sábado, 31 de julio de 2010

Puentes


Al hablar de puentes me estoy refiriendo, lógicamente, a las construcciones realizadas sobre ríos o arroyos para atravesarlos. En los Valles de Benavente, al ser una comarca por la que pasan varios ríos, es natural que, desde la antigüedad, hayan existido muchos puentes. El paso de los años y el abandono consiguiente ha hecho que muchos de ellos hayan desaparecido.
La antigua calzada romana denominada Vía de la Plata, que, partiendo de Mérida “Emerita Augusta” llegaba hasta Astorga “Asturica Augusta”, también pasaba por Benavente, la antigua Brigecio “Brigaetium” y por algunos pueblos de los Valles. Pues bien, los romanos, al construirla y por tener que atravesar ríos, construyeron los puentes, de los cuales todavía se conservan algunos, con las restauraciones necesarias.
Precisamente se inicia la vía atravesando, en la misma ciudad de Mérida, el puente sobre el río Albarregas, afluente del Guadiana, pequeño, pero debidamente reparado, para que los caminantes admiren su belleza. Continuando por la calzada y, ya en la provincia de Cáceres, el río Tajo hizo que construyeran el puente de Alconetar, uno de los más destacados por su longitud y por el tipo de construcción. Es curioso que, por causa del embalse de Alcántara, y, para que este puente no quedase bajo sus aguas, se trasladaron sus piedras a un lugar más elevado del valle, en donde las aguas no le afectasen. Y se reconstruyó exactamente igual en el nuevo lugar.
Ya en Salamanca tenemos el puente, de 21 ojos, sobre el río Tormes, reparado, peatonalizado e iluminado, para mostrar su belleza, tanto de día, como de noche.
Al llegar la calzada a Zamora y encontrarse con el Duero los romanos también construyeron un puente que tuvo que ser muy importante, como lo es el río. Pero de él solamente se conservan restos de pilares de los muros de sus arcos, restos que el padre Duero se ira llevando poco a poco hacia otro lugar, si alguien no lo remedia. En esta ciudad nadie se ocupa del puente romano, ni de sus restos, aunque para todos los zamoranos él y su entorno sean una cita obligada y un hito más en la ciudad. Y hasta lo contemplen desde lo alto de las murallas, sin pensar en su futuro.
Siguiendo por la vía hacia el Norte llegamos al río Esla, cerca de Benavente. Hasta hace no mucho tiempo se podían ver en la vega no lejos del puente medieval de Castrogonzalo restos de muros de época romana que, con seguridad, serían los pilares del antiguo puente romano sobre el Esla. Pero hoy ya ni existen, pues la concentración parcelaria, la nivelación de las tierras, la construcción de los canales para el regadío, etc. han hecho desaparecer dichos restos.
Nos llama la atención que sea esta provincia de Zamora, con ríos como el Duero y su afluente el Esla, ríos con tanta historia y tan importantes desde la más remota antigüedad, la única, en la Vía de la Plata, que no cuente con un puente romano. Porque, si continuamos por la calzada, vemos en el río Orbigo, cerca de Alija del Infantado, ya en la provincia de León, el puente La Vizana, hoy más medieval que romano, pero remozado y peatonal solamente, para servicio de las personas y de las ovejas de la mesta, que gozan de este privilegio. Y ya muy cerca de Astorga, final de la Vía, tenemos el puente romano de Valderrey, por el que pasan los peregrinos y quienes recorren la Vía de la Plata.
De la época romana, no lejos de Benavente, solamente contamos con el puente de Fuentes de Ropel sobre el río Cea, y con el de Villafáfila, muy próximo a la Laguna Mayor y al mismo pueblo. Y como hemos dicho, hasta no hace mucho tiempo se podían ver los restos de pilares del puente romano, de Castrogozalo, sobre el río Esla y también restos de otro puente en el pago denominado El Priorato, cerca del pueblo de Arcos de la Polvorosa. Tal vez el nombre del pueblo tenga que ver con los arcos localizados en el río.
Puente romano de Fuentes de Ropel.

Más abundantes que los romanos en esta comarca son los puentes medievales y los construidos en épocas posteriores, mucho de ellos sobre el lugar que ocupaban los romanos. Uno de ellos y con varias restauraciones es el de Castrogonzalo. Tenemos restos de otro en el lugar denominado Puente Quintos, el arco conservado junto al puente de hierro de Benavente y algunos otros.
Puente sobre el Cea en San Miguel del Valle.
Puente antiguo de Castrogonzalo, sobre el río Esla.

El aumento de la población, el número de vehículos y la industria crearon la necesidad de construir, a partir del siglo XVIII, más amplios y mejores puentes, lo mismo que carreteras. Incluso el tren motivó la construcción de puentes de hierro para su paso.
Los puentes contribuyen a realzar el paisaje que hay en su entorno y hay muchos lugares en los Valles de Benavente conocidos y nombrados por su puente, como Puente de Mozar, Puente Quintos, Puente Tera, Puente de Micereces, El Puente o Mercado del Puente, en Sanabria. etc. Cerca de estos puentes o en estos lugares se han construido áreas de recreo, para baño y deportes relacionados con el río.
Los amigos del Patrimonio somos partidarios de la conservación de los puentes, principalmente de aquellos que por su historia y antigüedad lo merezcan. No entendemos cómo, en esta provincia de Zamora, no sólo no se reparan algunos puentes antiguos, sino que tampoco se construyen puentes nuevos, puentes que exigen las nuevas carreteras y los nuevos y pesados vehículos que pasan por ellas. Hoy son otras las necesidades y otros los usos.
A pesar de todo, si los amigos del Patrimonio quieren contemplar puentes con el paisaje de su entorno en los Valles de Benavente, me acompañen a los lugares que vamos a citar a continuación.
Para ver un puente romano o lo que queda de él, acérquense a Fuentes de Ropel, sobre el río Cea, afluente del Esla, que nos trae las aguas desde el puerto de El Pando, allá por las montañas cercanas a Prioro. Tiene tres arcos, sus pilares se mantienen con los contrafuertes o tajamares aguas arriba; de poca anchura y también de pequeña altura y longitud, como lo exige el río y con barandilla, también de piedra. Está necesitado de reparación y de que sea peatonal, para su mejor conservación La construcción de otro puente para vehículos pesados es totalmente necesaria. La visita en primavera tiene más atractivo por la naturaleza que lo envuelve. Nuestra imaginación nos puede hacer pensar en el uso que tendría en la época romana como vía secundaria muy utilizada por las gentes que habitaban los poblados existentes en Morales de las Cuevas y su proximidades
Hasta hace pocos años pudimos ver en el lugar denominado Puente Quintos restos del antiguo puente medieval, más o menos con se precia en la fotografía. Pero, en la actualidad ya no es posible, pues se ha construido una presa, aguas abajo, y ha ocultado bajo sus aguas lo que quedaba de este puente y de otro, aún más bello, que había junto a la aceña de san Andrés, perteneciente al antiguo monasterio de Moreruela. Y todo esto a pesar de su historia y antigüedad.
Antiguo puente medieval de Puente Quintos, ahora oculto bajo las aguas del embalse.
El puente actual de Puente Quintos, al que llega el agua del embalse.

Y, ya más cercano a nosotros en el tiempo, muy desconocido, pero que merece la pena, tenemos el puente de hierro de Villanueva de Azoague. Construido a principios del siglo XX para el paso del ferrocarril es una obra importante, que honra a los que la hicieron. Ahora está casi abandonado y seguramente que, si el tren volviera a pasar por estos lares, no lo haría por este puente. Pero los dineros que costó hacerlo, se darían por bien empleados siempre que se cuide y se le de una alternativa distinta, aunque sea para pasar y pasear por él, y por el resto de la vía. Solamente así podríamos ver el puente, valorar su construcción y conocer el paisaje y los valores de todo el entorno.
Puente de hierro, construido para el ferrocarril, en Villanueva de Azoague.
Fotografías de hace 20 o 25 años del puente de hierro de Villanueva de Azoague.

miércoles, 28 de julio de 2010

Pendones en el Camino de Santiago en Benavente. III Etapa.


Benavente tuvo gran protagonismo en el antiguo Reino de León principalmente durante la época que transcurre ente los reinados de Fernando II y Fernando III el Santo. Aquí se concedió el fuero o Carta Puebla en 1167, fuero que se aplicaría en otras ciudades y villas. En Benavente también se celebraron las Cortes Leonesas de 1202. Y esta ciudad fue el escenario elegido por Fernando III para llevar a cabo el acuerdo que supondría la Unión de los Reinos de León y Castilla mediante la firma de la llamada Concordia de Benavente en 1230.
Es lógico, por lo tanto, que esta ciudad forme parte y colabore en algunos de los actos que se están celebrando con motivo del 1100 aniversario del antiguo Reino de León.
Se han celebrado ya algunos de ellos: Jornadas sobre Parlamentarismo y Diálogo, conferencias históricas, conciertos, etc., pero son muchos más los que tendrán lugar a lo largo del año.
El pasado 10 de julio tuvo lugar lo que se denomina “Pendones en el Camino. III Etapa”, consistente en la reunión y exhibición de este tipo de enseñas antiguas en ciudades o pueblos que se encuentran en el Camino de Santiago, sea el camino francés (ya se han hecho dos etapas, una en Sahagún y otra en Mansilla de las Mulas), o en la Vía de la Plata, como es el caso de Benavente.
Esta actividad está organizada por la Asociación de Pendones del Reino de León, Asociación que existe desde hace 6 años y que trata de difundir por pueblos y ciudades esta tradición de los pendones, importante patrimonio y algo propio del pueblo. La asociación cuenta ya con más de 1600 socios que representan a 150 pueblos, todos ellos con pendón. Durante el año acuden a fiestas, romerías o concentraciones, programadas de antemano, en distintas localidades. También acuden con pendones a aquellas ciudades y pueblos interesados en verlos y en conocer esta antigua tradición, relacionada con los antiguos concejos. Han visitado ya varias ciudades de las diversas Comunidades de España: Bilbao, Gijón, Barcelona, Madrid, Sevilla, etc. En todas han causado impacto y admiración los desfiles o exhibiciones y se ha valorado el hecho, como algo muy especial y ligado a la vida y costumbres de un pueblo.
Al celebrarse durante este año el 1100 Aniversario, el Comisario encargado del evento D. Juan Pedro Aparicio invitó a la Asociación a participar con diversos actos. Uno de ellos es la Exposición de Pendones en pueblos o ciudades: Sahagún, Ponferrada, Valencia de D. Juan, Matallana de Torío, Val de San Lorenzo, Cistierna, Zamora etc. Durante los días de la exposición tiene lugar alguna conferencia, o conciertos de música tradicional, como ocurrió en Zamora el pasado día 22 de Junio, al inaugurarse la exposición en el Museo Etnográfico Regional. Aprovechan también para catalogar o inventariar nuevos pendones en la zona, si ello es posible y con vistas a una publicación amplia y exhaustiva de todos los pendones del Antiguo Reino. Así hemos comprobado que hicieron en Valencia de D. Juan.
Y otro de los actos es el que se conoce como Pendones en el Camino, al coincidir este acontecimiento con el año Jacobeo 2010. León es históricamente Camino, cruce de caminos. La Ruta de Santiago, integra por sus tierras el Camino Francés, el Camino del Norte y el de la Vía de la Plata. La Asociación pretende realizar varias etapas, una de ellas ha sido la de Benavente. Para ello, varios de sus miembros, acuden con pendones a los pueblos o ciudades y celebran diversos actos. Ya han estado en Sahagún, Calzada del Coto y Bercianos del Real Camino. También en Mansilla de las Mulas y Puente Villarente. Otras etapas serán León, Astorga y Foncebadón, Ponferrada y el Bierzo, para llegar en el mes de Septiembre a Santiago y reunir allí más de 300 pendones en una gran concentración que tendrá lugar en la plaza del Obradoiro.
En Benavente, hacia las 10 horas del día citado, se reunieron en la Pradera, cerca del arco del antiguo puente medieval 15 pendones procedentes de pueblos de Zamora y de León, de no lejos de la ciudad, como La Torre y Pobladura del Valle, San Esteban de Nogales, Quintana el Marco, Jiménez de Jamuz, Villaescusa, Genestasio, etc. y alguno más alejado como es el caso de Calzada del Coto, de la comarca de Sahagún.
Comienza el desfile pasando por el puente de hierro.
Pendonistas y pendones pasan por la carretera de la Estación, cerca del Torreón del Castillo.
Subiendo por la Cuesta del Río hasta la Mota Vieja.

Poco después iniciaron la marcha hacia los paseos de La Mota causando la admiración de todos los vecinos y algunos forasteros que, se toparon con el espectáculo de modo inesperado. Antes de llegar, concretamente en la plaza de Juan Carlos I, fueron recibidos, al son de la dulzaina y con bailes tradicionales, por miembros de la Asociación Las Candelas.
El Grupo o Asociación Las Candelas les recibe en la Plaza de Juan Carlos I.
Descanso y refrigerio en los paseos de la Mota. Les saluda el alcalde de Benavente.

Pendones y pendonistas se colocaron en el paseo mientras el presidente de la Asociación se dirigió a los asistentes explicándoles el significado del acto: “los pendones no son banderas ni estandartes, sino enseñas de colores que representaban a los antiguos concejos y que se utilizaban en diversos momentos de la vida municipal, antiguamente. Son uno de los elementos más característicos de la cultura tradicional leonesa y tal vez una de las señas de identidad que, de forma más emotiva, afianza el sentimiento de unidad de cada pueblo. La Asociación pretende recuperar los viejos pendones y revalorizar con ella la tradición.
Por su parte, el alcalde de Benavente saluda a los presentes y agradece a todos su asitencia a este acto. Les recuerda que también en Benavente se contaba con algún pendón, concretamente había uno en la parroquia de san Juan, que desfilaba en procesiones y en otros momentos de la vida municipal. No es tarde para que se pueda recuperar y ser utilizado.
A continuación y, tras un breve descanso, pendonistas con sus pendones y los grupos folclóricos asistentes, se dirigieron hacia la iglesia de santa María. Ante la puerta del mediodía varios de los componentes del grupo La Morana de Zamora, ejecutaron una danza como saludo y veneración a la Virgen de la Vega, patrona de la ciudad, a la que seguidamente, representantes de la Asociación y del pueblo ofrecieron unos ramos de flores.
Los pendones rodean a la iglesia de santa María.
Y se colocan junto a la puerta del mediodía.
Se prepara el acto de la ofrenda de flores para la Virgen de la Vega.
Momento de la entrega de las flores ante el altar de la Virgen.
Los grupos de Las Candelas y La Morana cantan el himno a la Virgen de la Vega.

Por la tarde tuvo lugar una comida de hermandad y convivencia en el parque de la estación y, al finalizar la misma, hubo exhibición de bailes, danzas y juegos tradicionales, muy del agrado de todos los asistentes.
Entrega del estandarte al pueblo de la siguiente etapa de Pendones en el Camino.
El grupo folclórico La Morana ejecutando uno de sus bailes o danzas.

Hacia las 20’30 horas los benaventanos pudieron ver de nuevo los pendones en la plaza de santa María al tiempo que el Grupo La Morana ejecutó una serie de bailes y danzas, con tonadas y canciones e instrumentos musicales tradicionales.
El acto terminó con la entrega del estandarte testigo al pueblo o pueblos en los que tendría lugar la siguiente etapa de los Pendones en el Camino.

Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 25 de Julio de 2010.

sábado, 24 de julio de 2010

Presas y embalses.





Aunque en muchas ocasiones utilizamos estas dos palabras en el mismo sentido, las dos no tienen el mismo significado, pues presa es el muro con más o menos grosor, de piedra o de otros materiales, que se construye en un río, arroyo o canal, para detener el agua y desviarla fuera del cauce. También se llama presa a la acequia o zanja construida para regar o para llevar el agua hasta los molinos.
Sin embargo, embalse, que tiene que ver con balsa, es el depósito que se ha formado artificialmente por la construcción de dicha presa y en el que se almacenan las aguas del río o arroyo, para utilizarlas posteriormente en el riego de las tierras, el abastecimiento de las poblaciones, la producción de energía eléctrica, la pesca y otras actividades deportivas relacionadas con el agua. En sentido más amplio llamamos también embalse a cualquier otro lugar o sitio en el que se acumula agua.
Lo cierto es que ambos términos van muy unidos, pues si se construyen presas es para embalsar el agua, que, además de los usos citados, contribuye a la regulación de los mismos ríos y arroyos durante el verano o en épocas de sequía.
En los Valles de Benavente se sabe muy bien lo que son este tipo de infraestructuras, como se conoce muy bien todo lo que tiene que ver con ríos, arroyos, canales, acequias, etc., pues es comarca rodeada, surcada y favorecida por el agua, aunque las grandes presas, con sus embalses respectivos, no se encuentren en ella, como ocurre con la de Riaño en el alto Esla, las de Barrios de Luna y Villameca en el Órbigo e incluso casi todas las que se han construido en el Tera: Vega de Conde, Puente Porto, La Playa, Garandones, Cernadilla, Valparaiso y Agavanzal. Estas últimas, aunque se encuentren en los cursos alto y medio del río, sus aguas y lo que ellas aportan, llega y beneficia también a esta comarca, a la que de modo concreto nos estamos refiriendo.
Presa y embalse de Agavanzal, en la comarca de Benavente y los Valles.
Embalse en el lugar donde comienza el canal de río Tera, cerca de Agavanzal.

Efectivamente, tan sólo la presa y embalse de Agavanzal está dentro de los límites y partido judicial de Benavente, muy cerca de los pueblos de Junquera y Olleros de Tera. Produce energía eléctrica, como casi todos, y aguas abajo, no lejos de la misma, hay otra pequeña presa de la que parte el Canal del Tera, que riega las tierras de la margen derecha de dicho río, incluidas las del Valle de Valverde. De aquí partirá también, en su día, el canal que regará la margen izquierda del mismo río y el valle de Vidriales. Y éste será el embalse que, según lo proyectado, suministra agua desde hace poco tiempo a la ciudad de Benavente y a muchos otros pueblos del valle. Buena idea, por cierto, pues ya es hora de que, por estas tierras y en estos pueblos, entre ríos, el agua que utilice la población sea de calidad y abundante, como es la del Tera. Lo inexplicable es que algunos años haya habido problemas en el suministro, motivados en el verano por la sequía y en el invierno por las inundaciones. En el mismo embalse se practica la pesca y otros deportes acuáticos, organizándose, en ocasiones, los respectivos campeonatos.
Aparte de esta presa, cuenta el Tera también con otras más pequeñas que se sirven o servían para llevar el agua a los molinos existentes y de los que todavía se conservan algunos, como los de Calzada, Santa Marta, Sitrama, Micereces, Colinas, Mozar y Milles.
Últimamente se han construido otras que embalsan o retienen el agua necesaria para el baño en las zonas de esparcimiento o áreas de recreo, que existen en muchos pueblos: Camarzana, Santa Croya, Santibáñez, Sitrama, Micereces, Milles de la Polvorosa y, por supuesto, las ya sobradamente conocidas de Río Chico y Mozar. El Tera sigue siendo un río que, por la belleza de su entorno y la limpieza de sus aguas, es apropiado pare este tipo de lugares de recreo.
Presa en el río Orbigo, que embalsa parte del agua que va hacia el Caño de los Molinos en Benavente.

El Órbigo, río más caudaloso, recorre menos territorio de esta comarca, pero podemos citar, por proximidad, la presa del puente de La Vizana, en la provincia de León, con servicio a central hidroeléctrica y zona de baños, y la que lleva también el agua a la minicentral que funciona en Maire de Castroponce, aquí sin área de recreo. Tenemos que mencionar también la que existe cerca de Vecilla de la Polvorosa, de la que parte el agua para el canal de Manganeses. Por último, no lejos de esta localidad existe una, no muy cuidada, que sirve al antiguo Caño de los Molinos, caño que, tras pasar, en curva silenciosa, por tierras de Manganeses y Santa Cristina de la Polvorosa, llega a las de Benavente por el pago conocido como El Sequedal, donde hay otra pequeña presa con compuerta de regulación. Ya en la ciudad, el Caño sirve a las fábricas de harinas La Sorribas y La Ventosa, que también disponen de presa y salto para la producción de energía eléctrica.
En el Esla ocurre lo mismo. Aunque sin presas que retengan el agua impetuosa del río, existen zonas de recreo y baño en lugares apropiados, en los que su corriente no es un impedimento. Tan sólo destacar la que existía para el antiguo molino de Bretocino y sobre todo la que embalsa el agua que llega a la central de Bretó, construida junto a la aceña existente en dicho lugar.
Embalse al lado del río Esla en Barcial del Barco, para regar las tierras próximas.

El Eria, a la espera de alguna presa con su embalse respectivo en el curso alto, que regule sus aguas y contribuya a evitar la sequía del verano, acompañada a veces de la suciedad y malos olores en el río, tuvo y se pueden ver todavía, cuando el agua corre, las presas de las que parten los canales hacia los molinos, algunos casi desaparecidos, otros en ruinas, y casi todos sin funcionar, excepto el de Manganeses. Y es que había molinos en Alcubilla de Nogales, Arrabalde, Villaferrueña, Santa María de la Vega y Morales del Rey. Después del Tera, éste es el río más bello e importante de esta comarca. Y no sólo por el paisaje, su entorno y los pueblos de las provincias de Zamora y de León por los que pasa, sino también por sus aguas, que nacen de las entrañas del Teleno, monte lejano, pero familiar y próximo a los habitantes de esta zona, precisamente por culpa del río.
En San Miguel del Valle y Fuentes de Ropel, pueblos con molinos cerca del Cea había también presas con canales hacia dichos molinos. Hoy, el río tiene siempre agua, debido al embalse de Riaño y al desagüe permanente de las acequias de riego de los páramos leoneses. El agua proporciona vida y frescor a los ribereños, que hasta pueden disfrutar del baño en muchos lugares, y también de la pesca.
Embalse en Congosta de Vidriales, que proporciona agua al arroyo Almucera.
Embalse y zona de recreo en Ayoó de Vidriales. Sus aguas van hacia el Almucera.

De los arroyos, tan sólo en el alto Almucera se han construido presas en Congosta y Ayoo de Vidriales, que recogen el agua de los arroyuelos que lo conforman. Esto ha posibilitado que ambos pueblos disfruten en el verano de áreas de baño y esparcimiento, debidamente acondicionadas. En el arroyo había molinos en Congosta, Carracedo, Tardemezar y Brime de Urz. Es de suponer que desde alguna presa y canal les llegaría el agua para poder moler, principalmente durante el invierno y la primavera, porque en el verano ni corría ni corre el agua.
El Castrón y el Reguero eran pequeños arroyos, sin apenas molinos y presas, pues en verano se secaban. Hoy tienen más vida por el agua que corre por ellos durante todo el año, pues reciben en verano las aguas sobrantes de los canales del riego. Nos muestran más verdor en sus orillas y están mejor encauzados.

domingo, 18 de julio de 2010

Lavaderos y abrevaderos.

1.- Lavaderos.


En muchos pueblos de los Valles de Benavente, sobre todo en aquellos por los que no pasa algún río o arroyo, o estos se encuentran bastante lejos, se construyeron antiguamente lavaderos, para lavar, principalmente, la ropa familiar. Hoy todavía se conservan algunos. Son unos estanques, de forma rectangular o cuadrada, cuyo muro, no muy elevado del suelo, tenía una pequeña inclinación hacia dentro, para facilitar el lavado, el restregado y sobre todo la caída del agua hacia el estanque, cuando se estaba lavando. Algunos estaban a ras de tierra, con lo que la molestia para las lavadoras era mayor, por tener que inclinarse mucho más. Así ocurría con el que había en Rosinos de Vidriales, que decidieron enterrarlo hace no más de 40 años y construir, en el mismo lugar, uno más elevado y más cómodo.
Los lavaderos eran públicos, estaban al servicio de todos los vecinos, por eso requerían atención y cuidado por parte de los administradores en cada momento. Su construcción se adecuaba a las necesidades de cada pueblo en cuanto a su tamaño y capacidad y, casi todos, están cerca de manantiales o fuentes, para poder contar con agua. Desde ellas se canalizaba hasta el lavadero.
Los había en muchos pueblos, pero, en su mayoría, han desaparecido o están en un estado de abandono y destrucción. En el Valle de Vidriales, además del citado se conservan, entre otros, los de Ayóo, Congosta, Tardemezar, Carracedo y los dos de San Pedro de la Viña. Tal vez sea uno de esta localidad el más antiguo de todo el valle, precisamente el que está junto a la fuente romana. Es pequeño, pero bien conservado. No lejos de dicha fuente existe otro de mayores dimensiones, también en buen estado, y que contribuiría, en otro momento, a solventar las necesidades de una población más numerosa.
Lavadero en San Pedro de la Viña, no lejos de la fuente romana.
El lavadero más antiguo de la comarca, al lado de la fuente romana de San Pedro de la Viña.

Se encuentran, por lo general, al aire libre. En Asturias y Galicia, en donde el clima es más lluvioso, es frecuente construirlos en un recinto cerrado o cubrirlos con un tejadillo. Pero, por aquí, podemos ver al de Tardemezar en la plaza; junto a la iglesia el de Ayóo de Vidriales; en una calle, el de Congosta, y a las afueras del pueblo, en otras localidades, como Rosinos, Santovenia del Esla, etc. Por cierto que en algunos sitios bastante lejos, como ocurre en Carracedo. En este caso, el trabajo era mayor, pues tenían que cargar con el cesto de la ropa sucia y lavada e ir, varias veces a la semana, de casa al lavadero y del lavadero a casa. Así nos lo cuenta la Sra. María Lobato, ya jubilada, a la que encontramos paseando por una calle del pueblo y que, al preguntarla, se ofreció para enseñárnoslo e informarnos sobre el lavadero y sobre la tarea del lavado:
-Teníamos, y todavía se conserva, un buen lavadero, aunque esté algo lejos del pueblo, casi a dos kilómetros. Lo hicieron allí por lo de la fuente, de la que sale buen agua y además templada, para poder lavar mejor. Porque, al menos en el invierno, la del arroyo Almucera está muy fría. Y en el verano también íbamos a lavar allí, cuando el arroyo se secaba.
La señora María haciendo una demostración de cómo se lavaba en el lavadero de Carracedo de Vidriales.

Al llegar al lugar en el que se encuentra comprobamos que, en verdad, está algo lejos, pero tiene buen aspecto, tanto él, como la fuente, que sigue echando agua, si no para lavar, sí para beber. Pero hay indicios de abandono, si los de Carracedo no lo prestan atención.
La señora María, que sigue contando cosas, se coloca de rodillas junto a él y se inclina, para indicarnos cómo se hacía el lavado.
-Veníamos del pueblo andando, por la mañana, con las cestas cargadas de ropa y aquí nos pasábamos casi todo el día. A veces traíamos la comida o algún bocadillo. Al llegar, lo primero que hacíamos era remojar la ropa y después enjabonarla, para terminar lavándola o aclarándola. Muchas veces, después de enjabonarla, la tendíamos al sol, para que blanquease. Y la dejábamos allí hasta el día siguiente, en el que la aclarábamos y nos la llevábamos para casa.
Nos parece duro y pesado el trabajo y no sólo por la caminata desde el pueblo con los cestos de la ropa, sino también por la postura al lavar, de rodillas e inclinado su cuerpo, y, durante muchas horas, mirando hacia el agua. Me dice María que para lo de las rodillas tenían una especie de banca de tabla, en la que colocaban una almohada. Tabla y almohada que también tenían que traer de casa, junto con el cesto cargado de ropa.
Dedicaban a esto dos o tres días de la semana, si querían que el lavado fuese perfecto. En realidad lo era, pues era manual y natural, por el agua templada y clara de la fuente y hasta por el jabón, que era artesano, pues lo solían hacer en casa con la grasa del cerdo o con sebo de ternera o de carnero, añadiendo sosa y algún otro ingrediente. A veces se veía en las casas una caja de madera con el jabón cortado en piezas cuadradas o rectangulares, ya preparado para su uso.
Casi todos los lavaderos constaban de más de un estanque, uno para lavar con jabón, (enjabonar, como decía la Sra. María), y para los primeros lavados, y solía situarse en la parte más baja, y otro para el aclarado de la ropa, en lugar algo más elevado, para que sus aguas no se viesen impregnadas de jabones, aguas que pasaban de uno al otro, seguro que para aprovecharlas más.
Hemos dicho que solían construirse generalmente a las afueras de los pueblos y cerca de árboles o praderas, que servían para tender la ropa, al menos hasta su oreo y antes de llevarla para casa. Era corriente ver a mujeres, cerca de ellos, esperando a que se orease. Estaban todavía lejos las lavadoras con secadora incluida.
Por otra parte, en los pueblos por donde pasaba algún río o arroyo, había un lugar más o menos preparado y apropiado para lavar. Y lo hacían sobre una tabla que llevaban de casa, conocida como la tabla de lavar, preparada para ello, con adornos y hendiduras incluidas, que facilitaban el restregado de la ropa y del jabón sobre ella. Las tablas era un objeto más de los que hacían los carpinteros y las había en todas las casas. Pero si el río o arroyo estaba lejos del pueblo, se construían también lavaderos para comodidad de las mujeres, que eran casi siempre las que ejercían el oficio.
El lavadero era un lugar de reunión y de tertulia, además de trabajo. Allí las mujeres comentaban los sucesos o acontecimientos del pueblo y de toda la comarca. Por allí desfilaban bodas, bautizos, entierros y nacimientos. Se hablaba de amores y desamores, sucesos felices y desgraciados, no faltando la murmuración o la crítica, como ocurre con frecuencia entre los humanos. Pero todo ello contribuía a llevar mejor el duro trabajo del lavado, y el mucho tiempo que se empleaba en enjabonar, aclarar, orear y secar. Y en ir y venir del lavadero. Antiguamente tenían tiempo para todo, hasta hablaban más entre ellos, pues, además de ser más los vecinos, tanto mayores como jóvenes, que vivían en los pueblos, disponían de este tipo de lugares adecuados para la reunión y tertulia, como lo eran el lavadero, el abrevadero, la fragua, la puerta de la iglesia, etc.

2.- Abrevaderos o bebederos.
Los abrevaderos, también llamados bebederos, eran y son estanques o pilones, construidos a propósito, para dar de beber agua al ganado. Naturalmente en casi todos los pueblos agrícolas y ganaderos existían y todavía existen algunos, y más en aquellos por los que no pasan ríos, ni arroyos, ni existen manantiales o lagunas cercanas, capaces de abastecer a los animales del líquido elemento.
En Ayoó de Vidriales el antiguo lavadero estaba junto al abrevadero.

Al recorrer los pueblos de los Valles de Benavente observamos que algunos están construidos cerca de los lavaderos. Los vemos igualmente en plazas, calles o a las afueras, aprovechando el lugar en el que se encuentra la fuente o manantial, desde donde se canaliza el agua.
Su construcción es de piedra o ladrillo y están revestidos en su interior de cemento para evitar la pérdida del agua, que está estancada en ellos durante mucho tiempo. Presentan formas variadas. Entre los que se conservan y que hemos visitado los hay circulares, como uno de los de Fuente Encalada; rectangulares en Congosta, Barcial del Barco; estrechos y alargados como los de Santovenia del Esla, Ayóo de Vidriales, otro en Fuente Encalada, etc. Su capacidad está de acuerdo con la población existente, en este caso no de personas, sino de animales, y la altura de sus muros depende también del tamaño y sobre todo de la misma altura de los animales, pues no es lo mismo construir uno para ovejas que si se trata de ganado vacuno o caballar.
Abrevadero de Congosta de Vidriales en el centro del mismo pueblo.
Abrevadero en Fuentes de Ropel, junto a la fuente vieja construida en al año 1905-

A la hora convenida y conveniente, casi siempre a últimas horas de la mañana o de la tarde, los ganaderos se acercan con los animales para que beban agua. A veces coinciden varios y aprovechan para cambiar impresiones y comentar los últimos acontecimientos del pueblo y de otros lugares. El abrevadero se concierte así también en un lugar de charla y distracción.
Son de utilidad pública, se han construido para todos los que tengan ganado y el municipio se encarga de su cuidado y conservación. Así lo hemos comprobado al pasar por Santovenia del Esla, donde nos hemos encontrado con operarios municipales, con su alcalde a la cabeza, en plena faena de limpieza del abrevadero.
Un empleado del ayuntamiento limpiando el abrevadero de Santovenia del Esla.

En las localidades por las que pasa algún río o arroyo o existen lagunas con manantiales, como ya hemos dicho, los agricultores tienen asegurado el agua para sus animales. No obstante para una mayor comodidad construían a veces pequeños abrevaderos, en el mismo pueblo, cerca de las fuentes, para evitar grandes desplazamientos con sus ganados. Y todo esto hasta que el agua corriente llegó a las viviendas y se acercó a las cuadras y establos para solucionar el problema de la sed con tan sólo la apertura del grifo.

domingo, 11 de julio de 2010

Pendones del Reino de León



Exposición de Pendones en Valencia de Don Juan. Coro de la iglesia El Castillo.
Del 17 de mayo al 6 de junio pudimos ver en Valencia de D. Juan la exposición: “Tierra y Concejos del Reino: Un recorrido por los pendones leoneses”, realizada con motivo de la conmemoración de 1100 Aniversario del Reino de León.
Organizado por la Asociación Cultural Pendones del Reino de León, con carácter itinerante, esta exposición que están recorriendo varias localidades de la provincia, principalmente cabeceras de comarca.
Además de la exposición se realizan en cada lugar una serie de actividades: conferencias, talleres, etc., relacionadas con el pendón y su cultura. Y a la vez realizan una catalogación de todos los de la zona o comarca, para contar algún día con un inventario detallado de los existentes.
Pretenden con ello: dar a conocer a los pendones, estas enseñas medievales que agrupaban a gentes y concejos de pueblos en las luchas de la Reconquista y la formación y defensa del Viejo Reino; potenciar y valorar una de las tradiciones culturales más representativas y auténticas de la provincia de León; difundir la información sobre ellos, a través de los medios de comunicación, y fomentar el sentimiento de unidad y de pertenencia a una tierra cargada de tradiciones.
La Asociación quiere también extender su idea y proyecto a las demás provincias y comarcas del antiguo Reino de León, que, como Zamora, y concretamente Benavente y los Valles, celebran y disfrutan de muchas fiestas y tradiciones culturales leonesas: Mayos, Ramos, Romerías, etc. Y también, aunque en menor número y frecuencia, de los pendones, al menos en algunos pueblos, pero que sería necesario potenciar.
En mis viajes por los Valles he observado que casi todos los pueblos tenían su pendón o pendoneta. La falta de su utilización ha sido el motivo por el que han pasado al olvido y que sus telas estén recogidas en las cajoneras de sacristías, y las varas en trasteros, o colgadas en paredes de iglesias o ermitas. Con el abandono y la no utilización llegó el deterioro de los mismos.
Sirva de ejemplo el de Colinas de Transmonte, cuya vara o palo se encuentra bajo el coro, y su tela, en bastante buen estado, está guardada en la sacristía. Sería un ejemplar fácil de recuperar.
Vara del pendón de Colinas de Transmonte, colocada bajo el coro.
Tela del pendón de Colinas de Transmonte, en la cajonera de la sacristía.
Como han hecho ya en Santa Marta de Tera con su pendón, al que vimos hace unos meses colgado también en el muro norte de la iglesia y que ha sido restaurado y recuperado, gracias al trabajo de varias mujeres pertenecientes a la Asociación Cultural Valle los Robles. El sábado 19 de junio, día de la Sacramental, el nuevo pendón desfiló por las calles a la cabeza de la procesión.
Celestina muestra el lugar y cómo estaba el pendón de Santa Marta de Tera, antes de su recuperación.
El nuevo pendón de Santa Marta de Tera, estrenado el día de la Sacramental.
Muchos pueblos de los valles conservan si no todo el pendón, sí la vara o la tela: Sitrama, Santa Colomba de las Monjas, etc. En otros recuerdan haberlo tenido y utilizado en las procesiones. Para ellos siempre era el más pesado o el más largo. En esto, además de la forma de llevarlo en los desfiles, había una sana competición. Así nos decía una señora de Alcubilla de Nogales “Aquí hubo siempre, y hay pendón, con las telas muy finas. Pero ahora ya no lo sacan, porque no hay gente dispuesta a ello. Era la vara más larga de toda esta zona”.
El ejemplo a seguir tiene que ser lo que han hecho en Santa Marta de Tera. Y conseguir que esta comarca de los Valles de Benavente, tan rica en otras muchas tradiciones, poco a poco vaya incorporando a las mismas la recuperación y uso de los pendones, en procesiones, romerías, concentraciones, desfiles con motivo de fiestas populares, y exhibiciones, en las que, como ocurre en muchas localidades de la provincia de León, se baila, se escala al pendón, o se canta y se danza a su alrededor.
Esta recuperación debería ser apoyada por el municipio y por la parroquia, pues, en la actualidad, los pendones o pendonetas, aunque pertenezcan a alguna de estas instituciones, no dejan de ser enseñas del pueblo, símbolos de cada una de las localidades, más que del poder real, señorial o religioso, como ocurría antiguamente.
No obstante, hay varios pueblos de esta zona, pertenecientes, casi todos al valle del arroyo Reguero (conocido y denominado también Ahogaborricos), que ya disponen de pendones y los sacan en procesión en la fiesta local, o desfilan con ellos en la procesión que con motivo de la romería a la Ntra. Sra. del Valle, se celebra todos los años, en el mes de mayo, en san Román. Acuden a la fiesta: Villabrázaro, Pobladura, Paladinos, La Torre, San Adrián, algunos otros próximos a ellos, como Maire de Castroponce, Coomonte de la Vega, y también San Adrián del Valle y Alija del Infantado, de la provincia de León.
Pendones de pueblos del Arroyo Reguero en la romería a la Virgen del Valle en San Román.
Los pendones de Villabrázaro y la Tore del Valle en la romería de San Román.

El Pendón es una insignia, a modo de bandera, más larga que ancha, utilizada como distintivo en la Edad Media. Las iglesias y cofradías se sirvieron de ella, como guía en las procesiones. Su forma es casi rectangular, con dos puntas y un corte central, la punta superior de mayor longitud que la inferior. Consta de las siguientes partes:
Tela, que suele ser de las denominadas de ‘damasco’, tela fuerte de seda o lana y a veces con dibujos formados en el tejido. De dimensiones diversas suele tener varias franjas de colores
Vara o palo, cuya longitud puede oscilar entre cinco metros y catorce o quince. En muchos pendones la parte superior de la vara lleva una cruz de metal, casi siempre bronce, que va sobre una bola y un cono de sujeción. Y bajo la cruz una capelina de tela de diverso color La parte inferior de la vara es más gruesa y suele estar acanalada.
Remos, cordones en rojo, verde u otro color, con los que ayudan al que lo lleva a mantenerlo erguido. Los remos acaban en sus dos extremos en borlas del mismo color.
Dibujo con las partes de un pendón con el que la Asociación informa a los ciudadanos.
Varas de pendones con la parte inferior en forma acanalada.
Tela y remos de uno de los pendones expuesto en Valencia de Don Juan.

El peso de los pendones es variado, dependiendo lógicamente de la longitud de la vara y también de la tela del mismo.
Los colores predominantes en las telas son el rojo carmesí, color del Reino de León, el verde (color del Islam), el morado (suelen relacionarlo con la guerra de las Comunidades o con los cultos de la Semana Santa, y el azul, que para muchos es el reflejo de la fiesta de la Inmaculada. También los hay de color, blanco, amarillo y crema, que se pueden relacionar con la señal de paz en la guerra, los premios militares o el culto al Sacramento.
La pendoneta no es más que un pendón de pequeño tamaño. Lo normal es disponer de pendón, pero hay pueblos que solamente tienen pendoneta. No obstante en muchos existen las dos insignias, que llevan a las concentraciones y con las que desfilan siempre.
Hay varios refranes populares en torno a los pendones, pero nos quedamos con éste, muy conocido en los lugares a los que me he referido: Las campanas y el pendón, del pueblo son.
















Publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 11 de Julio de 2010

sábado, 3 de julio de 2010

El Caño de los Molinos


1.- Hace unos años, en una tarde de mediados del mes de Septiembre, recorrimos el canal o manga que sale del río Órbigo, cerca de Manganeses de la Polvorosa y que llega hasta Benavente. Se le conoce, en la actualidad, como canal de La Sorribas. También se le nombra como ría de D. Felipe, en referencia al anterior propietario de la fábrica de harinas. Pero la denominación más antigua y la que sigue figurando en el mapa topográfico, es la de Caño de los Molinos, al menos en su tramo final. Con este nombre aparece en las citas referidas al mismo desde los siglos XIII y XIV, época en la que ya se habla de la existencia de los molinos harineros de La Sorribas y, a no mucha distancia de éste, el de La Ventosa.
La verdad es que el recorrido no ha sido fácil, más por la falta de sendas, caminos y señalización, que por la distancia existente entre su comienzo y su fin. En realidad los caminos son muchos, unos estrechos y otros más anchos, algunos en mal estado, e intransitables, todos ellos entre abundantes maizales y choperas pero ninguno al lado, o cerca del canal o caño, para poder acompañarlo, a él, aguas abajo. No obstante, siempre se encuentra el caminante con gente experta y atenta que le orientan, guían, y ayudan, si le hiciese falta en su caminar. Gente que son como los ángeles que, a decir de los creyentes, no abandonan a nadie, sino que están siempre al lado, para acompañar e informar.
Pues bien, después de recorrer o visitar esta manga, canal, ría o caño, se lo recomendamos a los aficionados a las marchas, viajes y aventuras, que sean amantes de la naturaleza, el medio ambiente, los ríos, el agua, los paisajes, la vegetación, etc. Pueden hacerlo a pie, en bicicleta o en ciclomotor. Sentimos tener que decirles lo de la mala comunicación, junto con la falta de señalización, y que el mismo canal, manga o caño está algo desordenado y maltrecho, con sus márgenes sin márgenes, con naturaleza despierta y salvaje, invadiéndolo todo, a veces hasta el mismo cauce.
Agua embalsada en el río Órbigo, gran parte de la cual irá hacia el Caño de los Molinos.
Presa construida en el río Órbigo que almacena el agua que va hacia el Caño de los Molinos.
A pocos metros de la presa y del río, el Caño muestra la suciedad y maleza.

El canal parte del río Órbigo, aguas abajo, no lejos de Manganeses de la Polvorosa, desde una pequeña presa, no muy acondicionada, construida para ello, hace ya muchos años. Esta es una de las pocas obras realizadas, aparte de los puentes existentes, necesarios para pasar de una parte a otra, a lo largo del recorrido. El primer puente se encuentra no lejos de su comienzo, tal vez uno de los más antiguos y más usados, pues el camino que lo atraviesa es de los de concentración y nos conduce desde Manganeses hasta Santa Cristina.
El primer puente se encuentra a poca distancia de la presa y del río.

La finalidad del canal, manga, ría o caño ha sido y es clara: regar las fértiles tierras existentes a ambos lados de sus márgenes y, ya cerca de Benavente, en la antigüedad, servía para conducir y llevar el agua necesaria para el funcionamiento de los molinos existentes, La Sorribas y La Ventosa, y, en la actualidad, proporciona el agua para que dichos molinos, hoy ya modernas e importantes fábricas, se sirvan de ella para producir la energía eléctrica que necesitan para la molienda. El Caño, todo lo que hace es estar ahí, para servicio de los demás, sean huertas, molinos o fábricas de harinas. Y también, como no, para otros fines, acordes con la época en que vivimos y las necesidades de ocio, deporte y entretenimiento, necesarios para los ciudadanos.
El Caño continúa hacia el noreste, llegando cerca del monte Mosteruelo y de la vía del ferrocarril, cerrada al tráfico desde hace años. Aquí nos encontramos con un segundo puente, conocido como el puente del conde de La Bisbal, éste en mal estado, sin barandilla y semihundido. Se le augura poca vida. Lo malo es que los agricultores siguen pasando por él y con ellos, sus máquinas y tractores. Ojalá que no ocurra desgracia alguna. La zona, el paisaje del río, el Mosteruelo cercano, los chopos y choperas, y la sombra que producen, están pidiendo y exigiendo el arreglo del puente.
El segundo puente, denominado de La Bisbal, está cerca del Mosteruelo y su estado es lamentable.

Continúa, con aguas abundantes, hacia el sur, pasando por tierras de Santa Cristina de la Polvorosa, hasta el pago conocido como El Sequedal, ya de Benavente. Poco antes de entrar en tierras benaventanas nos encontramos con la presa de regulación de las aguas que utilizan las fábricas citadas, en el pago denominado Las Fuentillas. Más abajo existe otro puente, estrecho, pero servicial, que facilita el paso entre las tierras de uno y de otro lado del Caño.
Presa reguladora del agua que se dirige hacia el Sequedal y Benavente.
La suciedad y maleza se encuentra a lo largo de todo el Caño
Puente de El Sequedal, a la espera de nueva construcción por el deterioro sufrido en las pasadas inundaciones.

En la presa, reguladora del Caño, se puede conseguir que, si las aguas que le llegan son excesivas, al cerrarla, vuelven de nuevo al río por la manga Fildalgo, que parte no lejos de la misma. Interesante función, y digna de atención y cuidado por parte de quien corresponda. El trabajo es merecedor de atención pública y el consiguiente agradecimiento, si se hace bien.
Al legar a Benavente sus aguas, además de atender a la fábrica de harinas la Sorribas, sirven a la zona acuático-deportiva y parque natural de La Pradera, inaugurado no hace muchos años. Al menos contribuyen al crecimiento y verdor de los árboles, algunos centenarios, que hay en el entorno. Y proporcionan, en verano, la suficiente humedad, frescor y alivio a deportistas y paseantes.
El Caño al pasar por el parque natural de La Pradera, en Benavente.
La isla, Prado del las Pavas, rodeada por el Caño, en proceso de convertirse en un jardín botánico.
El Caño pasa bajo el Puente de Hierro, no lejos ya de su final.

Sigue el caño hasta el puente de hierro, que lo contempla ya desde hace muchos años, lo mismo que el arco del antiguo puente medieval, existente en su cercanía. Un poco más abajo, sus aguas son utilizadas por la fábrica de harinas La Ventosa y las sobrantes llegan al Órbigo, no lejos de esta fábrica.
2.- El caño ha sido testigo de los avatares del castillo de Benavente, no en vano pasaba al lado; de los cambios sufridos en su querida y antigua Pradera, que disponía de zonas deportivas y algunos bares tradicionales, hoy parque acuático y zona recreativa; de la construcción de nuevos puentes, al lado del conocido y antiguo de hierro; de los cambios sufridos en las fábricas de harinas La Sorribas y La Ventosa, antes pequeños molinos harineros, etc. El Caño vivió la época de los Condes, que también se sirvieron de él y de sus aguas para su Castillo-Palacio, para sus jardines de dentro y fuera del Castillo y para otro tipo de infraestructuras. Porque él está ahí para eso, para servir a los ciudadanos, siempre que lo necesiten. Pero no pasa por su abandono y porque no se le cuide como a los demás ríos, y quiere darse a conocer, pues muchos no saben que, aquí muy cerca, hay un Caño, el de los antiguos molinos, que proporcionaba agua para todos y para todo. Y que ahora entiende que debe servir para otros menesteres. Por eso sigue estando ahí.
El Caño de los Molinos de Benavente tiene historia y se debe llamar así por respeto a esa tradición y a esa historia. Desde la Edad Media hasta la época actual ha sido testigo de numerosos acontecimientos ocurridos en esta villa, después ciudad. Es un ejemplo más de la importancia que tiene el léxico, los nombres, y su valor semántico. Ellos son capaces de ayudarnos a recordar y conocer los hechos y acontecimientos históricos. Ojalá que, no tardando, la nueva denominación de calles en Benavente, se extienda también a lugares o parajes como éste.
El Caño necesita ser atendido como los demás ríos. Además, éste el río de Benavente, ya lo hemos dicho en otras ocasiones. Todos los benaventanos saben que él es el causante de las inundaciones de gran parte de sus huertas y de su vega, cuando el río Órbigo se desborda y sus aguas bajan como en torrentera, pues el Caño es una de las salidas que tiene el río. Vayan a verlo y lo comprobarán. Por ello, necesita atención y cuidado. Además es la zona verde más próxima a la ciudad. Por sus cercanías se pueden organizar rutas a pie, en bicicleta o en ciclomotor. En algunas partes corre cerca de la vía, que está también a la espera de una reconversión. Caño, vía, caminos y sendas se podían convertir en lugar apetecido por muchos ciudadanos para el paseo y el esparcimiento. La organización de alguna ruta por el lugar, podía correr a cargo de los ayuntamientos de Benavente, Manganeses y Santa Cristina de la Polvorosa, por cuyas tierras pasa el Caño, dispuesto a contribuir al bienestar de todos.

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Este reportaje fue publicado hace unos años en La Voz de Benavente y Comarca