lunes, 31 de octubre de 2011

La espadaña de Cunquilla de Vidriales.

Al llegar a Cunquilla, desde Brime de Urz, se ven las bodegas y la iglesia con lo que queda de la espadaña.
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Aspecto que ofrece la espadaña vista desde la parte occidental.
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La iglesia con la espadaña a la izquierda y, en primer término, el consultorio médico.


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A pesar de la destrucción de parte de la espadaña, las cigüeñas no han dejado de venir al pueblo y hacer su nido.


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Solamente se mantuvo en pie una de las dos ventanas que tenía la espadaña y en las que se sujetaban las campanas.


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Se advierte aquí la anchura de la pared de la espadaña y la piedra utilizada en su construcción, piedra procedente de la sierra de Carpurias, que se encuentra muy cerca.


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Cunquilla es un pequeño pueblo de la comarca de Benavente (Zamora), comarca por la que discurren cinco ríos y tres arroyos. Esta muy cerca del Almucera, arroyo que recorre el valle, en este caso de Vidriales, cuya nombre significa verde (del latín viridem con alteración o cambio de lugar en algunas consonantes).
La disminución de su población no ha impedido que se hayan construido algunas viviendas o reparado las antiguas. También se han urbanizado las calles y la plaza del pueblo en la que se encuentra una antigua panera que hoy utilizan como bar o lugar de charla y convivencia.
Además de la panera se conserva el edificio de la antigua fragua o herrería, aunque tenga ahora otros usos. Y sus vecinos disponen también de consultorio médico una vez realizadas las debidas obras.
Lo que destaca en Cunquilla, por su antigüedad y valor artístico, es su iglesia dedicada a san Miguel. Más importante en su interior: artesonado, retablos, imágenes, pila bautismal, etc. que en su exterior, aunque, después de su restauración, se encuentra en buen estado.
Pero, para muchos, tal vez, por lo que el pueblo es más recordado, al menos por los que viven, han vivido allí, han pasado por la carretera, o han paseado por la sierra y monte cercano, sea por su espadaña, por la espadaña de su iglesia, que se encuentra destruida, en parte, desde hace ya muchos años.
Si las piedras hablasen, en este caso las de la espadaña de Cunquilla, nos dirían lo siguiente:
“Hace ya más de 100 años que por estas tierras se desencadenó una tormenta, con gran aparato eléctrico, y uno o varios rayos cayeron sobre mi, hasta el punto de destruirme en parte. Abundantes piedras, junto con las campanas, cayeron al suelo. Pasado un tiempo, las piedras fueron retiradas y las campanas se guardaron, hasta que posteriormente se instalaron en un muro construido frente a la puerta del templo.
Al haber transcurrido tantos años en este estado, me he convertido en el centro de atención, no exenta de crítica, de vecinos, forasteros, y de todos cuantos pasan por la carretera hacia los demás pueblos del valle o hacia Benavente. Todos, al verme, de cerca o de lejos, se lamentan y comparten la misma opinión “Ya es hora de que la iglesia, los alcaldes, concejales, diputados y vecinos, se pongan de acuerdo y se lleve a cabo mi reconstrucción”.Pienso que, uniendo fuerzas y voluntades, el coste no sería demasiado. Sin embargo la dejadez, la desidia y el abandono, hacen o producen a todos una mala impresión. Y más ahora cuando las rutas arqueológicas, artísticas o medioambientales se están potenciando en esta provincia, y en esta comarca de los Valles de Benavente.
Desde la altura en la que me encuentro he visto acercarse a la iglesia hombres y mujeres de varias generaciones. Y con frecuencia han mirado hacia arriba para ver si mi situación iba a peor.
Desde aquí he visto campos sembrados y viñas cargadas de racimos, el monte y la sierra cercana, el derribo y construcción de casas, corrales, palomares, etc. Sobre mí se han posado las aves que abundan en esta zona: gorriones, estorninos, palomas, etc. Al menos a estos les sigo prestando algún servicio, a falta de aquel que me corresponde, estando junto a la iglesia, como es sostener las campanas.
También, desde aquí, veo a mi pueblo, Cunquilla, y a algunos otros del valle: Brime, Granucillo, Grijalba, etc.; veo a los que viajan todos días para ir a su trabajo, y a quienes, como visitantes, o turistas, se acercan para ver iglesias y ermitas, con sus retablos o artesonados, restos arqueológicos romanos o no romanos, fuentes, palomares, castros. O, más concretamente, los que quieren ver las puertas de la iglesia de Fuente Encalada, la fuente romana de San Pedro de la Viña, el campamento de Petavonium, etc. O los que lo hacen por conocer el valle y sus pueblos con casas antiguas y al modo tradicional, algunas de ellas con llamativas chimeneas, puertas, cerraduras, etc. que llaman la atención. Y sobre todo veo a los que hacen la ruta de las espadañas por este u otro valle, y se acercan a mí. Son estos los que más se lamentan de mi estado y piden que, de una vez ya, se lleve a cabo la obra de la reparación o reconstrucción de la parte destruida, por parte de quien corresponda, aunque sólo sea por respeto al pasado y a la historia”
Ojalá que los deseos de todos se cumplan, que se pueda volver a ver pronto y en perfecto estado a la espadaña y que siga siendo, desde el altozano en que se encuentra, un hito o referencia para todos los que pasan por este Valle de Vidriales.

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jueves, 27 de octubre de 2011

Ornamentos litúrgicos de la iglesia Santa María del Azogue, de Benavente. Exposición.

Una parte de los diversos ornamentos expuestos en la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente. Año 2008.
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Capa pluvial de color verde, de seda, con hilos de oro y ramajes variados.
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Capa pluvial de tisú brocado, con hilo de plata y oro, y con abundante ramaje. De finales del siglo XVIII.
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Casulla y capa del terno donado a la iglesia de Santa María del Azogue por Doña Soledad González.
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Casulla morada con imagen de la Trinidad.
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Otras dos casullas de distintos colores, y decoración variada.
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Dalmática procedente del antiguo monasterio de san Jerónimo de Benavente. Siglo XVIII.
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Capillos para cubrir la cruz.
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Humerales o paños de hombros, utilizados para coger la custodia o el copón.
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Dos collarines del siglo XVIII.
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Umbela y capillos para llevar el Viático.
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Sacristía de la iglesia de Santa María del Azogue con las cajoneras, en las que se guarda la ropa expuesta.
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Durante los últimos días del mes de Agosto y primeros del mes de Septiembre del año 2008, y en el interior de la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente, hubo una exposición con parte importante de la ropa y ornamentos litúrgicos pertenecientes a dicha iglesia.

El protagonista y promotor de la idea fue su párroco D. Leovigildo Martín Villar (D. Gildo, como le llaman siempre sus feligreses y amigos):

“La finalidad de esta muestra, me dice, es airear la ropa, pues le viene muy bien después de estar varios años metida en las cajoneras y armarios de la sacristía. Ya lo hemos hecho más veces, concretamente la última hace seis años. Pero esta vez parece ser que ha tenido más eco y más aceptación por parte de la gente, a juzgar por los muchos que ha pasado por aquí. Todos han admirado y valorado las distintas prendas expuestas”.

La liturgia de la Iglesia Católica, como ocurre en algunas otras confesiones, se reviste siempre (aunque más antiguamente que en la actualidad) de un gran ceremonial, a cuya importancia y vistosidad contribuye el uso de una gran variedad de ropas y ornamentos, utilizados unos por la jerarquía y otros para cubrir y adornar objetos o para vestir imágenes.

Lo que vimos en San María fue, fundamentalmente, lo siguiente:

-Varios ternos, distintos cada uno en los colores y por supuesto en los materiales y la confección. Se trata de tres piezas de gran tamaño (capa o casulla y dos dalmáticas) que vestía el sacerdote oficiante y los dos ministros (diácono y subdiácono que le acompañaban) en la celebración de una misa mayor. La casulla en la misa y la capa en las procesiones y otros actos litúrgicos. También eran del mismo color y confección otras piezas o accesorios menores, pero necesarios en la vestimenta (manípulos, estola, etc), en el altar, o en otros momentos (paños de hombros o humerales, cubrecaliz, bolsas de los corporales, etc.).

Se expusieron también casullas, capas y otras prendas, que no formaban parte de ternos, como capillos (capas pequeñas) que se colocaban en la cruz parroquial, algún peto (vestidura de la Virgen), etc.

Los visitantes pudieron acercarse a la sacristía, y, además de la bóveda de cañón decorada con yeserías y pinturas, ver sobre las cajoneras otros objetos utilizados en la liturgia, como las pequeñas capas que vestía el sacerdote cuando llevaba el viático a algún enfermo y también la umbela (especie de sombrilla blanca, de tela fina, a modo de paraguas), que alguien llevaba sobre la cabeza del oficiante, portador de las sagradas formas.

“Tenemos en la parroquia, más de cien prendas de gran tamaño (capas, casullas y ternos) y otros muchos ornamentos menores, además de otras telas más o menos antiguas que se colocaban sobre el púlpito, los altares u otros lugares”, dice D. Gildo. Lo que hemos expuesto son unas sesenta.”

Respecto a los materiales con los que están confeccionados predominan los tisus, brocados, hilos de oro y plata, sedas, etc. Algunos proceden de talleres de Valencia y fueron confeccionados, la mayor parte, durante los siglos XVIII-XIX y XX, aunque hay algunas piezas que tienen mayor antigüedad. A pesar del tiempo transcurrido y de las telas utilizadas, en general se conservan bien, aunque estén casi siempre dentro de las cajoneras.

Precisamente en estos días el Obispado de Zamora con la colaboración de la Junta de Castilla y León ha estado catalogando y valorando debidamente las prendas expuestas, que han pasado a formar parte del patrimonio religioso cultural de la diócesis de Zamora. Don Gildo se congratula de ello, pues el inventario es la mejor forma de conocer todo lo que de valor artístico, etnográfico y cultural, poseen las parroquias.

Al preguntarle por la procedencia de las distintas piezas destaca entre todas las siguientes:

-Un terno de color rojo, tafetán salmón, con ramajes de variados colores, procedente del antiguo Monasterio de los Jerónimos, de finales del siglo XVIII.

-Un terno de color blanco, brocado, espolín, con ramaje de hilos de oro, regalado por D. Pedro Núñez que fue Obispo de Coria y que pertenecía a la familia de los marqueses de los Salados de Benavente.

-Un terno de color azul regalo de la familia Sanz Ajero Bobillo.

-Un terno blanco dorado, donado por Soledad González. Ella misma corrió con los gastos de su reparación posteriormente

-Los demás ternos y el resto de las prendas fueron comprados por la parroquia a lo largo de los años.

Ni que decir tiene que los colores vivos y brillantes, las formas y figuras geométricas, vegetales o humanas que los adornan, junto con los materiales empleados y el trabajo artesanal contribuyen a su mayor belleza y vistosidad.

Respecto a los colores conviene recordar que, antiguamente, a lo largo del año, la Iglesia Católica empleaba unos u otros, en la misa y otros actos, según el momento o tiempo litúrgico del año. Los colores eran y son símbolos que sirven para recordar a los fieles el tipo de celebración. Entre ellos destacaban los siguientes:

Blanco: Símbolo de júbilo y alegría utilizado en las fiestas principales como la Navidad y la Pascua, Todos los Santos, Cristo Rey, y algunos otros días.

Negro: Símbolo de tristeza y dolor, que se utilizaba en los funerales, misas de difuntos y algunos días de la Cuaresma. Hoy, en su lugar, se utiliza el morado.

Rojo: Simboliza el martirio y la fuerza del Espíritu Santo, de ahí su utilización el día de Pentecostés, Viernes Santo, en las fiestas de los mártires, etc.

Azul: Como símbolo de pureza y virginidad se utiliza sobre todo en las fiestas de la Virgen María.

Dorado: Junto con el blanco expresan júbilo y triunfo y es el color de las grandes fiestas, en especial el Domingo de Resurrección.

Verde: Simboliza la esperanza (en la venida del Mesías y en su Resurrección) y aunque hoy apenas se utiliza, sí lo hacían antiguamente algunos días después de la Navidad y después de la Pascua hasta que llegaba el Adviento.

La iglesia de Santa María del Azogue, hito y referencia obligada para vecinos y visitantes, por su antigüedad y belleza artística y arquitectónica se está convirtiendo, cada día un poco más, en un verdadero museo. Y toda gracias a los cuidados y preocupaciones de su párroco, quien lo está consiguiendo, contando también con la ayuda de otras Entidades e Instituciones. Los ciudadanos lo pueden comprobar al ver sus ábsides y puertas, su sacristía, sus retablos, imágenes y pinturas. Y también sus ropas y ornamentos litúrgicos, como los que se expusieron en esos días y de los que he querido dejar constancia en estas páginas.

lunes, 24 de octubre de 2011

Recordando a San Crispín en Benavente.

Cofrades y autoridades a la puerta de la iglesia de San Juan del Mercado de Benavente, momentos antes de comenzar la misa el día de san Crispín del año 2008.
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Cofrades y autoridades asisten a la celebración de la misa en la iglesia de san Juan del Mercado. Año 2008.

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Vara de la antigua cofradía con imagen pintada de san Crispín.
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Imagen de san Crispín de la iglesia de San Juan del Mercado de Benavente.
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Imagen de san Crispín de la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente.
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Santos Crispín y Crispiniano. Grabado. Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona.
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(Este reportaje fue publicado en el semanario La Voz de Benavente y Comarca, en el mes de Noviembre de 2008).

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El día 25 de Octubre la Iglesia venera a San Crispín, al que se considera como patrón de los zapateros y de todos aquellos oficios relacionados con la piel: boteros, curtidores, guarnicioneros, etc.

En Benavente, antiguamente, existió una Cofradía de Socorros Mutuos bajo la advocación de este santo y que, como las de San Miguel y de San José, se ocupaba de prestar atenciones diversas a asociados y a sus familiares en casos de enfermedad y otras necesidades materiales o espirituales. Y celebraban la fiesta en la fecha citada con diversos actos, humanitarios unos, y religiosos o lúdicos otros: visitas a enfermos, ayuda a pobres y necesitados, misa por vivos y difuntos, comida de convivencia, juegos y otros tipo de distracciones.

Pertenecían a la Cofradía numerosas personas, pues eran muchos los que, según consta, desempeñaban los oficios citados. A mediados del siglo XVII la ganadería existente en Benavente era abundante. De ahí que también lo fuese el curtido de las pieles y la elaboración de los derivados de ellas como son los zapatos. Había en la ciudad en ese siglo 25 curtidores y 43 zapateros, que se agrupaban en un gremio bajo la protección de San Crispín. El gremio tenía su sede religiosa en la iglesia de San Andrés, hasta que desapareció al ser desamortizados sus bienes. Posteriormente, en 1880, se formó una sociedad con su nombre que se asentó en la iglesia de San Juan de Mercado a la que se trasladó su imagen. Los curtidores vivían o estaban agrupados, en su mayoría, en la calle denominada Pelambres (pellis - piel). Aquí realizaban su trabajo de preparación de las pieles. Y también muchos de los zapateros, sobre todo remendones. Ya el siglo XX, concretamente en el año 1946, hay constancia de que todavía son más de 30 las personas se dedican a alguno de estos oficios.

A finales del siglo pasado, la cofradía de San Crispín estaba a punto de desaparecer como los mismos oficios, e incluso las personas que más o menos artesanalmente los desempeñaban. La industria y el comercio ofrecían otro modo de vida y de vivencias. Este fue el motivo por el que un grupo de personas de Benavente, respetuosas con el pasado y amantes de las tradiciones, decidieran refundar dicha cofradía, aunque ahora convirtiéndola en la Asociación Cultural, Deportiva y Recreativa San Crispín, de acuerdo con la nueva normativa relacionada con las asociaciones. Buena idea, pues con ello en esta ciudad se podrá seguir recordando y respetando el pasado y la tradición en torno a este santo tan popular, aunque las actividades o forma de celebrarlo sean distintas.

Crispín y su hermano Crispiniano, de familia noble romana, ejercían su profesión de zapateros allá por el año 290. Pero gran parte de su producción era donada a los pobres y necesitados a quienes atraían hacia su fe cristiana. Vivieron en una época llena de persecuciones y ellos mismos fueron sometidos a tormentos hasta morir como mártires en la localidad francesa de Soissson.

En grabados, pinturas o esculturas, se les suele representar con vestido y con el delantal característico de los zapateros remendones, distribuyendo zapatos o incluso colocándoselos en los pies a los necesitados.

Como atributos llevan la palma del martirio y una espada al cinto, complemento de su indumentaria. Es frecuente verlos trabajando en su taller, sentados ante una mesilla con una bota en la mano y rodeados de zapatos y herramientas de la profesión: lezna, chaira, abrochador, tijeras, hormas, etc, sin que falte el cubo de madera para remojar el cuero.

José Luis Jiménez, vicepresidente de la nueva Asociación y que también ejerce de secretario, me informa sobre las actividades que ahora realizan.

“No contamos con el acta fundacional ni con los estatutos de la antigua cofradía, pero sí con el testimonio de algunos socios ya mayores, que pertenecieron a ella durante más de 40 años. Por ellos sabemos lo que se hacía y hemos querido seguir haciendo en lo posible algunas actividades como la visita a los enfermos y necesitados en la víspera de la función religiosa del domingo”.

Aunque suelen celebrar la fiesta en un fin de semana del mes de noviembre, saben ellos muy bien que San Crispín, el de los zapateros, es el 25 de Octubre y en esta fecha siempre lo celebraba la antigua cofradía. Pero ahora las cosas han cambiado, me dice José Luis, y tenemos que pensar también en los socios y en que muchos de ellos residen fuera y por eso se hace en un fin de semana. Además algunas de las actividades de la Asociación se desarrolla el mes o meses anteriores, o a lo largo de todo el año.

Y ¿qué actividades realizáis en la actualidad?

“La nueva asociación, añade José Luis, ha apostado por la cultura y por eso programamos una serie de actividades a los largo del año, algunas a nivel local y otras incluso comarcal. Entre ellas: el ciclo de cine. (este año la sexta edición); pruebas deportivas como la milla acuática; viajes culturales, y conferencias sobre temas diversos: salud, deportes, música, etc”.

Este año 2008, aparte de las deportivas y el ciclo de cine, el pasado día 7 de Noviembre tuvo lugar la conferencia, (seguida de coloquio), “Liberalia entre Verdi y Sarasate”, en el salón de actos de la casa de Cultura de la Encomienda a cargo de Juan Antonio Fernández Martín, un benaventano que por su profesión y su actividad empresarial reside en otra localidad de la provincia. En tono ameno y familiar habló sobre algunos rasgos de la vida de estos músicos famosos y sus aficiones o relación con las viñas, el vino y las bodegas. No le faltó al conferenciante sabiduría y también humor al hablar de Liberalia (Liber-Baco, dios romano del vino), bonito nombre y apropiado para su propia bodega, en la que la música de estos u otros autores se puede escuchar permanentemente a lo largo del año.

El sábado día 8 realizaron la visita a los enfermos e impedidos, como se hacía antiguamente, y el domingo día 9, a las trece horas, asistieron los directivos con varas, socios, autoridades e invitados, a la santa misa en honor de San Crispín, en la iglesia de San Juan. Después de la misa se reunieron en un restaurante de la ciudad en donde se ofreció un vino de honor, que sirvió como acto de convivencia entre todos.

Por último, me dice José Luis: “Invitamos a los actos a todos los socios (somos 240), pero no les obligamos a asistir. San Crispín sigue siendo nuestro patrón, aunque, los tiempos han cambiado y en la Asociación no tengamos muchos zapateros o curtidores. Pero algunos sí que lo fueron o lo son como Manolo Sandín, Paulino Cobreros, Rafael López Iglesias, Benito Vega Espinosa y algunos otros, que no se pierden la fiesta”.


sábado, 22 de octubre de 2011

Monumentos y escultura pública en Salamanca: Gran Vía y cercanías.

Monumento al Empresario, 1987. Zócalos de granito, columna central en piedra de Villamayor, imagen de Mercurio en bronce. Autor: Gabriel Sánchez Calzada. Lugar de ubicación: Confluencia de la Gran Vía con la calle Azafranal.
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Náyade, 1972. Bronce. Autor: Agustín Casillas. Lugar: Plaza de la Cosntitución.
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San Cristóbal. Bronce, con pedestal de granito. Autor: Valeriano Hernández. Lugar: Plaza de San Cristóbal.
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Monumento a Gerardo Gombau, 1983. Bronce. Autor: Venancio Blanco. Lugar: Plaza de San Julián.
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Mirando al cielo. Bronce. Autor: María Salud Parada. Lugar: Plaza de Numancia.
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Monumento a Tomás Bretón, 1995. Bronce, con pedestal de piedra de Villamayor. Autor: Vicente Cid Pérez. Lugar: Plaza de Tomás Bretón.
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Parvati 19, 1992. Relieve en piedra. Lugar: Edificio Altamira, calle Asaduría. Autor: Severiano Grande.
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Al pasear y pasar hace días por la Gran Vía y algunas calles próximas he podido ver en primer lugar el "Monumento dedicado al Empresario. Cámara de Comercio e Industria de Salamanca 1886-1986". Está ubicado en la conflencia de la gran Vía con la calle Azafranal, muy cerca de la Plaza de España y el parque de la Alamedilla.

En la misma calle, y en la denominada, actualmente, Plaza de la Constitución, una escultura de Agustín Casillas con el título de Náyade, contribuye al ornato del lugar.

Y, no lejos de la Gran Vía, se encuentran: el Monumento a Gerardo Gombau, concretamente en la Plaza de San Julián, cuyo autor es Venancio Blanco; una escultura de Valeriano Hernández, dedicada a San Cristóbal, en la plaza de su nombre y junto a la iglesia; una bella escultura, ‘Mirando al Cielo’ cuya autora es Mª Salud Parada, en la plaza de Numancia; y el busto de Tomás Bretón, de Agustín Cid, en su antigua plaza.

Por último en el edificio Altamira de la calle Asadería, hay un relieve en piedra, que representa a Parvati, diosa de la religión hinduista, y cuyo autor es Severiano Grande.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Cencerros y Cencerreros en Montehermoso.

Cencerros y cencerras de distintos tamaños, expuestos en la feria para su venta.
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Cencerros del mismo tamaño y con el badajo puesto
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Miembros de la familia Iglesias, fabricantes de cencerros desde hace siglos en Montehermoso, en su puesto de venta en 'Agromaq 2011' de Salamanca.
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Cencerros variados. Sobre la cabeza de F. Iglesias uno que llaman apucharado, por tener forma de puchero.
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También fabrican cencerros de gran tamaño para toros y cabestros.
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Junto a los cencerrros, muchos y variados badajos.
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En las mascaradas de invierno de Abejera, Riofrío y Sarracín de Aliste, y otros pueblos del norte de la provincia de Zamora se usan cencerros.
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Una persona disfrazada con varios cencerros a su espalda en los Carnavales de Villanueva de Valrojo (Zamora).
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Lo mismo ocurre en el Carnaval de varias localidades del Noroeste de Portugal.
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El pasado mes de septiembre, durante la celebración de Agromaq, la Feria Ganadera y de Maquinaria Agrícola que desde hace años se celebra en Salamanca, pudimos visitar también un pabellón comercial en el que se mostraban y vendían productos artesanales relacionados con la alimentación, y de otro tipo, fabricados por artesanos de Salamanca o de provincias limítrofes. Es el caso de los Cencerreros de Montehermoso Felipe y Pedro Iglesias, que acudieron con su mercancía a la Feria. Ellos han continuado con la tradición artesana que sus antepasados iniciaron hace siglos.

En este pueblo de Cáceres, Montehermoso, se mantiene la tradición artesana, aunque sean menos las familias que se dedican a ello. Todavía se hacen gorros o sombreros, con adornos muy llamativos, hay algún alfarero y sobre todo cencerreros, como la familia Iglesias, que hemos visto en la feria y con los que hemos hablado sobre su oficio.

Para hacer cencerros se necesita chapa que, en la actualidad, compran en un almacén. Antiguamente utilizaban incluso la de los bidones u otros utensilios que la tuviesen. En este caso, ellos la cortaban y preparaban, y resultaba más barato. Ha cambiado también lo que se refiere al horno. Antes siempre los cocían en uno de carbón, ahora solamente si se trata de poca cantidad, pues si son muchos los que tienen que cocer lo hacen en horno de gasoil.

Cuando hace ya años visité a un artesano, cencerrero, en Rubielos de Mora (Teruel) pude comprobarlo. Lo hacía todo manual y artesanalmente. La verdad es que sus cencerros eran de pequeño tamaño. Uno a uno, después de preparados, los recubría de barro, con trozos de metal en su interior, y los metía dentro del fuego, de carbón, para su cocción. El metal se deshace a 1000 grados de temperatura, lo baña y suelda y contribuye a que suene. Y es que cada cencerro tiene su sonido. Conseguir el mismo para gran número de ellos resulta difícil, aunque muchos sí que suenan igual. De hecho hay ganaderos que los piden igual para todo su rebaño.

El que sea más ronco, oscuro o claro depende de la chapa utilizada. Tiene que ser más gruesa para el más ronco y lejano, y más delgada para el más claro y alegre.

Los ganaderos utilizan unos u otros según el terreno en donde vaya a estar o pastar el ganado, fincas grandes, campos llanos, dehesas, montes, valles, montañas rocosas, etc.

Tienen una doble función, localizar al animal extraviado y amenizar al pastor, pues van afinados en diversos tonos. El afinado se consigue a base de golpes en diferentes zonas.

En Asturias, Cantabria y otros lugares en los que llevan el ganado al monte es imprescindible que los animales lleven cencerros.

En la Trashumancia es necesario también para saber cada uno donde van sus vacas, ovejas, o la vaca guía. El ganadero sabe qué ganado es el suyo por el sonido de los cencerros.

También se utilizan, y en algunos lugares en abundancia, en muchas de las fiestas tradicionales como los carnavales, mascaradas, etc.

La palabra cencerra nos indica su tamaño. Suele usarse y denominarse así en aquellos lugares en los que solamente hay rebaños de ovejas y cabras. Para ellos siempre son cencerras.

Sin embargo con el término cencerro ya nos referimos o designamos a los de mayor tamaño, como los que se usan para el ganado vacuno y, dentro de este, para los toros y cabestros.

Junto a esta campana de latón, tosca por lo común, hecha con chapa de hierro o cobre que se coloca en el pescuezo al ganado ovino y bovino y que llamamos cencerro tenemos, como hemos dicho, la cencerra, que es más pequeña, pero con parecida forma, significado y uso. Y también la cencerrilla y el cencerrillo, de menor tamaño ambos que los anteriores y con distinto sonido.

Con los cencerros se cencerrea, que no otra cosa es que tocarlos insistentemente en fiestas de Carnaval o en otros momentos, como cuando se daba la cencerrada antiguamente en pueblos de León y que consistía en producir un ruido desapacible con cencerros, cuernos y otros objetos a la puerta de su casa, y así burlarse de los viudos la primera noche de las nuevas bodas.

En Montehermoso se fabrican más cencerros que cencerras o cencerrillas, y hasta de 35 cm. de tamaño sobre todo los que son para bueyes mansos o cabestros. En alguna ocasión, por encargo, y más para adorno o exhibición, han hecho algunos hasta de 50 cm. Hacerlo tan grande no deja de ser más complicado sobre todo su cocción en el horno a tantas calorías.

En la actualidad se hacen muchos pequeños que los visitantes y turistas se los llevan como recuerdo.

Los precios varían según el tamaño, desde 3 o 4 euros uno pequeño hasta el más grande que hacen que puede tener un precio de 100 o llegar hasta 150. Las ovejas suelen llevar cencerros de unos 10 cm y su precio es de 10 euros.

Además de los tres o cuatro fabricantes artesanos de Montehermolso (Cáceres) hay alguno en Rubielos de Mora (Teruel) y en Ciudad Rodrigo (Salamanca).Pero también en Andalucía, Castila la Mancha, Castilla y León, Galicia y Navarra, aunque muchos menos de los que había hace años.

domingo, 16 de octubre de 2011

Charanga "Solera" de Burganes de Valverde.

Componentes de la charanga Solera de Burganes de Valverde.
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Procesión el día de El Carmen de Navianos de Valverde.
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En procesión hacia la ermita de la Trinidad en Camarzana de Tera.
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La charanga detrás de la cruz procesional camino de la ermita de la Trinidad.
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En la fiesta del Ramo a la Virgen del Amor Hermoso en Pueblica de Valverde.
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Los músicos tocando también durante la merienda, junto a la ermita, el día de la Trinidad en Camarzana de Tera.
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Actuando el día de la fiesta de La Inmaculada en Bretocino de Valverde.
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Procesión con el Ramo y la Virgen del Amor Hermoso en Pueblica de Valverde.
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Nino, miembro activo de la charanga, muestra la foto del año 2002, en el que comenzaron sus actuaciones.
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Burganes de Valverde es uno de los pueblos de esta Comarca que no sólo destaca por sus fiestas y tradiciones, a las que respetan y con las que cumplen, sino que cuenta con varias personas que ejercieron antiguos oficios y algunas que, ya jubiladas, pasan parte de su tiempo realizando diversas artesanías. Además hay en el pueblo una charanga o pequeña orquesta que también contribuye a dar vida y a que se conozca un poco más al pueblo.

Figura con este nombre, Solera, desde hace solamente siete años, según me informa Jerónimo Martínez Gutiérrez , uno de sus miembros y el que, de momento, está al frente de la misma. Además de Nino, (así lo llaman todos), que toca el saxo tenor y que ya tiene 65 años, forman parte de la misma: Rufino, su hermano, que toca el saxo alto, con 64 años; Victoriano Santiago, a quién todos conocen como Anico, se encarga de la caja. Es de Faramontanos de Tábara y tiene 71 años; Cecilio García, de Friera de Valverde, 62 años, se encarga del bombo, y Enrique Rodríguez de Mozar, 57 años, que toca también un saxo alto y es posible que dentro de poco tiempo se pase al trombón. Como se ve tres están ya jubilados y a los otros dos les queda poco tiempo para ello.

Nino me cuenta los siguiente: “Aunque se llame Solera desde hace siete años, con anterioridad mi hermano y yo habíamos formado un conjunto ‘Los hermanos Martínez’ y desde los trece o catorce años ya comenzamos a actuar. Después nos juntamos con ‘Los Mellizos’ de Santa Cristina y formamos ‘Los Tropi’. Y un poco más tarde con los de Santa María d la Vega y nos conocían por ‘Los Simios’. Luego estuvimos unos 14 años sin dedicarnos a esto de la música hasta que decidimos empezar con Solera”.

Si al escribir sobre Amistad decíamos que era la charanga del valle de Vidriales, podemos afirmar que Solera es la del Valle de Valverde, aunque su ámbito de actuación sea mayor pues, según me cuenta Nino, viajan y tocan también en pueblos de Tierra de Campos. Hace poco estuvieron en Villarrín, Riego del Camino y Manganeses de la Lampreana, entre otros. También van a tierras de Aliste: Gallegos del Río, Trabazos, San Vitero, e incluso a Alcañices y a algunas localidades de Sanabria: Asturianos, Puente, etc”.

“Aunque nos llaman para bodas y otro tipo de celebraciones, principalmente asistimos y tocamos en fiestas religiosas: el santo patrón o la patrona del pueblo, en otras fiestas de cristos y vírgenes, y sobre todo en las romerías (siempre vamos al Carmen de Navianos y a la Virgen del Amor Hermoso de Pueblica y Friera)”.

Suelen tocar durante la celebración de la misa, concretamente el himno nacional, al alzar, (antes en el momento mismo de la consagración pero ahora suele hacerse al final por indicación de los sacerdotes y para que los fieles no se distraigan). También tocan en el ofertorio y, a veces, en la Comunión, si no hay cantoras. Siempre son cánticos religiosos. Y en algunos pueblos por la tarde, cuando se celebra la procesión después del rosario, como ocurre muchas veces en las fiestas de los ramos y en algunas romerías.

Siempre son los cánticos religiosos, al Santísimo Sacramento o a la Virgen, que cantan todos los asistentes a los actos y ellos les acompañan con la música: Alabado sea el Santísimo…Tantum ergo… Pange lingua… Bendito, bendito, bendito sea Dios.., o la Salve, u otros cánticos dedicados a la Virgen. Depende de la fiesta de que se trate.

Le pregunto por actuaciones no religiosas y me dice lo siguiente: “En algunos sitios tocamos en el baile vermut, si lo celebran, desde un templete o en la misma calle. Lo hacemos sobre todo para la gente mayor que es a la que más gusta y la que más participa. Nuestro repertorio son, fundamentalmente, rumbas, pasodobles, tangos, vals, chachachás y muchas otras canciones y ritmos populares y tradicionales. Ya le digo que es para la gente de bastante edad que lo recuerda, porque lo ha vivido y vive intensamente. En verbena ya menos, pues suelen contratar a grupos de rock para que se diviertan los jóvenes hasta altas horas de la madrugada. Hay pueblos que nos piden que hagamos alboradas de mañana para anunciar la fiesta, o pasacalles a otras horas del día sobre todo antes de comenzar los actos religiosos”.

“También actuamos en bodas. Acompañamos a los novios a la iglesia para la ceremonia del casamiento y la misa. Después, cuando regresan a su casa, tocamos a la puerta y todos los invitados se divierten un rato. Por carnaval también vamos a algunos desfiles, lo mismo que a las fiestas que organizan los quintos en algunos pueblos”.

Su padre ya tocaba la dulzaina y le acompañaban otros dos, uno con la caja y otro con el saxofón. Y en el año 1958 empezó él con ellos tocando la trompeta.

Respecto a la formación musical dice: “Aunque mi padre tocaba de oído, nosotros, mi hermano y yo, empezamos a estudiar música en Benavente. Primero fuimos con el maestro Inocenti y después con Bernardino, el que fue director de la banda. Cuando fuimos a la mili, como voluntarios, (20 meses en Valladolid) asistimos al conservatorio. En la mili tocábamos con la banda y también salíamos a tocar por los pueblos”.

La retribución económica que reciben, aunque no sea mucha, sí supera a la que recibían antiguamente. Recuerda que cuando empezaron iban a fiestas que duraban dos días por 1000 pesetas y por actuar en una boda les daban 500. Ahora suelen pagarles por cada actuación.

Aunque algunas charangas tienen representantes que les contratan e incluso les pagan, ellos, me dice Nino, suelen hacerlo directamente, contactando con los ayuntamientos, cofradías, asociaciones, peñas, etc., o con particulares, si se trata de alguna boda u otro acontecimiento. No obstante a veces les llaman representantes, pero de ordinario lo hacen ellos.

De mayo a septiembre son los meses en los que más actividad tienen, pues es cuando más fiestas y celebraciones hay. Luego actúan algo en Navidad y Reyes, también en Carnaval y algunas fiestas de Enero y Febrero como San Antón, San Blas, las Águedas, las Candelas, etc.

Esta visto y comprobado que al menos la gente mayor se lo pasa bien con su música. Y algunos jóvenes, pues según Nino: “van entrando poco a poco y se divierten también”. Lo ideal sería que ellos tuvieran quienes les sucedieran en la charanga, pero lo ve difícil. Aunque, últimamente, se ve gente joven que está estudiando música y aprendiendo a tocar la dulzaina y otros instrumentos. A ellos, en Solera, cuando alguno falla, es sustituido por otros de algún pueblo próximo a Burganes, que sabe hacerlo muy bien.

“Mi padre iba a los pueblos a tocar en burro. Nosotros lo hacíamos ya en bicicleta, y a veces teníamos que dormir en un lugar para tocar en otro al día siguiente. En una ocasión llegamos a un pueblo, concretamente a Sesnández, que está en la Sierra de la Culebra, con el bombo roto. Resulta que había que bajar una cuesta con bastante pendiente y quien lo llevaba se cayó y no hubo más remedio que seguir allí con el bombo y todo lo demás como estuviera. En la actualidad, esto ya no ocurre porque, sea la distancia que sea, vamos y regresamos cada día en nuestro coche”.

En este aspecto todo ha cambiado, pero lo que no puede ni debe cambiar es su música popular y tradicional, por respeto al pasado y a la misma tradición.