miércoles, 25 de agosto de 2010

Pilas de bautismo y pilas de agua bendita

Iglesia de santa María del Azogue de Benavente.

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Vecilla de Transmonte.
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Fuentes de Ropel.
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Santa Cristina de la Polvorosa.
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Villanazar.
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Quienes viajen por esta comarca de Los Valles de Benavente, ya sea en visita turística o por otros motivos, se encontrarán todavía con casas que conservan su arquitectura popular, como vivienda o para otros servicios, fuentes antiguas que llaman la atención, abundantes restos arqueológicos de civilizaciones pasadas, paisajes de monte, vega y ribera, etc. Pero en todos los pueblos es obligada la visita a su iglesia o ermita, que suelen ser los edificios más antiguos y, en muchos casos, los mejor conservados por su construcción casi siempre en piedra. Éstos destacan, no sólo en lo que se refiere al exterior por las espadañas con sus campanas y veletas, los muros de los ábsides y paredes laterales y el pórtico, a veces con techumbre de madera, sino también, y principalmente, en su interior. Aquí podrán ver importantes retablos barrocos, también góticos o renacentistas, valiosos artesonados, y bellas y antiguas imágenes de cristos, santos y vírgenes, algunas salidas de las manos de artistas populares. Además de estos, otros objetos o piezas artísticas, como es el caso de las pilas de bautismo y de las pilas de agua bendita.
Las PILAS DE BAUTISMO, casi todas de piedra, y a veces de una sola pieza, forma redonda y con peana o un pie que las sostiene, fueron talladas muchas de ellas en las canteras de la Sierra de Carpurias, que había en algunos pueblos de los valles del Eria y de Vidriales. Se han utilizado y se utilizan para recibir el sacramento de iniciación y pertenencia al cristianismo como es el Bautismo. En ellas también se bendice el agua el día de Sábado Santo o Sábado de Gloria, agua que algunos devotos cristianos acostumbran a llevar, para rociar con ella las distintas dependencias o lugares de la casa en los que se desarrolla la vida de las personas, e incluso de los animales. Y es que el agua, lo mismo que el fuego y la luz, son símbolos de purificación y limpieza, y también de vida. No otra cosa pretende la liturgia cristiana de la Pascua al utilizarlos, después de tantas cruces, penitencias, tinieblas, ruidos, oscuridades y dolores de los días de la Pasión. Al final llega la luz simbolizada en el resucitado.
Antiguamente las pilas de bautismo se encontraban a la entrada de las iglesias, e incluso en una dependencia distinta a las mismas que, con toda razón, se llamaba baptisterio. Con el Concilio Vaticano II se modificó este espacio e incluso este rito y se colocaron al lado del altar mayor o muy cerca de él, para que todos los asistentes presencien, vean y participen en el acto y la liturgia del sacramento. El hecho de estar colocadas en lugar destacado en casi todas las iglesias, ha permitido que se las contemple mejor y que también se las admire más. Porque las pilas bautismales llaman la atención, no sólo por su antigüedad y estilo, sino también por su tamaño, forma y decoración existente en algunas de ellas.
Las de esta comarca, en su mayoría, se tallaron e instalaron a partir de los siglos XVII y XVIII, época en la que se construyeron gran parte de las iglesias. Pero las hay también de siglos anteriores, e incluso hay pilas de estilo románico, muchas veces el mismo estilo de las iglesias en las que están instaladas. De esto pueden dar fe los peregrinos a Santiago al pasar por Redecilla del Camino en la provincia de Logroño. Cuando se llega a esta localidad un gran letrero anuncia la pila bautismal románica, del siglo XII, que es visitada por todos. Es una joya artística más de las muchas que se ven a lo largo del Camino.
Las pilas de bautismo constituyen un verdadero recuerdo para todos. También para aquellos que, nacidos en el pueblo, se vieron obligados a emigrar por razones de trabajo u otros motivos. Muchos, al verlas, recuerdan no sólo el hecho de que allí fueron bautizados, como lo era casi todos los niños en una época en la que era casi obligado el hacerlo, sino también su años infantiles vividos entre la casa, la escuela y la iglesia. Para muchos la pilas son como un monumento al recuerdo.
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Cunquilla de Vidriales.
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Las PILAS DE AGUA BENDITA, muchas también de piedra natural, con decoración en relieve o sin ella, tienen la misma antigüedad que las de bautismo y algunas de ellas proceden también de las canteras locales, lo mismo que las de bautismo. Se encontraban y se encuentran todavía a la entrada de las iglesias o ermitas, pues tenían como función el que los cristianos, introdujesen los dedos índice y corazón en el agua y con ellos santiguarse. Por supuesto que el agua había sido bendecida previamente por el sacerdote. Al hacer la señal de la cruz, signo del cristiano, se sentían purificados y limpios para entrar en el templo.
Su desaparición, o al menos el no uso entre los cristianos, ha sido debido, más a razones higiénicas o sanitarias, que por otros motivos. La misma iglesia está de acuerdo en ello, al no echar agua bendita en las mismas, y evitar que manos y dedos de todos los ciudadanos que asisten al culto se introduzcan en la pila con agua y se expongan a algún tipo de contagio.
A pesar de todo, en muchos lugares todavía se mantiene la creencia y se sigue con esta costumbre de utilizarlas y santiguarse al entrar en la iglesia.
Pero, aunque las creencias, costumbres y tradiciones desaparezcan, lo mismo que las personas, ahí quedarán, y perdurarán como la misma piedra, las pilas de bautismo y las de agua bendita, como testimonio de un pasado y de unas costumbres y forma de vivir merecedora de recuerdo y de respeto.