lunes, 5 de abril de 2010

Cruces


La cruz es una figura formada por dos líneas que se atraviesan o cortan perpendicularmente. Pero también es un madero hincado verticalmente, atravesado por otro más corto y en donde, antiguamente, se clavaban las extremidades de algunos condenados, como ocurrió con Cristo. Una cruz, dibujada delante o detrás de un nombre escrito, nos indica que esa persona ha fallecido.
Fue en el año 313, con el edicto de Milán, cuando comenzó a generalizarse la cruz como símbolo del cristianismo. Pero el crucifijo, con la imagen de Cristo, se introdujo a partir de la época del románico. Desde entonces son muchas y distintas las formas y tipos de cruces, así como las fiestas en torno a ellas. El crucifijo debe ocupar en la iglesia lugar preferente, como es el presbiterio, aunque otras cruces y otros Cristos, con advocaciones diversas, se vean por otros altares.
Hay cruces procesionales, cruces relicarios, cruces monumentales o sepulcrales, cruces de término que constituyen los humilladeros a la entradas o salidas de los pueblos, cruceros de piedra en atrios y caminos que nos indican la cercanía de un lugar sagrado, etc. Y muchos otros objetos que tienen grabada, dibujada, pintada o esculpida una cruz, algunos de los cuales se utilizan como adorno, incluso personal.
Cruz procesional y ciriales de Coomonte de la Vega.

Los días de la Cuaresma y mucho más aquellos en los que se celebra la Semana Santa son apropiados para ver cruces, crucifijos y crucificados, pues por todo el orbe cristiano se organizan actos y ritos diversos.
También por los Valles de Benavente nos hemos encontrado con cruces, diversas según la finalidad y el uso. Y están ahí desde hace ya mucho tiempo, con Cristo o sin él, pero siempre como símbolo de la vida y creencia cristiana.
Una de ellas, importante por su antigüedad, pues fue construida y colocada allí en el año 1767, es la que se encuentra frente al pórtico de la iglesia de Coomonte de la Vega. Se trata de un crucero, con plataforma y peldaños, aunque sin escultura alguna en sus brazos. Nos indica que el lugar sagrado está cerca.
Crucero a la entrada de la iglesia de Coomonte de la Vega.

Otro tipo de cruces, más populares y de madera, se encuentran en las paredes de algunas casas que aún conservan su antigua arquitectura. Están allí fijas, aunque solamente hiciesen su servicio en la Cuaresma para indicar las estaciones del Vía Crucis. Se pueden ver en Ayoó de Vidriales y algunos otros pueblos.
Cruz de Via Crucis en una calle de Ayoó de Vidriales.
Cruz de Via Crucis en una calle de Uña de Quintana.
Cruces de Via Crucis en Milles de la Polvorosa.

En la plaza de Granucillo vemos una cruz colocada sobre el rollo jurisdicional, que allí se conserva. Se ha adornado el monumento con un símbolo cristiano, al colocarle la cruz.
Un típico crucero de piedra, muy común en tierras de Galicia para indicar la cercanía de una iglesia o ermita, también lo podemos ver en Santa Cristina de la Polvorosa frente a la fachada del ayuntamiento. Fue donado por la ciudad de Vigo, y se trata, más bien, de un monumento en recuerdo de la catástrofe ocurrida en el año 1977, al precipitarse al río Órbigo, desbordado en aquellas fechas, un autocar escolar de dicha ciudad, causando la muerte de varios niños.
Son muchas también las cruces, llamadas en este caso de misión, que se conservan en las paredes de iglesias y ermitas de esta comarca, todas ellas de madera y algunas con diversas pinturas u otros adornos. Recuerdan la celebración de las misiones que, antiguamente, se impartían por pueblos y ciudades de toda España. Se pueden ver en Milles y Arcos de la Polvorosa, Santovenia del Esla, Mozar de Valverde, Bretocino, Calzadilla de Tera, etc.
Cruz de misiones en la iglesia de Santa Marta de Tera.
Cruz de misiones en la iglesia de San Miguel del Valle.

También la figura de la cruz aparece en puertas y ventanas de madera, o en rejas de hierro, como un adorno más, en este caso simbólico. Así lo querían mostrar quienes las fabricaron. Y cruces de piedra a la orilla de algunas carreteras que nos señalan y ayudan a recordar la muerte por accidente de algún viajero.
La cruz, como señal del cristiano, aunque a veces se haga por costumbre, se sigue utilizando por algunas personas piadosas, más o menos practicantes, pero siempre confiadas en el rito y en el símbolo. Y se las ve santiguarse al salir de casa, al emprender un viaje, al iniciar una competición deportiva, etc., por supuesto que al entrar en la iglesia o durante las celebraciones litúrgicas. Incluso se ve todavía que lo hacen al emprender o ejecutar acciones diversas, con el deseo de que todo salga bien: al matar el cerdo, la gallina u otros animales, o al iniciar algunas otras actividades domésticas, etc.
No es lo mismo ver o contemplar cruces que llevar la cruz, en el sentido metafórico o figurado en el que se usa con frecuencia en el lenguaje. En este caso es clara la referencia al Crucificado, a su Via Crucis y a todos sus sufrimientos. La expresión más corriente es: -Cada uno lleva o debe llevar su cruz, pero el refranero, que es fruto de la creación e imaginación popular, nos presenta esta forma: -Cada uno lleva su cruz con buen o mal aire; pero sin cruz no vive nadie.
La cruz o las cruces, de los más variados metales y precios, se usan también como adornos personales, familiares o domésticos. Respecto a esto también tiene algo que decir o criticar el refranero: -La cruz en los pechos, y el diablo en los hechos. O aquel otro que dice: -Detrás de la cruz está el diablo.
Vemos que la cruz no está lejos del pueblo y de la ciudad, ni de sus habitantes, sean creyentes o no creyentes, niños, jóvenes o mayores, pues la pueden contemplar de cerca en muchos lugares, e incluso vivirla o llevarla consigo. Pero tampoco olvidan, pues les sirve de consuelo, aquello de -Por la cruz a la luz o lo de -Quien no sabe de cruces, no sabe de luces.