jueves, 29 de diciembre de 2011

Artesano jubilado: Luis Martínez, de Benavente.

Luis Martínez trabajando en la mesa de carpintero, en su taller de la calle Pablo Ruiz Picasso de Benavente.
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Recipiente para colocar los cigarrillos.
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Copas de diverso tamaño y uso, hechas con el torno.


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Dos de las arcas que ha hecho en su taller.


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Tres maletines, también obra suya.


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Uno de sus varios candelarios.


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Perdiz y palomar, hechos también con el torno.


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Dos porta-tiestos y un paragüero.


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Luis Martínez con varias perchas en forma de yugo.


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“Cuando me jubilé, en el año 1995, pensé ¿Y ahora a qué me voy a dedicar? Pero enseguida encontré la respuesta, y me dije: A la madera. Algo había o notaba en mí que me inclinaba hacia ello. Y creo haber acertado, pues, cuando estoy haciendo alguna pieza, el tiempo se me pasa volando, como que las horas fuesen de treinta minutos y no de sesenta. Además me gusta entrar en Internet para ver y conocer cosas, y esto si que es un mundo inabarcable y no me extraña que incomprensible para muchos, sobre todo personas mayores”.
Esto y algunas cosas más me cuenta, de entrada, Luis Martínez García un jubilado más, de los que han aparecido y seguirán apareciendo en estas páginas, que dedican parte de su tiempo libre a las más diversas artesanías. Vive en Benavente, pero gran parte de su vida transcurrió en otras localidades.
Me cuenta que, aunque nació en Acera de la Vega, un pequeño pueblo de la provincia de Palencia, cuando tenía tan sólo dos años su padre se trasladó, y con él toda la familia, a Fuentes de Ropel para trabajar en la empresa Hidroeléctrica del Cea, propiedad de D. Ambrosio Otero, cuyas turbinas se encontraban en el mismo río, donde con anterioridad parece ser que hubo un antiguo molino.
“Vivíamos allí, a unos tres kilómetros del pueblo, con lo que en el invierno, cuando nevaba o llovía mucho, era difícil salir, ya que los caminos eran de tierra y estaban en muy mal estado. Además no disponíamos de transporte. Esto hizo que faltase muchas veces a la escuela. Y más aún a partir de los 14 años, pues me puse a trabajar en el campo, ayudando a mi padre en la agricultura. Así estuve hasta que fui a la mili, a los 20 años. Por cierto que me tocó en León, concretamente en la Virgen del Camino”.
Una vez licenciado de la milicia y regresar de nuevo al pueblo, la dirección de la empresa de su padre le ofreció trabajar en ella y su primer trabajo fue de Servicio en la Central de Fuentes de Ropel. Aquí conoció a su actual mujer Amparo Carbajo García, con la que se casó y tuvo dos hijas, que por su trabajo y profesión residen fuera. Después le trasladaron, como electricista, a San Miguel del Valle en donde vivieron 18 años. Desde aquí atendía también los pueblos de Valdescorriel y Roales de Campos. Y a la vez, junto con otros compañeros, la red eléctrica de Valderas y pueblos cercanos. Por aquellos años las averías eran frecuentes, pues los medios de que disponían y las infraestructuras no eran como en la actualidad.
Cuando Iberduero compró Hidroeléctrica del Cea, en el año 1979, me trasladé a Benavente y aquí me jubilé en 1995, de forma anticipada, obligados por la empresa los que teníamos, en aquella fecha, 61 años.
Pero no se trata aquí de contar más detalles de su vida, aunque lo podríamos hacer sin problema: “Mire aquí en este pendrive tengo recogidos los momentos más importantes y destacados de mi biografía, agradables unos y más duros y difíciles otros, como ocurre a casi todas las personas”. Me lo enseña, al tiempo que dice que sigue escribiendo y recopilando datos en su ordenador, que luego pasa al pendrive.
Lo que me interesa ahora más es conocer su trabajo y dedicación artesana, por afición, hobby o entretenimiento, a la madera. Parece ser que comenzó al jubilarse y sin conocer nada sobre el oficio de carpintero. No obstante me recuerda que a su abuelo, que era labrador, se le daba bien, y a su hijo, su padre, también le gustaban estas cosas. “Siempre he pensado que esto puede ser un gen familiar”, dice. “Prueba de ello es que a mi me hado por hacerlo también, aunque sea a base de golpes y con algunas ideas e imaginación. Porque de preparación, poca. Tan sólo he asistido, últimamente, dos años, al curso que, sobre madera, imparten en el Centro de Adultos de Benavente, en donde tienen buena maquinaria y herramientas, además de contar con un monitor. He ido sobre todo para hacer prácticas”.
Tiene su taller en la calle Pablo Ruiz Picasso, frente a la iglesia de Santiago. Allí dispone de una mesa de carpintero con tornillo y en la pared, colocadas, gran parte de las herramientas que utiliza para trabajar: sierras, cepillos, garlopas, formones, gubias, escuadra, etc. Con ello ha hecho algunas arcas, mesas y estanterías, perchas y revisteros, porta-tiestos y paragüeros, jamoneros, etc.
Le preocupa y siente el paso del tiempo. Esto le ha llevado a hacer calendarios de madera en el que se indican los días, semanas, meses y años.
Por otra parte, y tras verlo en alguna revista u otro lugar, o producto de su imaginación, ha realizado otras piezas o artilugios que nos llaman la atención: porta-cigarrillos, vara de madera con alambre para leer la prensa, algunos juguetes infantiles, etc. Y oras cosas, de pequeño tamaño, pero muy prácticas. Las cruces de madera del Via Crucis de la parroquia de Santiago son obra suya, así como el cáliz que utilizó el sacerdote hasta hace no mucho tiempo.
Por otra parte, en su domicilio dispone de un pequeño torno, con el que, al parecer, se lo pasa muy bien: “Es lo que más me gusta de esta afición, trabajar con el torno”. Me enseña algunas piezas: pies de lámparas, platos, copas, copones o cálices, servilleteros y otros muchos objetos elaborados con él.
Como materiales se sirve principalmente de la madera de pino, aunque también utiliza la de roble y nogal. Apenas necesita comprarla, porque proviene de palets de las obras y restos que le regalan amigos y conocidos.
Si necesita utilizar hierro o latón, como complemento para algunos objetos de madera, él mismo lo prepara, pues conoce y dispone de maquina de soldar y herramientas para ello. Incluso ha hecho también algunas piezas con estos materiales: faroles, baquetas, etc.
En su mayor parte, lo que hace, es para regalar a familiares y amigos. Son muy pocas las cosas que ha vendido, ya que esta no es la finalidad de este trabajo, que es pura afición y entretenimiento, y no oficio. También los dona a alguna asociación. Concretamente en estos últimos años la Asociación contra el Cáncer se ha llevado algunos objetos para venderlos en el mercadillo que organizan cada año.
Como ocurre a todos los artesanos jubilados Luis trabaja en su afición cuando quiere, sin someterse a horario alguno. “A veces paso días sin venir al taller. Otras veces lo hago todos los días y estoy cuatro o cinco horas, o menos, según vea. Cuando abro la puerta siempre viene por aquí algún vecino y se pone a hablar, mientras yo sigo con lo mío. Y a veces se juntan más, que hablan y hablan de todo. Pero yo a lo mío, aunque les escucho”.
Efectivamente, durante el rato que he estado con él le han visitado tres personas jubiladas: un cartero de Benavente, uno que fue barbero, albañil y otros oficios en Valdescorriel, y también D. Melqui, el cura de la Parroquia, que, al estar tan cerca, como que fuese cliente habitual, pues de hecho pasa muchos ratos allí.











lunes, 26 de diciembre de 2011

Artesanía de jubilados: Adelina Cordero de Milles de la Polvorosa.

Adelina Cordero mostrando y comentando algunos de sus iconos.
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Variedad de iconos con distintas técnicas y decoraciones.
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Otro grupo de iconos en la pared de su aula-museo en Milles de la Polvorosa.


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Una de sus arquetas.


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Paisaje del río Tera, reflejado en uno de sus cuadros.


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Cuadros al óleo con paisajes diversos.


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Dos acuarelas pintadas también por Adelina.


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Belén que ella misma ha decorado.


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Los Reyes Magos acercándose al portal de Belén.


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En las imágenes anteriores dos de sus collages, realizados con diversos objetos de uso antiguo y tradicional.


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Adelina Cordero es de Milles de la Polvorosa, pero ha ejercido su profesión de Maestra durante muchos años en otros lugares, principalmente en Madrid. Ahora, después de su jubilación, viene con más frecuencia al pueblo y tiene más tiempo para dedicarse al arte y técnica del icono, y a otras aficiones y artesanías.
Porque no solamente hace iconos, sino que también pinta óleos y acuarelas, decora belenes y relojes, y tiene algunos collages. Además, con la ayuda de su marido, colecciona objetos y piezas etnográficas, algunas muy antiguas, relacionadas con la vida doméstica y con la agricultura y ganadería.
Lo primero que hizo fue iconos, pues empezó hace ya 15 o 20 años. Y fue en Madrid después de asistir, junto con otras compañeras maestras, a algunos cursos sobre dicho tema, impartidos por buenos profesores. Uno de ellos y su conocimiento y forma de impartir la materia le motivó lo suficiente como para seguir con la afición. Después ella misma enseñó e inició a sus alumnos de la ESO en este arte y técnica.
Icono del griego eikon (imagen) se denomina en las iglesias de Oriente a toda pintura religiosa realizada sobre una tabla, por oposición al fresco del muro. La preparación de la tabla, el estuco, el dorado y la pintura, etc., exigen un tiempo y una dedicación al artista.
A partir del siglo XVII se adoptó la costumbre de revestir los iconos con láminas de metal recortadas, que solo dejan al descubierto el rostro y las manos. Este trabajo de orfebrería y revestimiento con metales preciosos son una prueba más del esfuerzo que supone esta técnica.
Adelina ha trabajado y trabaja a gusto y con gusto en sus iconos, de los que una gran parte tiene en un local, habilitado como museo, en Milles de la Polvorosa, no lejos de su domicilio. Ella misma nos explica su variedad: Iconos bizantinos de temple al huevo, forrados de plata y estaño y repujados a mano; iconos de óleo sobre tabla; iconos de óleo sobre lienzo; iconos de esmalte en frío sobre estaño e iconos de esmalte al horno sobre plancha de cobre, etc. Al mismo tiempo nos comenta brevemente el trabajo realizado en cada uno de ellos hasta concluirlos y poder estar ahí para la contemplación de los demás. Son imágenes que expresan un espíritu religioso a través de la técnica pictórica y demás elementos, todo ello de gran originalidad.
Pero además, Adelina, nos deja ver su madera de artista en sus cuadros pintados, unos al óleo sobre lienzo, representando paisajes, troncos de árboles, etc. y otros en los que se sirve de la acuarela, también para paisajes o figuras humanas y animales. Incluso vemos por allí algunos collages, con piezas u objetos antiguos cuya composición equilibrada y ordenada nos recuerda costumbres y forma de vivir en el pasado.
Su otra afición es la decoración de belenes, de tela o de arpillera, previa la adquisición de las imágenes en escayola u otro material. Son muchos y variados, en tamaños, formas y colores, los que tiene en su local-museo. Lo mismo hace con los relojes de los que también veo varios ejemplares.
He notado que Adelina y su marido son amantes, no sólo del arte, sino también del patrimonio popular, de las costumbres y tradiciones y de todo aquello que sirve para recordarlas. Tienen también por allí aperos de labranza, útiles y objetos antiguos, relacionados con la vida en el pueblo y con la agricultura y la ganadería.
Todo ello puede muy bien formar parte de un museo local, que es lo que, al parecer, quiere Adelina, para que todos los amantes del arte y técnica del icono, de la pintura y de la etnografía, puedan contemplar sus obras y disfrutar de su contemplación como ella lo ha hecho al realizarlas, unas con sus propias manos, y otras reuniéndolas en su colección.
Ojalá se cumplan sus deseos, que Milles sea el pueblo elegido para ello y que, además de buen sol, paisaje, y río de aguas limpias y transparentes, como son las del Tera, pueda ofrecer a vecinos y forasteros, esta actividad cultural: la visita obligada a un museo local, en este caso el de Adelina.
Sería uno más de los pueblos de Castila y León que, aunque no tengan mucha población, sí pueden ofrecer cultura a todos los visitantes. Lo vemos al recorrer esta Comunidad. En unos casos lo que se visita es la iglesia, su espadaña, artesonados e imágenes de gran valor y antigüedad, en otros son fuentes con mayor o menor antigüedad, o palomares, paneras, bodegas etc. Y en algunos nos llaman la atención sus casas construidas con barro, de tapial o adobe, restos evidentes de arquitectura tradicional, etc. Todos los pueblos tienen su atractivo y sus valores, que convendría revitalizar.
En el caso que nos ocupa, y como ya hemos dicho, el mismo nombre del pueblo nos recuerda el pasado romano (Mille, milia, miliarium) y algo de su historia, aunque sea tan solo la que hace referencia a una batalla La Polvoraria, ocurrida en el siglo XVII, por estas tierras y no lejos del lugar en el que está emplazado el pueblo.
Adelina ha expuesto ya sus iconos en algunos lugares. Concretamente en el Parador de Turismo y en la Casa de Cultura de la Encomienda de Benavente, y en Madrid, en Centros Culturales del barrio de Salamanca y de la localidad de Pinto.
Por supuesto que también lo ha hecho en Milles, su pueblo, en donde ha contado siempre con la ayuda de la Asociación Madre del Amor, a la que ella pertenece, y con la colaboración del Ayuntamiento. En el año 2010 participó también en la Exposición que sobre Artesanía de Jubilados, organizada por el CEB “Ledo del Pozo” se celebró durante los días de en el Centro Cultural Soledad González de Benavente, en el mes de septiembre durante los días de la la FEMAG (Feria de Maquinaria Agrícola y Ganadera).

viernes, 23 de diciembre de 2011

Las Espadañas de Salamanca1.

Espadaña en el Pabellón Consistorial de la Plaza Plaza Mayor de Salamanca.
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Convento de san Esteban. Plaza del Concilio de Trento.
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Iglesia de san Martín. Plaza del Corrillo.
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Iglesia de san Marcos en la calle Zamora.
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Iglesia de san Juan de Bárbalos. Plaza de san Juan Bautista.
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Iglesia de La Purísima. Plaza de las Agustinas.
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Iglesia de san Blas, hoy Auditorio Municipal de Música. Calle Fonseca.
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Iglesia de santa María Magdalena. Carmelitas. Calle Zamora.
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Convento de santa Isabel, en la calle Isabeles.
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Iglesia de Ntra. Sra. del Carmelo. Plaza de las Carmelitas.
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La espadaña es un campanario de una sola pared con uno o varios vanos en los que se colocan las campanas. Hay zonas o comarcas en Castilla y León, y concretamente en las provincias de Zamora, León y Salamanca, en donde es frecuente que en muchas de las ermitas o iglesias de los pueblos, en vez de torre cuadrada o circular, tengan espadaña, de piedra, si abunda en dicho lugar, o bien de ladrillo, si la piedra escasea en la zona o el lugar en el que se encuentra este material queda lejos.

Lo mismo ocurre en algunas ciudades, como Salamanca, ciudad histórica, antigua y artística. En ella todo suena a esplendor y belleza arquitectónica. Basta ver sus catedrales, palacios, iglesias, conventos, calles y plazas, etc. y los claustros, patios, torres, cúpulas, fachadas, etc. Pero también las espadañas, con variedad de formas, alturas y otros detalles.

Espadañas, casi todas, o al menos gran parte de ellas con campanas, que en algunos lugares y en diversos momentos del día suenan, sobre todo aquellas que convocan a los fieles para asistir a los actos religiosos.

Nos basta pasar por las calles y plazas para ver, cerca o lejos, alguna espadaña, incluso en su Plaza Mayor, el pabellón consistorial, está coronado con una de ellas. Plaza que es el lugar de concentración, en numerosas ocasiones y también de cita, reunión, o solamente paseo diario, para muchas personas.

Algunas espadañas, junto a su antigüedad nos muestran su belleza y nos recuerdan la función para la que fueron construidas.

Las hay de pequeño tamaño, con un solo vano y una sola campana, que asoman sobre el tejado de un pequeño convento. Veremos sus imágenes en otra ocasión.

Pero otras, más grandes, con dos o tres vanos (y también sus campanas), son evidente muestra de la riqueza y fastuosidad del edificio en el que se encuentran: Plaza Mayor, Universidad, convento de San Esteban, san Martín, etc.

Casi todas han sido construidas con piedra, como la mayor parte de los edificios. Pero una piedra especial, la de las canteras de Villamayor, localidad muy cerca de la ciudad. Hay también algunas de ladrillo, tal vez reconstruidas con este material después de la destrucción o abandono del palacio o iglesia en el que se encontraban, o siguiendo el estilo y materiales del resto del edificio.

A pesar del parecido de algunas de ellas, que nos indica la coincidencia en el autor y la fecha de su construcción, por las imágenes podemos ver la variedad de sus formas y tamaños, así como de los vanos o huecos para las campanas.

Quienes llegan a Salamanca para visitar a la ciudad, si su visita coincide con el toque y retoque de las campanas, muchos de ellos, sorprendidos por sus sonidos, elevan su mirada hacia las espadañas y torres. Pero en seguida comprueban que esos sonidos recorren y se extienden, por calles y plazas, y les invitan a recorrer y contemplar a toda la ciudad.

martes, 20 de diciembre de 2011

Benavente: Convento de los Jerónimos..

Casa y parte de la huerta en donde se encontraba el antiguo convento de los Jerónimos de Benavente.
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Arco de puerta del antiguo convento, que aún se conserva.
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Ventana y pared de las antiguas dependencias del convento.
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Cerca de la huerta perteneciente al convento, con varias reparaciones o reconstrucciones.
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Parte del muro o cerca, tal como se encuentra en la actualidad.
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Restos de la pared o vallado de la huerta.
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Otros restos del antiguo convento.
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El paso del río Esla por los ingleses durante la guerra de la Independencia. Dibujo de Sir Rober Kert Porter, 1808. Museo Británico. (Imagen: Archivo CEB "Ledo del Pozo").

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Convento de san Jerónimo. Dibujo a carboncillo de Sir Rober Kert Porter, 1808. Museo Británico. (Imagen: Archivo CEB "Ledo del Pozo").
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San Jerónimo. Imagen en la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente. Tal vez proceda del antiguo convento de san Jerónimo.
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En 1845 P. Madoz al ver el convento de los Jerónimos de Benavente dijo que era un montón de escombros. Lo mismo ocurría con el de san Francisco, que estaba frente al Hospital de la Piedad. Y es que, después de ser incendiado por las tropas francesas al pasar por aquí en el año 1809 durante la Guerra de la Independencia, fue abandonado. En 1835, con la desamortización de Mendizábal, pasó a manos privadas. El solar fue adquirido en principio por D. Pío Pita Pizarro, hijo de Benavente y que fue ministro de la Gobernación y de Hacienda entre 1837 y 1839. Y, aunque posteriormente fueron otros los propietarios, todavía se conoce como la huerta de Don Pío el lugar en el que se encuentran los restos del mismo aún existentes.

No deja de ser uno de los conventos (o monasterios) más antiguos y menos conocidos de los que existieron en esta ciudad. Sobre sus orígenes escribe ya Ledo del Pozo (Historia de la Nobilísima Villa de Benavente, 1853), pero es J. I. Martín Benito en Brigecio 10 (la revista del C.E.B “Ledo del Pozo”), quien amplía la información tras el estudio de los documentos relativos a la fundación, dotación y avatares por los que pasó dicho convento, hasta ser construido en Benavente. Dice el historiador que su fundación se inició en el año 1511 cuando D. Francisco Enríquez y su esposa Doña Teresa Carrillo que no tenían hijos, acordaron dejar todos sus bienes y haciendas a la Orden de San Jerónimo, para que, después de su muerte se fundase un monasterio en Benavente o en Redelga, localidad situada a tres leguas.

D. Francisco Enríquez que era vecino y regidor de la villa de Sahagún y por su apellido estaba emparentado con los Almirantes de Castilla y con los Condes de Benavente, murió en 1524, antes de ver hecho su deseo realidad. El monasterio no se edificó en Redelga y la dotación y bienes de su mujer Teresa pasaron al de Valdebusto, cerca de Viloria del Alcor, en el obispado de Palencia, en donde fue enterrado su marido y en donde ella vivió hasta su muerte.

Pero sus pretensiones fueron contestadas por el Conde de Benavente D. Alonso Pimentel, en calidad de albacea de la primera dotación hecha en vida de D. Francisco Enríquez. Veía que no se estaban cumpliendo las disposiciones testamentarias de éste.

Parece ser que el Conde puso un pleito a Doña Teresa y al monasterio de Valdebusto, pleito que ganó en la Chancillería de Valladolid en 1528. A raíz de este fallo y muerta ya Doña Teresa Carrillo comenzaron las negociaciones entre el Conde y los Jerónimos para traer la fundación y construir el convento en Benavente y no en Redelga.

Comenzó a edificarse extramuros de la villa en tierras donadas por el Conde, junto a la viña La Pedrera en el Camino Real que iba a San Cristobal de Entreviñas y en 1553 las obras estaban ya en plena ejecución. Según J.I. Martín Benito el monasterio tenía dos claustros y había dos torres en la fachada de la iglesia, que no se construyó hasta finales del sigo XVI. Para las obras en piedra se contrató a los maestros canteros Juan y García de la Vega de la merindad de Trasmiera y las de carpintería de las naves laterales y de la principal corrieron a cargo de Diego y Manuel Sánchez, vecinos de Villalpando.

Una vez concluido el monasterio benaventano, y ya sin las rentas de Valdebusto, comenzó una etapa de florecimiento, de forma tal que, a finales del siglo XVI, había en él un Colegio de Teología y Artes, creado por el Capítulo General de 30 de Abril de 1594.

Es de suponer que muchos estudiantes de la Orden acudieran a este monasterio, para adquirir, bajo la enseñanza de sabios maestros, cultura teológica, en un momento histórico de gran esplendor.

Al ser abandonado y destruido el convento, algunas de las imágenes y otros restos se distribuyeron por las distintas iglesias de la ciudad. Una de ellas, precisamente la de San Jerónimo, se puede ver en Santa María del Azogue. Es una imagen, del siglo XVII, en la que el santo aparece en genuflexión sobre una roca con una piedra en la mano derecha con la que se dispone a golpear su torso desnudo y herido. Le acompaña el león que, según la Leyenda Dorada, fue curado por él y que le acompaña siempre como si fuese un animal doméstico.

Según comenta E. Hidalgo Muñoz (Mas vale volando. Catálogo Exposición VI Centenario Condado de Benavente) este San Jerónimo puede situarse dentro de la escuela de Gregorio Fernández, por las características peculiares que se pueden ver en él, como los pliegues duros y angulosos del manto rojo que le cubre parcialmente el cuerpo. El pelo y la barba tratados en mechones. Y la anatomía, en la que se presta especial atención a la tensión muscular y a las venas hinchadas, así como a la osamenta del torso, muestra evidente de las penitencias de San Jerónimo. La cabeza se cae hacia atrás, los ojos miran hacia el cielo y la boca se abre, mostrando los dientes y la lengua, buscando el dolor con mayor intensidad”

En la actualidad los restos que se conservan del antiguo convento forman parte de la huerta y la casa propiedad de una familia de Benavente. Algunos de los cuales se pude ver en las fotografías: Parte de los muros de la cerca; arco de piedra de alguna puerta; grosor del muro de la iglesia, de tapial y adobe; algún capitel, etc.

Mostramos también dos dibujos, ya comentados por F.Regueras (Brigecio 18-19), cuyas copias han sido adquiridas recientemente por el CEB “Ledo del Pozo”. Proceden del Museo Británico de Londres y su autor Sir Robert Ker Porter, artista, escritor, viajero y diplomático escocés, que acompañó a Sir John Moore en 1808 durante su campaña por Portugal y España durante la Guerra de la Independencia. Además de escribir algún libro sobre el conflicto realizó muchos dibujos sobre la campaña y las localidades que visitó, entre ellas Benavente.

En uno de ellos se puede ver la llegada del general Moore a Benavente, el ejército se muestra bajando hacia el río y valle, en Castropepe. Después aparecen soldados, que ya han pasado el río, yendo hacia Benavente. Al lado del camino se distingue la ermita de San Lázaro y un poco más allá el monasterio o convento de San Jerónimo. Al fondo se divisa la ciudad, destacando a la izquierda el castillo y a su derecha el convento de santo Domingo y las torres de las iglesias de santa María y san Juan del Mercado.

En el otro dibujo se puede ver y admirar mucho más cómo era y cómo vio Ker Porter al convento de San Jerónimo, un gran edificio en la llanura con las dos torres destacadas de su iglesia. El camino con cruces que se observa delante es lo que hoy todavía se denomina Camino del Calvario.

(Efectivamente así era, pues se sabe que ya el 30 de septiembre de 1809 las tropas de Napoleón lo habían incendiado, y no permitieron a los vecinos apagar el fuego.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Monumentos y escultura pública en Salamanca: La Aldehuela y Cra. Aldealengua.

Monumento a la Piedra de Villamayor, 2001. Lugar: La Aldehuela. Autor: Severiano Grande.
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Relieve de una de las caras del bloque de piedra que representa a la fachada de la Universidad.
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En otra de las caras está representada la torre Clavero.
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Y el relieve de una tercera cara representa la fachada del Palacio de Monterrey.
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Brocal de pozo decorado con relieves y motivos vegetrales. Lugar: La Aldehuela.
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Sobre una columna de piedra, y junto a unos árboles, un ave, hecha con hierro y chapa, simula el inicio del vuelo. Lugar: La Aldehuela.
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Monumento en recuerdo del 50 aniversario de la Hermandad del Nazareno del Stmo. Cristo de la Agonía, antes Jesús del Gran Perdón. Lugar: Parque próximo a la carretera de Aldealengua.
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Placa en la que figura: "Parque de Nuestro Padre Jesus del Perdón". Lugar: Cerca de la carretera de Aldealengua.
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Un día del pasado mes de septiembre, al pasar por la carretera de Aldealengua y acercarme a un parque pude ver un arco de piedra con cruz en el vano. Delante del mismo y en la parte baja una placa dice:

“La Seráfica Hermandad del Nazareno del Santísimo Cristo de la Agonía, antes Jesús del Gran Perdón, en su cincuenta aniversario 1945-1995. Se inauguró este monumento siendo alcalde de Salamanca D. Jesús Málaga Guerrero”.

No muy lejos y en el mismo lugar otra placa indicaba: “Parque de Nuestro Padre Jesús del Perdón”.

Al visitar después La Aldehuela me encontré con el Monumento a la Piedra de Villamayor, obra del escultor Severiano Grande. Se trata de un bloque de piedra, arropado por un muro del mismo material. Sus caras están talladas con todo detalle, como hecho por un orfebre, representando algunos de los edificios artísticos más importantes de la ciudad, como la fachada de la Universidad, la Torre Clavero y el Palacio Monterrey. Por respeto a la piedra, que se ve y ennoblece a toda Salamanca y cómo no, también por respeto a su autor, este monumento merecería estar en un lugar más apropiado y más cercano a la ciudad, para que pudiera ser más respetado y a su vez conocido y visto por muchos más ciudadanos, tanto vecinos, como forasteros.

Muy cerca del Monumento a la Piedra había un bello brocal de pozo, decorado con relieves vegetales. En la misma zona, junto a unos árboles y sobre una columna de piedra, un ave de gran tamaño, de hierro y chapa, simulando alzar el vuelo.