosa. Villaveza del Agua

­-Aquí en Villaveza de Agua, (me dice la señora Emérita, que ya tiene 82 años), tenemos dos imágenes, la virgen de Fátima, que trajeron hace 50 años unos misioneros y la Milagrosa que regalaron, hace mucho tiempo también, las monjas de San Vicente de Paúl de Benavente. Antes llegaba a cada casa una vez al mes, pero ahora a veces cada ocho o diez días. Y es que somos pocos en el pueblo y algunos las tienen varios días y ni se acuerdan de ello. En mi casa, al menos, cuenta con lamparita, oraciones y donativo, y a veces la pongo flores. Después se la paso al siguiente.
Me recuerda frases que se decían antiguamente, cuando se la traían: -Aquí te traigo a la pobre o aquí tienes a la compañera. Otros, cuando llamaban a la puerta decían: Ave Maria Purísima...y añadían La Virgen, San Antonio, etc. según de quien se tratase. Y había cierta preocupación si pasaban los días y la virgen no llegaba. Pero ahora son otros tiempos, todo ha cambiado, aunque la tradición se resista a desaparecer.
La familia se sentía protegida por el santo o virgen durante el día que estaba presente en su casa, y contaban con él o ella durante el resto del mes, pues le habían rezado y ofrecido una pequeña limosna.
Entre todas la imágenes, ambulantes o viajeras, destacaba, como he dicho anteriormente, la Sagrada Familia: la Virgen María, San José y el Niño Jesús. A ella se dedicaba más atención y se la tenía más devoción. No dejaba de ser y considerarse el símbolo y ejemplo a imitar por la familia cristiana.
Otra de las imágenes famosas y muy apreciadas era San Antonio, un santo muy milagrero, a quien se tenía como patrón de los pobres y abogado de las causas y cosas perdidas. Era y es muy popular el responsorio que se le rezaba: Si buscas milagros, mira muerte y horror desterrados, miseria y demonio huidos, leprosos y enfermos sanos, etc. En Benavente siguen teniéndole mucha devoción. Vean sino cómo muchas personas se detienen, santiguan, rezan y ofrecen donativos a la imagen que, dentro de una pequeña capilla, se encuentra en la parte baja de una ventana enrejada de la fachada principal del Hospital de la Piedad.
Mujer depositando monedas en la capilla de San Antonio de Padua que hay en la ventana del Hospital de la Piedad de Benavente.
Capilla de San Antonio de Padua. Fuentes de Ropel.
San Antonio de Padua. Asilo de ancianos de Bejar.

En un mismo pueblo o ciudad podía haber varias y distintas imágenes visitando los domicilios, pues en cada casa se afiliaban o abonaban a aquellas que más devoción tuviesen o que, en torno a ellas, se celebrase una mayor fiesta en el pueblo.
La relación de abonados figuraba en una lista que estaba colocada en la parte posterior de la misma caja-capilla. Si había alguna baja, en seguida era suplida por una persona de otro domicilio. Siempre había una persona encargada de la organización.
En Benavente, además de San Antonio, esa imagen fija en el lugar indicado, en algún tiempo circulaban, y visitaban domicilios, las de El Perpetuo Socorro, La Milagrosa, La Virgen de Fátima, La Inmaculada, San José, la Virgen del Carmen y algunas otras. Hoy todavía lo hacen La Inmaculada y La Milagrosa.
Capilla de La Milagrosa de la iglesia de santa María del Azogue de Benavente.

En Fuentes de Ropel, que se mantiene la tradición como en otros muchos pueblos, todavía se pasan de familia a familia la Virgen el Carmen, la Milagrosa y San Antonio. No ocurre lo mismo en Barcial del Barco en donde las imágenes ya no deambulan por las calles y casas, sino que están colocadas en un altar de la iglesia, para que todos la puedan ver y para que les sirva de recuerdo del pasado y de esta tradición cristiana.

viernes, 19 de marzo de 2010

Valles de Benavente. Río Cea.


El Cea nace en el puerto del Pando, en las montañas más orientales de la provincia de León, no lejos de los pueblos de Tejerina y Prioro. A poco de nacer y comenzar su curso, se nos muestra juguetón y truchero, como todos los ríos de montaña y por la montaña, hasta que, poco a poco, se va apaciguando, al llegar sus aguas a la paramera del sur de León y a las tierras de campos, tierras de pan y vino llevar, más dadas a la tranquilidad y a la calma, como los pueblos y ciudadanos que los habitan.
Es un río leonés y fronterizo. Lo primero, porque, casi en toda su extensión, pasa por la provincia de León, aunque termina su curso en la de Zamora, cerca de Castrogonzalo, en el lugar conocido como La Carrancha, no sin antes pasar también por los pueblos zamoranos de San Miguel del Valle, Valdescorriel y Fuentes de Ropel. Y es fronterizo, porque, al sur del mismo, desde Sahagún, y casi hasta su confluencia con el Esla, marca la línea divisoria entre el citado páramo leonés y la denominada Tierra de Campos.
Puente sobre el Cea en San Miguel del Valle.
El antiguo molino de San Miguel del Valle.
Puente, de origen romano, sobre un ramal del río en Fuentes de Ropel.
La denominada Fuente Vieja (Año 1905) de Fuentes de Ropel

Algunos pueblos de esta zona ya reciben este topónimo "de Campos", como Sahagún, Galleguillos, Mayorga, etc. Otros tienen nombres relacionados con el mismo río: Cea, o de Cea o con las palabras valle, castro, fuentes, matas, villa, vega, etc., según estén al norte o al sur del río. Es tal la variedad de los nombres de las localidades por las que pasa, que precisamente es una de las cosas más llamativas, al recorrer el río. Nos basta con citar algunos pueblos como Valderueda, Villaselán, Castroañe, Monasterio de Vega, Castrobol, Valdescorriel, Fuentes de Ropel, y Castrogonzalo, aparte de otros muchos con nombres más específicos y variados.
Recorrer el río Cea, será del agrado de todos y más desde que por su cauce corren abundantes aguas durante todo el año, procedentes, en parte, de los canales construidos para regar, en verano, las tierras de los Payuelos y otras comarcas de León.
Al pasar por los pueblos de la ribera podemos detenernos en la contemplación de más de 12 molinos, desde los de Tejerina y Prioro, cerca de su nacimiento, hasta los de San Miguel del Valle y Fuentes de Ropel, al finalizar su recorrido; se conservan más de seis puentes medievales entre los que destacan los de Cea, Mayorga y Sahagún, y algunos también de época romana, como el de Fuentes de Ropel, aunque en estado ruinoso; se pueden ver los Castillos de Cea y de Valderas; monasterios, como el Trianos, en ruinas, el de Monasterio de Vega, que, aunque de propiedad particular, también se encuentra abandonado, o habitados y en actividad como los monasterios de Sahagún y de San Pedro de Dueñas; abundantes ermitas o santuarios; y muchos yacimientos arqueológicos denominados castros, que han dado origen al nombre del pueblo o localidad en la que se encuentran, como Castromudarra, Castroañe, Castrobol y Castrogonzalo. Y contemplar el paisaje, no solo el originado por el río y su ribera, sino también el propio de la tierra de campos, en el que no faltan los palomares y las bodegas en las proximidades de los pueblos.
Una de las cosas que sorprende a los viajeros en el recorrido por los pueblos cercanos al río, desde Sahagún hasta casi Benavente, son las iglesias y principalmente sus torres, construidas con ladrillo, algunas durante los siglos XII y XIII, en estilo o arte mudéjar. La tierra, abundante en esta zona, era usada en la arquitectura popular y religiosa, bien para construir el tapial, o fabricando con ella adobes o ladrillos. No había piedra y su transporte desde otros lugares sería muy costoso. Vean sino las iglesias y algunas casas de Sahagún, Mayorga y Valderas, tres puntos claves para una bonita ruta del mudéjar por estas tierras. Pero también pueblos más pequeños, nos muestran sus torres del mismo estilo: San Pedro de Dueñas, Melgar de Arriba y de Abajo, Santervás de Campos, Monasterio de Vega y Sahelices de Mayorga, en la provincia de León y San Miguel del Valle y Valdescorriel, ya en la de Zamora.
Aunque el río tiene cada vez más vida a causa de sus aguas, la despoblación afecta también a los pueblos, que están esperando iniciativas públicas o privadas que lo eviten. En una zona en la que el cereal, el viñedo y algo de la huerta son los cultivos más importantes, se necesitan otro tipo de industrias o actividades. Es de alabar el empuje dado a la cooperativas vinícolas, que funcionan en la actualidad, como las de Galleguillos, Mayorga, Valderas y Gordoncillo y a los vinos denominados Tierras de León, que se están difundiendo a través de ellas
El río entra en la provincia de Zamora por San Miguel del Valle y Valdescorriel, ambos del partido judicial de Villalpando, aunque la cercanía a Benavente los haga más familiares con esta ciudad. Tan sólo Fuentes de Ropel y Castrogonzalo pertenecen a Benavente y las aguas del Cea pasan por su cercanía. En el primero hay que pensar en alguna fuente o manantial, cuyas aguas saldrían de alguna roca "rupis", existente en el subsuelo. La fuente, la roca y el agua están en el origen del pueblo. Fuentes de Ropel conserva todavía, además de la fuente, aunque un tanto abandonada, algunos edificios que merecería la pena conservar, para que el pueblo no perdiera su identidad y su antigüedad: casas con sabor antiguo, con escudos o sin ellos, la panera de la Plaza Mayor y por supuesto las Iglesias, con sus torres, sean públicas o privadas. Para el patrimonio lo que importa es el edificio, su tipo de construcción, su estilo, su arte y, por supuesto, también su antigüedad. La iglesia en uso tiene un artesonado, oculto sobre sus bóvedas de escayola, pendiente de sacar a la luz y ser contemplado por todos. Y, cerca del río, los dirigentes del pueblo, o a quien corresponda, debieran prestar atención a lo que queda del antiguo puente romano. En breve tiempo, si alguien no lo remedia, lo veremos destruido totalmente.
Río y puente en el término de Fuentes de Ropel.
Puente sobre el Cea para acceder a la Dehesa de Morales, cerca de Castrogonzalo.

El río continua y termina su curso en Castrogonzalo, cuyo nombre nos recuerda al dirigente repoblador "Castrum Gundisalvo iben Muza". Se junta con el Esla en el paraje denominado La Carrancha, entre abundantes choperas y otros arbustos. Castrogonzalo y sus habitantes, los gundisalvenses, tienen más historia, que no historias, y merece, como muchos otros pueblos un capítulo aparte, que hoy esbozamos aquí. Los viajeros pueden disfrutar de vistas panorámicas desde cualquier lugar del pueblo, pero sobre todo desde El Gurugú, la parte más elevada del cerro, sobre el que existió un castro de la Edad del Hierro, y que se conoce como el primer asentamiento humano del lugar.
El río ya cerca de Castrogonzalo.
La Carrancha, lugar de confluencia del Esla y el Cea, en Catrogonzalo.

Antes de abandonar Castrogonzalo deben visitar la Iglesia de San Miguel, la única existente, pues la de Santo Tomás fue destruida. Y detenerse ante el magnífico retablo, cuyas pinturas y esculturas han sido restauradas recientemente. Entre Castronzalo y Fuentes de Ropel, y entre los ríos Esla y Cea, se encuentra la Dehesa de Morales, en donde existe uno de los yacimientos arqueológicos, de época prerromana y romana, más importantes de la provincia de Zamora y de la comarca de Benavente y en el que últimamente se ha ubicado Brigecio, mansión romana y ciudad de la vía de la Plata, citada en el itinerario de Antonino.
Los amigos del Patrimonio saludan y reciben con agrado al río Cea, que, después de bajar entre montañas y valles, ha llegado a estos campos de tierra, extensos y secos, para regarlos y darles vida con su vegetación y arboleda. Y por haber dejado, a su paso por los pueblos, un rico y abundante patrimonio.
Emiliano Pérez Mencía






































domingo, 14 de marzo de 2010

Refranes y dichos sobre el Valle de Valverde


1.- Al estudiar y conocer los refranes y dichos populares, que casi siempre se expresan en forma breve y poética, se no plantea el problema de su veracidad. ¿Son verdaderos o falsos?. Si hacemos caso del dicho: Decir refranes, es decir verdades, podíamos pensar que así es. Pero tenemos que decir que no todos son verdaderos, por muy antiguos que sean.
Algunos, como los supersticiosos, incluidos los de azar, son totalmente falsos, porque no se apoyan ni tienen una base firme: No hay sábado sin sol, ni doncella sin amor; en martes, ni te cases, ni te embarques, etc.
También son falsos los que critican o ensalzan, en demasía, las cualidades de los pueblos y de sus habitantes. De estos también tenemos algunos referidos a los Valles de Benavente: De Jaén, ni hombre ni mujer, ni aire que venga de él; Benavente, buena villa y mala gente; Villalón, en cada casa un ladrón; Burgalés, mala res, etc.
Algunos refranes meteorológicos, que antiguamente tenían más veracidad, hoy ya no la tienen, pues sus afirmaciones están demostradas científicamente y por otros medios: Por Santa Lucía, achican las noches y agrandan los días; Después de la tormenta, viene la calma; Por San Bernabé dijo el sol: aquí estaré, etc.
Hay también refranes o dichos contradictorios, lejos de cualquier atisbo de veracidad: A quien madruga, Dios le ayuda; No por mucho madrugar, amanece más temprano, etc.
A pesar de todo, no podemos negar la veracidad de muchos de los refranes y el lado positivo que contienen, así como la información que proporcionan.

2.- Por este valle, al que denominamos Valverde (vallem viridem), doblemente valle, por lo tanto, y que se encuentra entre encinas, chopos y otros árboles autóctonos, circulan refranes, dichos o composiciones, más o menos poéticas, en las que son protagonistas algunos de sus pueblos. Casi todos las conocen y por muy críticas que sean, las aceptan con una sonrisa o se sirven de ellas para propagar las bellezas y riquezas del valle:

-Buenas judías, Santa María cría.
-Burra de Friera y mujer de Pueblica, quita, quita.
-Villanueva de las Peras, el pueblo de las tres mentiras: ni es nueva, ni es villa, ni tiene peras.
-Litos, pocos y malditos.

La comparación entre los pueblos, unida a la sana crítica, es un recurso corriente utilizado por el compositor de versos populares:

Santa María, la brujería.
Bercianos los buenos cristianos;
Villanueva de las Peras, corral de burros,
mozas y mozos todos papudos.

O este otro en el que aparecen otros pueblos:
Santa María no val nada,
que Bercianos la gañara;
Villanueva de las Peras
es la que lleva la gala.
Ahora vienen los de Litos
que son pocos y malditos
que andaban en el Orcejón,
a conejos dando gritos;
estos eran, éstos son,
los santos de San Antón.

También Manuel el Clavero, en su Ronda por el Valle del Tera, nos informa de su paso por el Valle de Valverde, recordándonos algunos de sus pueblos.
…………………………..
Ya pasó el Valle Valverde;
coge Litos y Ferreras,
dando vuelta a aquellos pueblos,
a dormir a Villanueva;
baja por Bercianos
y Santa María,
Morales, San Pedro,
los anda en un día.
Esta es la ronda de pueblos
que trae Manuel el Clavewro:
morenito de la cara
y un poquitito risueño.
Arregla cerandas,
piñeras y cribos,
clavicia zapatos,
replica el martillo.

jueves, 11 de marzo de 2010

Valles de Benavente. El río Eria.

El arroyo Mascariel, en la misma falda del Teleno.

1.- Para conocer sobre el terreno dónde nace el río Éria, hemos viajado hasta las montañas de la Alta Cabrera leonesa, a la falda misma del Teleno (2188 m.). Aunque no nos ha sido posible llegar a sus fuentes o manantiales, sí hemos visto el arroyo Mascariel, el que más se adentra en el monte y que, junto con el Rubias y el Manzanal forman el río, aguas arriba del pueblo de Corporales. Más abajo, el Irueña en Baillo y el Truchillas en Truchas, contribuyen a que el río se muestre abundante en aguas y con ganas de recorrer el valle, hasta desembocar en el Órbigo, en la comarca de Benavente, cerca de Manganeses, en el paraje conocido como el Castro.



Burbia. Molino sobre el Eria ya formado.





El puente de Truchas


Podemos decir que el Éria es un río que le pertenece al Teleno, como el Duerna y el Cabrera, pues de él o cerca de él surgen las numerosas fuentes y arroyos, que los forman. Desde las alturas de este monte mítico, legendario, arqueológico, frondoso y rico, abundante en nieves en el invierno y dador de vida, se contemplan las comarcas de la Maragatería, al Este, el Bierzo, al Noroeste y la Cabrera, al Sur. Y, allá a lo lejos, se encuentra también Benavente y los valles. El Teleno se nos muestra majestuoso por su grandeza y dadivoso por las aguas y las sierras que en el se originan, incluso la de Carpurias, que llega hasta cerca de nosotros. Es un monte también romano, pues, ya en el siglo I d. C., este pueblo se sirvió de sus aguas, llevadas por acequias y canales, a través de los montes Aquilanos, hasta la explotación aurífera de La Médulas.
El río, en verano, a su paso por Castrocontrigo.

Con tantas fuentes y arroyos y agua tan abundante, nos llama la atención cómo el Éria, en verano, se muestra seco, a partir de su curso medio. Observamos que sus aguas corren, entre frondosa vegetación y prestando servicio a los pueblos, hasta Castrocontrigo, pero a partir de aquí ya no tiene agua, durante la época estival. Este río, temeroso en invierno a causa de sus frecuentes desbordamientos e inundaciones, alegre y transparente en primavera por sus limpias y abundantes aguas, se convierte, casi todos los años, durante el verano, en un auténtico sequedal, dejándonos ver su cauce, en algunos lugares, además de seco, sucio, lleno de maleza y de todo lo que se oculta bajo sus aguas. Esto nos indica que también es necesaria la limpieza y el cuidado de los ríos. Los ribereños esperan desde hace años de la Administración la construcción de una presa, que embalsaría las abundantes aguas del invierno y primavera y contribuiría a solucionar el problema, dando vida al río durante todo el año. Es necesario recoger y controlar sus aguas, como se ha hecho en otros lugares y en otros ríos. Y se debe hacer, porque el río se lo merece y también los ciudadanos, que habitan en sus riberas. Ellos siguen esperando. Saben que corriendo el agua podrán, además de regar sus tierras, ver limpio su río, con más vegetación, si cabe, con áreas recreativas en el mismo, con más frescor en verano y sin olores, con más visitantes, con más atractivo y con todo lo que nos ofrecen los ríos con agua.
Sobre el origen de la palabra eria son varias las opiniones. A primera vista, nos recuerda a era, y a erial, al menos así lo piensan algunos, que lo derivan de area, con referencia a terreno sin cultivar, descampado o sin vegetación. Más conocida y documentada está la palabra Valdería, a partir del siglo XII, referida al río. En este caso, -eria sería un sufijo que tendría que ver con ar (agua, corriente de agua, ribera, vega o campiña) y el nombre del río Valdería tendría otras connotaciones. De hecho hay algunos pueblos a los que se les nombra con este topónimo, referido al río, como Torneros de la Valdería, no del Éria.
Sea lo que sea y dejando a un lado la palabra, sí vemos que el Éria no es un erial, ni sus pueblos y sus gentes viven en descampados, ni terrenos incultivables, sino todo lo contrario. Incluso en su curso medio y bajo, tierras más llanas y más cultivables, todos o casi todos los pueblos del valle, riegan sus amplias vegas, verdes y productivas, fértiles y frondosas, sirviéndose de pozos, pues, a pesar del río, seco en verano, el subsuelo es rico y abundante en aguas. Las mismas orillas se nos muestran también verdes y boscosas. La humedad existente sigue dando vida y vigor a los numerosos árboles, arbustos y demás vegetación.
2.- Aguas abajo, el río entra en tierras benaventanas, a poco de pasar por el llamativo, aunque no muy antiguo, puente de Alcubilla de Nogales. Los demás pueblos ribereños son: Arrabalde, Villaferrueña, Santa María de la Vega y Morales del Rey. Todos ellos importantes y en progreso o con posibilidades de ello. Y no sólo por el río, sino por otras muchas cosas que vamos a mencionar.




El río sin agua,en verano, al pasar por Alcubilla de Nogales.




El puente viejo de Arrabalde, que ya no se utiliza.



Pequeño cauce a su paso por Arrabalde.



Molino en Villaferrueña.



El antiguo puente de Villaferrueña.


Porque, cerca de este río, que suena a ferruginoso y aurífero, está la sierra de Carpurias que le da belleza a él y a los pueblos por los que pasa. La sierra, el río y su vega favorecieron la ubicación de pueblos primitivos y civilizaciones que nos dejaron huellas de gran interés. Prueba de ello son las construcciones megalíticas, dólmenes de Arrabalde y Morales del Rey; algunos castros, como el de Arrabalde, importante por los hallazgos, principalmente los tesoros etc., el castro de Santa María de la Vega, un tanto olvidado y, ya al final del valle, el de Manganeses; hay también yacimientos romanos, como los restos de villas que se localizan en Arrabalde, Morales y Villaferrueña; poblamientos medievales desaparecidos, como los de Redelga y Verdenosa (siglo XIII) que son en la actualidad los dos barrios de Santa María de la Vega, etc.
Puente colgante sobre el Eria, cerca de Morales del Rey.
El río en el invierno al llegar a Manganeses de la Polvorosa.
Molino, en actividad, de Manganeses de la Polvorosa.

El turismo ha llegado a estas tierras, debido precisamente a su historia y a los hallazgos arqueológicos, que han sido merecedores de la construcción de aulas didácticas en Morales del Rey y Arrabalde. Pero todavía están pendientes de infraestructuras que apoyen y completen todas las iniciativas turísticas. Una de las más importantes sería la de conseguir que, por el río Éria, no deje de pasar o correr el agua, aquellas aguas cristalinas y fértiles que hemos visto salir de las entrañas del Teleno.
Al recorrer estos pueblos y pensar en su pasado, se nos antoja que fueron importantes, y en parte, debido al río. La abundancia de molinos existentes nos recuerda la importancia que tuvo que tener el cultivo del cereal y del lino. Efectivamente, hay molinos, aunque algunos ruinosos, en todos los pueblos. El de Manganeses todavía está en servicio, aunque sea la electricidad y no el agua la que mueve las piedras. En Arrabalde funcionaron cuatro, dos harineros y dos de aceite de linaza. Hubo tres en Villaferrueña, alguno de ellos producía electricidad, dos en Morales y uno en Alcubilla.
Nos entristece ver el río sin agua, pues no entendemos que un río como el Éria, temeroso en invierno, a causa de los desbordamientos y las inundaciones, alegre y transparente en primavera por sus limpias y abundantes aguas, se pueda convertir, como ya hemos dicho, casi todos los años, en el verano, en un río con el cauce seco, aunque sus orillas sigan verdes.
Los Amigos del Patrimonio, amigos también de los ríos y del medio ambiente, desean lo mejor para el Éria y para los habitantes de sus pueblos. Y les animan a proteger y defender todo aquello que contribuya a dar vida, crear riqueza y conocer su pasado.
















domingo, 7 de marzo de 2010

Refranes y dichos sobre el valle del Esla


1.- Podemos decir que los refranes y también los dichos tienen un cuerpo, una forma, y un espíritu. La forma o cuerpo es la frase, el verso o versos de que constan y con los que expresan el espíritu, que es ese sentimiento lírico, poético y popular.
El que la mayor parte de ellos sean breves: "no te fíe ni porfíes; a pan duro, diente agudo"..., facilita su aprendizaje y retención por la memoria. A esto contribuye también su rima, a la que sus creadores prestan siempre más atención que al metro: "con gente mál criada, nada". "De borracho a loco, va muy poco". Lo cierto es que hay gran variedad de combinaciones métricas y rítmicas: "El buen cirujano, cortar por lo sano; De cuarenta para arriba, no te mojes la barriga"...
Muchos refranes constan de un solo verso. En ocasiones se ha perdido el segundo o no se quiere añadir: "Más vale maña que fuerza; Una de cal y otra de arena"...
Por último, observamos que los refranes y los dichos están llenos de figuras retóricas, merecedoras de análisis y estudio: Anáforas, reduplicaciones, aliteraciones, metáforas, comparaciones, etc.

2.- Recojo a continuación algunos de los dichos o refranes en los que aparecen pueblos de este Valle del Esla.
El primero que voy a citar es uno muy conocido por toda la comarca y con algunas variantes, cuyos protagonistas son los pueblos de Bretó y Bretocino. Resulta que desde hace varios años disponen ya de un magnífico puente que une las dos localidades. Pero el refrán o dicho continuará ahí haciendo historia.

-Entre Bretó y Bretocino/ De Bretó a Bretocino, poco trecho y mal camino.
-De Bretó a Bretocino, sólo hay un rato de mal canino.

A los pueblos de Santa Colomba de las Monjas y Santa Cristina de la Polvorosa se les menciona en dichos o ripios poéticos, junto con otros pueblos del Valle:

En Benavente hay un puente
en Santa Colomba un barco
y en Milles la encina grande
que da por saco a los de Arcos.
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En Benavente hay un puente
en Santa Cristina un río
y en Colinas de Transmonte
tengo los amores míos.
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Sobre los ríos también contamos con dichos o proverbios con muy buen acierto:

Los ríos Esla y el Duero
mueren juntos en el mar,
así mueren los amantes
que se quieren de verdad.

viernes, 5 de marzo de 2010

Valles de Benavente. Río Tera.



El río Tera a partir del embalse de Agavanzal.


1.- El Tera, Teira en documentos antiguos, es un río que recorre en sus 153 km. solamente tierras zamoranas, desde su nacimiento, allá por las montañas de la alta Sanabria, en la sierra Segundera, no lejos de Peña Trevinca (2140 metros), hasta su final, cerca del pueblo de Milles de la Polvorosa, en que se junta con el Esla. A poco de nacer, sus aguas cristalinas, después de atravesar cascadas, riscos, y algunos valles de la alta montaña sanabresa, llegan al famoso y hermoso Lago de Sanabria. Para los zamoranos, para los benaventanos y para todos los que visitan el lugar parece como que el Tera naciese en el citado Lago, pues a partir de aquí el río se forma y comienza su andadura y su caminar hacia el Esla. Será más abundante en aguas, gracias a los varios afluentes que recibe a lo largo del recorrido: los ríos Negro y Verde y los arroyos El Regato, El Almucera y el Castrón, además de otros de menos importancia.
A vista de pájaro lo podemos bautizar como el río de las presas, pues, a causa de ellas y para producir energía eléctrica su aguas se ven detenidas, no una, ni dos, ni tres, sino hasta ocho veces, pues ocho son, si no me equivoco, las que tiene el río y las que se divisan desde las alturas: antes de llegar al Lago vemos la de Vega de Tera, tristemente recordada por su rotura en 1959 y que causó enormes desgracias en Ribadelago, la de puente Porto, la de Playa, la de Cárdena, la de Garandones y la de Vega de Conde. Y luego, cuando las aguas salen del Lago, camino del Esla, y ya en su curso medio, todavía se verán embalsadas por las presas de Cernadilla, Valparaiso y Agavanzal, esta última ya en la comarca de Benavente.
El Tera es el río más ecológico de la provincia. Su entorno natural se conserva todavía en buen estado. Mantiene una vegetación exuberante, principalmente a base robles, encinas y castaños en su curso alto y medio; chopos, álamos y sauces en las zonas bajas y más de ribera; muchos otros arbustos, mimbreras, juncales y paleras, a las orillas del mismo río; una fauna y una flora en buena estado, aunque mejorable, y unos pueblos que progresan, en parte, gracias al río, con sus extensas vegas y de acuerdo con sus posibilidades, pero siempre esperando más recursos de la Administración, para su despegue definitivo.
A pocos kilómetros del Lago, a su derecha y aguas abajo, el río dejará pronto Puebla de Sanabria, con su Castillo, Iglesia románica, muralla y villa medieval, merecedora de parada y fonda, y entre curvas y rectas, a pocos kilómetros, se encontrará con el embalse de Cernadilla, cuya presa se construyó en el año 1969, y que afectó a los pueblos de Otero, Cernadilla, Sandín, Entrepeñas, etc. Poco años después, concretamente en 1987 se construyó la de Valparaiso, afectando a unos cuantos pueblos más, como Anta de Tera y Manzanal de Arriba, entre otros. De valle paradisíaco pasó a convertirse en el valle de las lagunas, que no otra cosa parecen los embalses, aunque se consideren necesarios. Aquel cauce estrecho que presentaba el río en Valparaiso, fácil de atravesar entre su rocas, con pozos del agrado de las truchas y con raseras y corrientes del agrado de los pescadores, se ha convertido en un mar menor, sin olas, pero también sin la vegetación de la ribera. Y además, bajo las aguas quedaron algunos molinos o aceñas, casas o cementerios, cuando no pueblos enteros. Y algún yacimiento arqueológico que nos podía haber proporcionado información sobre pobladores antiguos de estas tierras.
Por último, y en fecha más reciente, se construyó la presa de Agavanzal, no lejos de la ermita de Nuestra Señora del mismo nombre, tan querida por los vecinos de Olleros de Tera. Se encuentra ya en la comarca y partido judicial de Benavente y ya no habrá más embalses en su recorrido. Los viajeros, a partir de aquí, podrán admirar más y mejor la riqueza y belleza del río y conocer sus pueblos.
Al Tera, un río que destacaba en su curso alto y medio por sus aguas cristalinas, con bellos paisajes, con puentes y molinos de notoria antigüedad y pueblos con un sabor especial, los embalses le han cambiado. Y menos mal que producen electricidad y almacenan agua, dos cosas básicas para el progreso de hoy. Por eso no se explica que, algunos de los pueblos y quienes los habitan, anden escasos de luz y de agua, si no para beber, sí para regar sus tierras.
Ojalá que, en el futuro, los embalses dejen algo más de riqueza y progreso, pues con esta finalidad se construyeron. Y que no haya pueblos en la provincia escasos, ni de luz, ni de agua, ni de pesca, ni de zonas de recreo y baño, ni de puentes, ni de protección al medio ambiente y a la naturaleza, ni con cauces sucios o sin encauzar, ni de pueblos necesitados de ayuda para reconstruir sus iglesias, ermitas, molinos, fuentes, ni de infraestructuras sanitarias, educativas y sociales al servicio de los ciudadanos, etc. Que el agua y la luz no se vayan, sino que se queden, para contribuir al progreso económico de la zona.
2.- Es a partir de Junquera de Tera, ya en la comarca de Benavente, desde donde se puede contemplar el río sin lagunas o mares aparentes. No lejos de Junquera está Vega de Tera, cabeza de Ayuntamiento. Aquí, al lado de la carretera antigua, vemos una fuente que nos llama la atención. Su Iglesia y casas del entorno también nos sitúan en otras épocas.
Fuente en Vega de Tera.
Puerta de entrada al molino de Calzada de Tera.
El río al pasar cerca de Calzada de Tera.
Vista del río desde el puente de Olleros de Tera.

Quien recorra el río a partir de aquí, podrá ver los molinos de Olleros, Calzada, Santa Marta, Micereces y Mozar. Este último, tal vez, el más antiguo de todos. Hay otros aguas arriba, algunos bajo los embalses; tendrá que detenerse en Santa Marta, para ver su iglesia románica y su Santiago Peregrino y podrá detenerse también, si lo desea, en las ermitas de la Virgen de Agavanzal, la Trinidad, y de las Encinas que se encuentran en los pueblos de Olleros, Camarzana y Abraveses, respectivamente. Hay otras por todo el valle, pero hay que destacar la de la Virgen de la Carballeda en Rionegro del Puente y la de los Remedios en Otero de Sanabria.
Camarzana y la vega del Tera desde el Castro.
El río aguas abajo del puente de Mozar.

La arqueología y la historia de los pueblos va pareja a la importancia del río. Hace años se descubrió el alfar romano de cerámica de paredes finas más importante de España en el término El Ladrillar, muy cerca de Melgar de Tera. Hay también importantes castros como el de Camarzana y otros muchos yacimientos prerromanos y romanos.
En la actualidad, tenemos que destacar, como no, la limpieza del río en muchos lugares y su acondicionamiento para zonas recreativas, como las de Camarzana, Micereces, Riochico y principalmente Mozar, en donde hasta hace poco tiempo (hoy se encuentra cerrado) hubo un gran complejo turístico que incluía zona de baño, camping, hotel, restaurantes, bares, etc. Y no falta la pesca, pues hay un coto intensivo para los aficionados a este deporte.
Los amigos del Patrimonio pensamos que el Tera tiene futuro, a pesar de que sigue recogiendo las aguas sucias de muchos pueblos, pues lo de las depuradoras todavía está lejos de ser algo normal en Zamora, al menos en los pueblos de la provincia. Y en algunos lugares se siguen arrojando al río o a sus orillas, basuras diversas, sin pensar en los forasteros y visitantes que, con una sensibilidad y educación medioambiental distinta, puedan pasar por allí.
Los habitantes ribereños y sus dirigentes políticos tienen que prestar atención al río Tera, como a los demás ríos, pues él y ellos se necesitan y se han necesitado siempre, tienen vivencias comunes.
Los ríos son el pulmón natural de los pueblos y ciudades. Están ahí para servir a todos y para que todos nos podamos servir de ellos. Pero ellos necesitan cuidado y atención, para prestar del mejor modo su servicio.