sábado, 25 de junio de 2011

Esculturas y monumentos en calles y plazas de Salamanca. Casco histórico3






Antonio de Nebrija. Bronce. Autor: Serrano. Ubicación: Paseo Balmes.
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Rafael Farina, 1996. Bronce y pedestal de granito. Autor: Agustín Casillas. Lugar en que se encuentra: Calle Sierpes.
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Genio o alma de la ciudad, 1963. Hierro forjado. Autor: Fernando Mayoral. Lugar: Peñuelas de san Blas.
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Camino de la lengua. Lugar: Plaza de Anaya.
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Monumento a la Constitución, 1990. Bronce. Lugar: Junto al Palacio de Congresos. Autor: José Luis Alonso Coomonte.
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Relieve historiado en la fachada de la Facultad de Ciencias. Lugar: Plaza de los Caídos.
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La imágenes anteriores nos muestran un grupo más de esculturas o monumentos conmemorativos o de recuerdo que hemos visto en el recorrido por distintos lugares, dentro del casco histórico.

miércoles, 22 de junio de 2011

Argollas del toro enmaromado. Benavente.

Placa y argolla testimonial en la plaza de santa María.
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El toro sujeto en la argolla de la plaza de la Madera.
----------------------------------------------------------------Antigua fotografía con el toro en la argolla de la plaza del Carbón y de la Madera.
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Imagen antigua con el toro en la argolla de la plaza de san Martin.
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Imagen también de la plaza de san Martín.
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Toro, argolla y fuente en la plaza de los Leones.
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El toro, en otra época, en la argolla que había en la plaza del Grano.
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Argolla también en el centro de la plaza del Grano.
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Numeroso público en torno al toro y la argolla. Plaza del Grano.
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Una imagen más del toro en el centro de la plaza del Grano.
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Frente a la puerta del mediodía de la iglesia de santa María y en un pilar de la nueva casa de los Bobillo hay una argolla de metal brillante y una placa con inscripción que nos recuerda que en este lugar, hasta el año 1962, se ataba al toro enmaromado, para ser sacrificado. Aunque con ello se quiere recordar este hecho, creo que también sirve para hacer presente todo lo que es, ha sido y representa la fiesta del toro en Benavente. La argolla de la plaza de Santa María nos da pie para escribir sobre este instrumento que, por las imágenes antiguas que mostramos, ha formado siempre parte de esta tradición festiva.
Y es que en este aro de hierro, con más o menos grosor, al que todos conocen y llaman argolla, amarran o enlazan al toro, en varios lugares y durante unos minutos, a lo largo de su recorrido. Basta recorrer plazas o plazuelas de la ciudad para ver en el pavimento las argollas del toro enmaromado. Porque suelen estar en estos lugares que son más amplios y en los que toro, corredores y seguidores, gozan de espacio suficiente para disfrutar de un breve descanso y relajación. Además el espectáculo festivo puede ser visto por muchas más personas.
Los que manejan la maroma son expertos en introducirla en la argolla, lo hacen de forma tal que la suelta de la misma sea la correcta. Durante el tiempo en que está amarrado la tranquilidad reina en el entorno: se observa al toro, se le dicen palabras o frases adecuadas al momento, en ocasiones se le alaba o se le vitupera; algunos incluso intentan torearlo, aunque no esté permitido; vecinos del lugar, desde sus casas le arrojaban agua, y siguen haciéndolo a veces, para refrescarlo del calor y la consiguiente fatiga en su recorrido.
En estos momentos las plazas o plazuelas con argolla son las más concurridas, pues el toro amarrado congrega a su alrededor a los corredores y seguidores y también a las muchas personas que poco a poco se van acercando al lugar. A ello hay que añadir los muchos espectadores que se asoman a las ventanas y los balcones. El toro está detenido y todos quieren verlo.
Por lo que se puede comprobar en las imágenes que ofrecemos, antiguamente, el recorrido del toro era distinto, había incluso más argollas y algunas estaban colocadas en plazas más amplias, como ocurre con la del Grano. Aquí se reunía mucha gente para verlo desde el centro de la misma plaza o desde la calle de La Encomienda que se encuentra en lugar más elevado. También eran muchas las personas que lo hacían desde los balcones y ventanas de los edificios y pequeñas casas que como vemos había en dicho lugar.
Al estar sujeto a la argolla y más o menos inmovilizado, el toro era el objeto de atención y algunos, los pocos que en aquella época (década de 1950) disponían de cámaras fotográficas, nos dejaron estas imágenes.
El toro en la plaza del Grano gozaba de más espacio y se le dejaba más maroma. Los corredores y seguidores aprovechaban también este momento para verlo e incluso acercarse a él.
Había también argolla en la Plaza de San Martín que desde hace años ya no existe. El lugar tenía un sabor antiguo y popular, no solamente en cuanto a los edificios de la misma, sino también en cuanto a la forma de vida de sus vecinos. En ella se celebró durante muchos años el mercado de las verduras.
En la actualidad son menos las argollas que se utilizan. Una de ellas, la primera en el recorrido, es la que se encuentra en la plaza de la Madera. Antiguamente estaba ubicada muy cerca de la puerta norte de la iglesia de santa María, en la denominada plazuela del Carbón, un entrante de la misma plaza. Después se instaló más hacia el centro. Es el primer descanso para el astado y también para los corredores y demás personas que le acompañan por delante y por detrás. El lugar se llena de gente y se aprovechan las ventanas, balcones y terrazas de los edificios, ahora de nueva construcción y más elevados que antes.
Hay otra argolla en la plaza de Los Leones, también desde hace mucho tiempo, a juzgar por la fotografía antigua en la que se puede ver al toro muy cerca de la fuente pública que había en dicho lugar. La imagen no tiene desperdicio, pues se ve cómo hasta el mismo animal dispone de un recipiente con agua para beber.
La última argolla está en la Plazuela denominada hoy Corrillo de Renueva, no lejos ya del final del recorrido. Es natural que las argollas sean más utilizadas al final que al comienzo del mismo. El Corrillo de Renueva, conocido popularmente también como plaza de las Gallinas o de las Alubias, por celebrarse en ella este tipo de mercados, presentaba antiguamente un aspecto completamente distinto. Estaba porticada casi toda ella y gran parte de las casas eran de una sola planta. Pero en este día especial el lugar se llena siempre de gente para contemplar al toro ya en sus últimos momentos.
Desde esta plaza el toro llegará ya al matadero en donde será atado por último, si no a una argolla sí a otro instrumento en el que con facilidad será apuntillado. Con ello su carrera habrá terminado. Y algunos corredores se acercarán al lugar para mojar sus zapatillas en la sangre del animal. Con ello habrán participado plenamente en este rito festivo y tradicional.
Durante la carrera el toro enmaromado se detenía y se detiene en donde hay argollas. Pero durante muchos años también en la calle Matadero conseguían moderar su velocidad y fiereza colgando un monigote atado a una cuerda entre dos balcones, monigote que dos personas se encargaban de subir y bajar a su antojo con lo que el toro intentaba embestirlo y con ello se entretenía, y al mismo tiempo se relajaba y descansaba.
Las argollas son un componente o un instrumento más que forma parte de la de la fiesta, lo mimo que la maroma y otros elementos. Y hay que tenerlas en cuenta, pues a veces son imprescindibles, si se quiere que el animal llegue al final del recorrido.
Y es que en la fiesta del toro enmaromado, tan arraigada ya en la ciudad y tan conocida fuera de ella, se debe atender y prestar cuidado a todos aquellos aspectos del pasado y que con más sabor antiguo y tradicional formaban parte de la misma.
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Reportaje publicado en La Voz de Benavente y Comarca el día 30 de Mayo de 2010.














lunes, 20 de junio de 2011

Toro enmaromado. Recuerdos del pasado.

Antigua fotografía en la que se ve la puerta de san Antón el día del toro enmaromado.
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Al pasar por La Rua.
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La carrera también en La Rua.
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Plaza de santa María, cerca del lugar en el que iba a ser apuntillado.
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En la plaza de la Madera.
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Bajando por la call de Los Carros.
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El toro bebía agua y refrescaba en la ría de D. Felipe.
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Descansando en la argolla de la Plaza del Grano o de los Bueyes.
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Calle de la Encomienda, subiendo hacia la iglesia de san Juan del Mercado.
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Carnero con maroma en el corral de la casa de José Conde.
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El carnero con la maroma, preparado ya para la carrera.
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Alejandro Flórez en el antiguo local de la Peña Malgrat junto a la cabeza disecada de uno de los toros enmaromados.
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Reportaje publicado en mayo del año 2008 en el semanario La Voz de Benavente y Comarca. (Fotografías: Archivo Ledo del Pozo y Peña Malgrat, Alejandro Flórez Redondo y Emiliano Pérez Mencía.)

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En la década de 1950, a la que me voy a referir en este reportaje, el recorrido del toro enmaromado era muy distinto al actual y no solamente por las calles y plazas por las que pasaba, en las que se observa otro tipo de urbanización en casas y mobiliario, sino también por las personas que acudían y participaban de la fiesta, que eran menos y con evidentes diferencias en cuanto a la edad, modo de vestir e incluso forma de divertirse.
Quien me va a informar y comentar las imágenes que aparecen en este recorrido antiguo del toro es Alejandro Flórez Redondo, 58 años, jubilado desde hace ya cinco, y que pasa su tiempo dedicando una parte del mismo al CEB “Ledo del Pozo” como miembro de la Directiva, otra parte a su querida Peña Malgrat, una de las más antiguas de Benavente y de la que ha sido presidente, y el resto a su familia y amigos, y a realizar algunos viajes.
Se advierte en Alejandro que es un benaventano como nadie, de los de verdad, pues quiere lo mejor para su ciudad y se interesa por el patrimonio, la historia, las tradiciones, y también las fiestas locales, de modo especial la del Toro Enmaromado, a la que conoce y vive intensamente. Prueba de ello es que, cuando se celebró el 25 aniversario de su Peña Malgrat, de la que era presidente, organizó una exposición con carteles, programas, las cabezas disecadas de toros de los años 1980 y 1990 que tienen en la peña, trozos de la maroma, algunos libros, y sobre todo, abundantes fotografías antiguas, que dejan ver con claridad el pasado de la fiesta, que como hemos dicho, era totalmente distinto al actual en cuanto en el recorrido, las gentes, y también el urbanismo de calles, plazas y edificios, algunos de interés patrimonial, y que han desaparecido.
En el año 1957 se publicó el primer programa sobre la fiesta y en él figura el recorrido, que era el siguiente: Toril, calle Matadero, Cortes Leonesas, Pasaje Conde Patilla, plaza Calvo Sotelo, plaza Onésimo Redondo (argolla y descanso de 20 minutos), calle Candil, plaza San Martín (argolla y descanso 20 minutos, calle Sancti Spiritus, plaza Generalísimo, Portugal, Pocico, plaza Telesforo Benito (argolla y 20 minutos desacnso), Ancha, corrillo Renueva, Cervantes, plaza Gonzalo Silvela (argolla y 20 minutos descanso), Encomienda de San Juan, Luisa Mozo, Obispo Regueras y plaza de Santa María, donde morirá, si antes por agotamiento no se le hubiera dado la puntilla.
Casi todos los toros llegaban al final y muchos corredores cumplían con el rito de mojar o pisar con sus zapatillas en la sangre del morlaco, una vez muerto.
La fiesta duraba tres días: el martes, llegada y desenjaule del toro y verbena en la plaza Mayor, en la que no faltaba el organillo (así figura en este año); el miércoles por la mañana diana floreada, había desfile de gigantes y cabezudos, bailes y danzas, y por la tarde, a las a las 18 horas, con disparo de la tercera bomba, comenzaba la carrera el toro enmaromado. Con bailes, verbenas populares y una traca final, concluía este segundo día. Y en el tercero por la mañana desfile de la banda de música por calles y plazas y por la tarde una Gran Novillada.
“Como puedes ver, me dice Alejandro, todo era muy distinto, también el recorrido, aunque no menos corto, y con un sabor más tradicional. Se tenía un gran respeto por el animal, pues cada cierto tiempo descansaba, nada menos que veinte minutos en cuatro ocasiones. Incluso se acercaba también a la ría de D. Felipe, bebía y refrescaba. Y casi siempre llegaba al final, que era frente a la puerta meridional de la iglesia de Santa María del Azogue. Aquí se le apuntillaba y sus restos pasaban al matadero. En este lugar se ha colocado hace años una argolla conmemorativa”.
Su buen memoria y la contemplación de las fotografías le sirven para recordar con nombre y apellidos a algunas de las personas cogidas por el toro y heridas, con mayor o menor gravedad: el cura, el de la tómbola Hermanos Cachichi, Marcelino el tornero, Justiniano el de Santa Cristina, Gregorio Ledesma el del kiosco, entre otros. Y recuerda también con tristeza, como no, al heladero uno de los fallecidos.
Pero son no muchas las personas cogidas después de tantos años, y menos lo eran antiguamente al ser menor el número de asistentes. Además todos se comportaban de otra forma.
Le pregunto por el origen del torito del alba: Esto fue una idea, que se le ocurrió al hijo de José Conde allá por el año 1953. Resulta que sacó a la calle, desde el corral de su casa en la calle San Martín, un carnero atado con una cuerda, y los niños tiraban de él y corrían. Con él recorrían en principio la plaza San Martín y la plaza de la Madera y luego regresaban de nuevo al corral. Lo hacía para divertir a los niños y años más tarde el carnero o la oveja se convirtieron en el torito o los toritos del alba.
Al contemplar las imágenes, nos llaman la atención los edificios, algunos de ladrillo, otros de tapial y adobe, y casi todos de planta baja. También el mobiliario urbano, letreros, anuncios en comercios, etc., signos evidentes del pasado. En la misma salida del toro destaca la antigua puerta de San Antón, una de los que daban acceso a la ciudad. Cerca de ella se encontraba el toril.
Para Alejandro, como para muchas otras personas, benaventanos o forasteros, esta fiesta ha sido, es y será importante, no sólo por su antigüedad, pues ya desde el siglo XVII hay constancia de que en la fiesta del Corpus se sacaba por las calles un buey enmaromado, sino también por la información, datos, historia y tradición que sigue generando. Pero se lamenta, no obstante, de que los años y los siglos pasen y no se tenga en la ciudad referencia permanente alguna sobre ella, si se exceptúa el local destinado a toril y la argolla anteriormente citada. Son muchos los turistas o simplemente viajeros que, al llegar a la ciudad, se preguntan y esperan ver algún monumento o recuerdo relacionado con esta fiesta local tan tradicional. O incluso les gustaría visitar algún aula, centro de interpretación o museo en donde se recoja y muestre toda la documentación escrita o gráfica sobre ella. Y es que, en verdad, son ya muchos los años y muchos los programas, carteles, algunos libros, maromas, argollas, cabezas de toro, símbolos diversos y últimamente hasta fallas, hechas por algunas peñas, todo lo cual podía figurar en dicho centro de interpretación o aula-museo.
Doy la razón al amigo Alejandro y le recuerdo que en localidades cercanas, con fiesta parecida en torno al toro, como Tordesillas, con el toro de la Vega o Cuellar, con los encierros, sí que tienen ese tipo de infraestructuras, en donde se recoge todo lo relacionado con la cultura y la tradición de dichos acontecimientos festivos, y sirve de información para los visitantes. ciudad.
El Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo tiene entre sus proyectos editar una memoria gráfica de la fiesta del Toro Enmaromado. Para su confección se contará con material fotográfico, cedido por diversas personas y que pertenece, tanto a la colección de la Peña Malgrat, como al archivo del Centro.

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jueves, 16 de junio de 2011

San Juan de Sahagún, patrón de Salamanca y de Sahagún de Campos.

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Fotografías de la iglesia parroquial de san Juan de Sahagún en Salamanca.
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Relieve colocado en el muro de la fachada de la iglesia. Se representa el milagro del niño caído al pozo.
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Este relieve también está en la fachada de la iglesia. San Juan interviene en la pacificación de los dos bandos de las familias nobles enfrentadas.
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Imagen de san Juan en la iglesia de Salamanca.
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Urna con los restos de san Juan de Sahagún que se encuentra en la Catedral Nueva de Salamanca.
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Momento de la celebración de la santa misa en la Catedral Nueva de Salamanca en día de su fiesta.
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Ermita de san Juan en la villa de Sahagún, su lugar de nacimiento. (Esta fotografía y las siguientes están tomadas del blog de la Hermandad).
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Casa propiedad de la Hermandad de san Juan, en Sahagún de Campos.
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Imagen de san Juan, que se encuentra en la ermita de Sahagún. A su lado el pozo con el niño del milagro que se le atribuye.
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Procesión solemne el día de san Juan de Sahagún por las calles de la villa terracampina.
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El pasado día 12 de junio se celebró en Sahagún de Campos (León) y en Salamanca la fiesta de un santo con nombre de Juan, y al que se conoce y denomina ‘de Sahagún’.
Con razón las dos localidades lo tienen por patrón, la primera, por ser el lugar de su nacimiento, año 1430, en donde viviría sus primeros años y realizaría sus primeros estudios, y la segunda, Salamanca, por tratarse de la ciudad en donde completó su formación religiosa hasta ser ordenado como fraile agustino en el convento que esta orden tenía en aquella época. Aquí vivió hasta su muerte en el año 1479. Y en la catedral, en el retablo central, al lado izquierdo y en una urna en la urna de metal, se encuentran sus restos.
En Salamanca se destacó por intervenir en la vida de la ciudad, destacando por su ayuda a los pobres y necesitados. Su mayor logro, según cuentan, fue conseguir apaciguar la querella que enfrentaba a dos bandos de familias nobles, los Manzanos y los Monroy, que, durante más de cuarenta años, disputaron y lucharon entre ellas, con muchas muertes por ambas partes.
Y también se atribuyen y recuerdan algunos milagros durante su vida en Salamanca. Uno, el del niño que cayó a un pozo profundo. Cuentan que Juan echó su cíngulo y el niño pudo cogerlo. Después el santo hizo subir el nivel del agua hasta que el niño llegó a la superficie.
El otro milagro tiene que ver con un toro bravo que se había escapado por las calles de Salamanca sembrando el terror. San Juan lo detuvo y amansó diciéndole “Tente necio”. La calle donde ocurrió el hecho se denomina así en la actualidad.
Para celebrar su fiesta hubo una misa en la parroquia a él dedicada. Al final de la misma el Ayuntamiento hizo una ofrenda de flores al santo.
Pero el acto religioso más solemne tuvo lugar en la Catedral Nueva. En el altar central, y junto al sepulcro del santo, el Sr. Obispo concelebró una misa solemne a la que asistieron las autoridades civiles y militares, además de numeroso público.
En su homilía recordó la vida de san Juan, centrada en el servicio a los demás, sobre todo los pobres y necesitados, y siempre dando más que recibiendo, pues así era más feliz.
Murió envenenado en el año 1479. Fue canonizado por el papa Alejandro VIII.
Sahagún celebra también con solemnidad la fiesta de san Juan. Es su patrón y no podía ser menos. Además cuentan desde antiguo con una Hermandad, de la que forma parte más de 260 socios y que se encarga de todo lo relacionado con el santo. Disponen de una casa antigua construida con ladrillo situada junto a la ermita. En ella celebran sus reuniones y otros actos de convivencia.
En la ermita-iglesia a él dedicada hay una imagen en la que se ve a san Juan vestido con el hábito agustino. A su lado, y como atributo, un pozo que nos recuerda uno de sus milagros..
El día de san Juan de Sahagún se celebra misa solemne, cantada y con sermón. Terminada la misa salen en procesión con el santo por las calles Sahagún.
Además de los actos religiosos no faltan los encierros, conciertos y otras actividades para niños, jóvenes o mayores.
Ojalá algún día estas dos localidades, la villa de Sahagún y la ciudad de Salamanca, que recuerdan y veneran al mismo santo patrón, san Juan, lleven a cabo un acto de hermanamiento que contribuya a un mayor y mejor conocimiento de la historia y arte de cada una de ellas.


















miércoles, 15 de junio de 2011

Benavente: Plaza del Grano

La Plaza a comienzos del siglo XX.
---------------------------------------------------------------Imagen antigua de la Plaza durante la celebración de un día de mercado.
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Casa de los Silvela, hoy ya desaparecida.
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El toro enmaromado también pasó antiguamente por esta Plaza.
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Bueyes y vacas llenaban la Plaza durante los días de mercado.
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Casa del conde Patilla, junto a la casa Donci.
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Antigua casa de los Rodríguez, en la actualidad oficinas del Ayuntamiento.
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La Ronda lírico-pasional pasando por la Plaza al comenzar la Semana Santa.
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La Plaza del Grano en la actualidad.
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Aunque en la documentación de los siglos XVI y XVII aparece denominada Plaza del Pan en Grano, el nombre más conocido y utilizado históricamente ha sido el de Plaza del Grano (Martín Benito, J. I. y de la Mata Guerra, J. C. “Las Calles de Benavente”, 2004).
Desde el siglo XVIII popularmente se la conoció como Plaza de los Bueyes, en alusión a que en este lugar se celebraba el mercado de dichos animales. Las imágenes dan prueba de ello, aunque las hay también en las que vemos carros cargados de sacos con cereales, trillos y otros útiles agrícolas.
En 1913 recibió el nombre oficial de Plaza de Canalejas, hasta que en el año 1937 la Corporación Municipal, en sesión ordinaria, acordó darle el nombre de Gonzalo Silvela, en honor de D. Gonzalo Silvela Tordesillas, capitán del ejército, que estaba emparentado con el Conde de Patilla. A raíz del fallecimiento en batalla del militar, el Ayuntamiento de Benavente se unió de este modo a las condolencias y recuerdo del mismo.
Está situada en el centro urbano, muy cerca de la Plaza Mayor, tiene forma triangular y es una de las más grandes de la ciudad. Se puede acceder a ella desde las siguientes calles: Santa Cruz, La Rua, Cervantes, Santa Catalina, La Encomienda de san Juan y Doctor Ledo del Pozo.
Siempre hubo y sigue habiendo mucho movimiento de vehículos y de personas por la plaza. Antiguamente motivado por los mercados de ganados (hoy se sigue celebrando el de las verduras de los jueves). Y también porque la calle de Santa Cruz, que la atraviesa, se inicia en la Soledad, lugar éste que ha sido y sigue siendo, para muchos ciudadanos y vehículos, la entrada más importante hacia el centro de la ciudad.
Además, formando parte de ella está la calle de la Encomienda de San Juan. Desde este lugar, elevado, se divisa toda la plaza: jardines con los árboles y demás plantas que los adornan, las esculturas de Coomonte y el mobiliario urbano existente. Y también se pueden ver las distintas celebraciones que se desarrollan a lo largo del año con motivo de las fiestas, mercados u otros acontecimientos: desfiles, procesiones, concentraciones, manifestaciones, etc.
También dan vida al lugar el edificio de Correos, la Notaría, y algunas oficinas bancarias, comercios y bares. Y, desde hace años, la Casa de los Rodríguez que, desde que fue rehabilitada, alberga gran parte de las oficinas del Ayuntamiento.
La plaza, que estaba antiguamente, en su mayor parte, porticada, fue dando paso a finales del siglo XIX a edificios, de ladrillo y piedra, de una o varias plantas. Entre ellos, y aunque algunos ya han desaparecido y otros han sido modificados, podemos destacar los siguientes:
-La Casa Rodríguez (1881), que he citado anteriormente, denominada y conocida también como Casa del Cervato o de los Cervatos por pertenecer sus propietarios a una familia originaria de la zona de Villadeciervos. En Benavente residió el hermano mayor del grupo, José, que desempeñó cargos políticos a nivel provincial e incluso nacional.
El edificio, construido por el arquitecto Segundo Viloria, fue adquirido por el Ayuntamiento. Poco después se instaló en él una Escuela Taller para proceder a su rehabilitación.
-La Casa de Santiago Barrios en la que estuvo hasta hace poco tiempo la oficina del BBVA y que hoy es un establecimiento comercial.
-La Casa-Palacio de los Silvela, una de las más antiguas de la plaza, que ya no existe. En su lugar se construyó un nuevo edificio. Estaba situada al comienzo de la plaza viviendo desde la Soledad por la calle santa Cruz. Los Silvela, primero Mateo y después su hijo Faustino, fueron grandes propietarios agrarios con posesiones en ésta y otras provincias del Estado. Y además de desempeñar cargos políticos, a nivel provincial y regional (diputados y senadores) fueron también directores de empresas, algunas nacionales, o miembros del Consejo de Administración de las mismas.
-También ha desaparecido el edificio conocido como Café del Conde, cuya entrada, y por tanto su fachada, estaba en la calle de las Carnicerías, y una parte del mismo se unía con el del Ayuntamiento y la plaza Mayor. Era la parte posterior, la que miraba a la plaza del Grano, como vemos en la imagen. Se trata de uno de los casinos más importantes con los que contaba la ciudad, conocido como Círculo del Conde. En sus amplios salones, además de actuaciones de animadoras y cupletistas, juegos de naipes y otros entretenimientos, había un moderno café, de ahí su nombre.
El edificio antiguo tuvo diversos usos a lo largo del tiempo, entre otros: sede de Auxilio Social (Cocina de Hermandad), y sede de la OJE (Organización Juvenil Española), con el Régimen anterior. También estuvo allí la central de teléfonos. El nuevo edificio está dedicado a viviendas y otros servicios, como la Clínica Malgrat en su planta baja.
-La Casa Donci atribuida al arquitecto Santiago Madrigal y construida en estilo neomudejar.
-La Casa de los Condes de Patilla, (D. Enrique Tordesillas O’Donnel y sucesores), es el edificio ocupado actualmente por las oficinas de Banesto y la Notaría. Se trata de una familia benaventana del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, que fueron, como algunas otras de la época, grandes propietarios de tierras y también políticos pertenecientes a los partidos liberales o conservadores de entonces.
El Conde de Patilla estaba vinculado a Benavente por su matrimonio con Dª. Sofía Fernández Casariego, hija del marqués de Casariego, que recibió como dote los llamados Estados de Benavente, adquiridos por éste a raíz de las muchas deudas del Duque de Osuna, su anterior propietario. (De la Mata Guerra, J. C. “Sociedad y Prensa en Benavente, siglos XIX y XX”).
Por algunas de las imágenes vemos que durante algún tiempo por la plaza, al menos por la zona de la Encomienda pasaba antes el Toro Enmaromado en el día de la fiesta. Y en la actualidad siguen pasando algunas de las procesiones en la Semana Santa, desfiles de Carnaval, etc.
La plaza ha sufrido muchos cambios, como toda la ciudad, en su urbanismo, no sólo en los edificios que la rodean, sino también en su pavimento, jardines y adornos diversos en los mismos. Hoy se pueden ver y admirar unas figuras realizadas por el escultor benaventano J. L. Alonso Coomonte, que sirven para recordarnos, aunque a través de materiales duraderos, los árboles desaparecidos y algunas aves de la fauna local tan amigas y conocidas por todos como las cigüeñas.

martes, 14 de junio de 2011

Granucillo de Vidriales: El Cristo, san Adrián y la ermita.

La ermita de san Adrián de Granucillo de Vidriales, situada junto al arroyo Almucera y no lejos de la sierra de Carpurias.
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Imagen de san Adrián, que se encuentra habitualmente en la ermita.
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Momento de la celebración de la santa misa el día de la fiesta del Cristo. Año 2007.
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Coro de mujeres cantando durante la celebración de la misa.
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Parte posterior de la iglesia con los asistentes a los actos el día de la fiesta.
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El Cristo y san Adrián ocupando lugar preferente junto al altar.
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El Cristo de Granucillo y la Cruz procesional.
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Detalle del Cristo de Granucillo de Vidriales.
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El día 16 de junio de 2007, publiqué este reportaje en el desaparecido semanario La Voz de Benavente y Comarca. Hoy lo hago en este blog para recordar esta fiesta que los de Granucillo siguen celebrando cada año con gran animación por estas fechas.

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De los pueblos del valle de Vidriales (vallem viridem-valle verde), situados en las proximidades del arroyo Almucera, tal vez uno de los más conocidos, e incluso visitados, sea Ganucillo. Y precisamente lo es por su historia y por lo que de arqueología y arte puede ofrecernos. Nada menos que restos de la época megalítica, como son los dos dólmenes, un castillo medieval, un rollo, una ermita construida en el siglo XII, y una iglesia, ya del siglo XVI, que destaca tanto en el exterior, como en su interior, ya que mantiene una parte de su artesonado y algunos retablos e imágenes de indudable interés.
La misma palabra Granucillo (granum cilla/cella-celda/casa/local para el grano) denota antigüedad, pues nos hace pensar en la dependencia de algún monasterio con una cilla y un cillero (cellarium), que sería el encargado de guardar los diezmos de la cilla.
Pero además Granucillo tiene un atractivo más que es la fiesta del Cristo de San Adrián, denominado así por el lugar en que se encuentra, la ermita dedicada a este santo. En este día, 16 de Junio, celebran y veneran a los dos. De hecho las dos imágenes están presentes en la iglesia durante los días de la novena, que comenzó el día 8; las dos desfilan en la gran procesión que se celebra por la tarde y a las dos rezan y cantan durante la misa, la procesión y en la misma ermita, su sede habitual.
La ermita está a las afueras del pueblo no lejos del arroyo. De forma rectangular, su antigua construcción se advierte en la paredes de mampostería, ábside con refuerzos en los muros, algunos canecillos y las dos puertas, la principal con arco de medio punto y la que da al poniente con arcos apuntados. Tal vez fuese ésta la salida a un antiguo cementerio que estaría junto a la iglesia primitiva, cuando el pueblo estaba aquí emplazado. En el interior, muy cuidado y reparado, con techumbre de madera, podemos ver un presbiterio bajo bóveda de cañón apuntado y en él un sencillo retablo con la imagen del Cristo. En una de las paredes laterales otro pequeño retablo con la imagen de San Adrián.
El Cristo con el nombre del patrón de la ermita es una talla gótica bella y estilizada, que nos muestra al Crucificado aún con vida, con la cabeza erguida y una expresión un tanto conmovedora.
Por su parte la imagen de San Adrián, también muy antigua lo mismo que su culto, nos muestra el cuerpo cubierto con manto o capa, en su cabeza un turbante y en la mano un puñal o espada, como atributo y para recordarnos uno de los instrumentos de su martirio, con el que le cortaron las manos y las piernas, según cuenta la leyenda.
Adrián era un jefe de elevado rango en el ejército imperial y sorprendido por la fortaleza y felicidad ante el suplicio de los prisioneros cristianos, animado por su mujer Natalia, se unió a ellos en su fe, en su creencia y también en su martirio, que tuvo lugar hacia el año 280, en tiempos del emperador Maximiano. Sus restos son llevados a Constantinopla y su veneración y culto se extiende rápidamente por toda Europa llegando a Italia hacia el siglo VII, en donde se le erige una iglesia en el mismo foro romano.
La llegada de su culto a Granucillo pudiera coincidir con la llegada de la imagen, en el siglo XII, cuando los monjes cistercienses de Moreruela tenían posesiones, dominios e iglesias por toda esta comarca.
Lo cierto es que San Adrián es venerado en el pueblo, aunque no se celebre la romería tradicional que con seguridad hubo en algún tiempo. No estaría mal su recuperación, pues el emplazamiento de la ermita con la pradera y árboles que la rodean, la sierra, los campos y el arroyo no lejos, invitan a ello. Sería una de las más importantes y concurridas del valle.
Pero, aunque no haya romería, los de Granucillo celebran a lo grande su fiesta del Cristo, como ya he dicho, sin olvidarse de San Adrián que lo acoge en su ermita.
Al llegar al pueblo, me encuentro en la plaza de la iglesia con Juan Francisco y Fernando que me cuentan en síntesis cómo va a transcurrir la fiesta.
La fiesta es del Cristo, me dice Juan Francisco, pero también de San Adrián. A la una es la misa y por la tarde se celebra la procesión, en la que se lleva a los dos. Y todo el que tenga una promesa o algo parecido, y ofrezca un donativo, que ahora se deposita en una urna que hay sobre las andas, puede llevar al Cristo durante un momento. Pero para San Adrián no se dan donativos, aunque puedan llevarlo quien lo desee.
Y Fernando continúa: Durante la procesión se va cantando, y al llegar a la ermita, después de los últimos rezos, se subasta el Cristo para su colocación en el trono, que es el retablo del altar mayor de la ermita. Se ofrece un donativo y quien dirige la subasta dice: -¿Ay quien dé más?. Y así sucesivamente hasta que ninguna otra persona quiera participar ofreciendo un donativo.
Me entero que, después de cada oferta, todos los presentes en la ermita cantan el Per signum Crucis y que, además, lo hacen en latín. El cántico dice asi:
Per signum Crucis / de inimicis nostris / libera nos Domine Deus noster. / Omnis terra adoret te et psallat tibi / et psalmum dicam nomini tuo, Domine. (Por la señal de la Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor. Toda la tierra te adore y te cante. Yo diré un salmo a tu nombre).
Ahora es Juan Francisco, el de más edad, quien toma la palabra. Compruebo que siempre son los mayores quienes más y mejor recuerdan y viven las tradiciones:
Antiguamente, en la procesión, desfilaban pendones de varios pueblos y hasta venía el de San Adrián del Valle, en donde este mismo santo es el patrón. Aquí también tenemos pendón y es bastante grande. Pero ya no se saca a la calle. Allí sigue encima de la viga. Y es que ya no hay gente para ello.
Fernando me dice que él ya no conoció lo de los pendones. Pero nunca es tarde para que iglesia y pueblo, de común acuerdo, los puedan incorporar a la fiesta. Y lo de que no hay gente no nos vale, y menos para las fiestas, pues son muchos los que acuden, y muchos también los que tienen allí su segunda vivienda. Solamente falta que estén dispuestos a dar y colaborar, lo mismo o más, que a recibir y disfrutar de todo aquello que el pueblo ofrece.
Por parte del sacerdote, D. Miguel Hernández, seguro que no habrá problema, porque es amante de las tradiciones de éste y de los seis o siete pueblos más del valle, a los que atiende y dedica su tiempo. Además me cuenta él mismo, que en Granucillo hay una cofradía del Cristo, a la que prácticamente pertenece todo el pueblo. Y que cada año se elige una Junta directiva, que se encarga de la organización de los diversos actos.
Y seguramente que antiguamente también existió cofradía, pero no me lo puede asegurar, porque no dispone ni conoce la existencia de estatutos que lo demuestren. Pero pudieran existir.
Es evidente la devoción que tienen a su Cristo y a San Adrián. Por la mañana se celebró la misa, cantada y con homilía especial en torno a la Eucaristía y la Cruz y los valores que transmiten en relación con el amor, la unión, la participación, la paz y la justicia social. A las peticiones contestan todos: Por tu Pasión y tu Cruz, escúchanos, Señor. Y en su momento todos se desean la paz. Es día de fiesta y de convivencia.
Por la tarde, a las siete, y ante la imposibilidad de salir la procesión hacia la ermita por culpa de la lluvia, los actos se realizan en la misma iglesia: la celebración del último día de la novena con las oraciones de costumbre, el rezo completo del rosario e incluso los cánticos que tenían preparados para la procesión. Con el primero Pésame, mi Dios, hacen un recorrido por la Pasión de Cristo: Oración del huerto, condena de Pilatos, la Cruz a cuestas, etc. También suelen cantar otros en la procesión, como Agua te pedimos, que en este día y momento no tiene mucho sentido porque está lloviendo, pero sí los siguiente Mil gracias te damos, y Acción de gracias, con los que se trata de agradecer al Cristo el agua enviada, que es un bien para las cosecha: Oh Cristo bendito / mil gracias te damos, / pues con tu poder regaste los campos /. Y otra estrofa dice: El que no lo crea / ya lo ve bien claro, / que el Cristo bendito / ha regado el campo /...
Por último, al llegar a la ermita, suelen entonar un cántico de acción de gracias, algunas de cuyas estrofas dicen: Todo el pueblo Granucillo / ha venido a acompañar / por sus agradecimientos / al Cristo y a San Adrián. /; Y la última: Adios Santísimo Cristo / de San Adrián titulado, / no te olvidaremos nunca / por los años que vivamos /.
Y, ya en la ermita, terminan despidiéndose del Cristo y de San Adrián: Todo el pueblo Granucillo / ha venido en procesión / para dejar en la ermita / nuestro abogado y patrón. /; Oh Cristo de San Adrián / ya os decimos adiós, / ya quedáis en vuestra ermita / fuera de la población. / ; Adiós Santísimo Cristo / de San Adrián titulado / no te olvidaremos nunca / por los años que vivamos. / etc. etc.
Aunque no hayan podido celebrar la procesión los de Granucillo han cumplido con la tradición. Después seguirán con la fiesta en sus casas y en la calle con otro tipo de actos.