martes, 17 de enero de 2012

Artesano jubilado: Miguel de la Torre, de Torneros de la Valdería.

Miguel junto a la maqueta de la catedral de Burgos, su obra de más trabajo y la que más aprecia.
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La maqueta completa de la catedral de Burgos, en la que empleó 14.000 horas hasta completarla.

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Colegiata de Toro, hecha hace ya varios años.
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Torre del reloj, de Toro, una de sus últimas obras.
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También ha hecho carros en miniatura como este, y otros aperos, relacionados con la agricultura.
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Y algunas armas como este cañón, recordando su profesión durante varios años.
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Cajitas de madera con una cerradura especial, que llama la atención.
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En la planta baja del local tiene sus máquinas y herramientas. En la imagen está haciendo una demostración con el torno de hierro.
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La herramientas se ven en las paredes y bajo las mesas, ocultas, están las máquinas.
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Por esta escalera, hecha por él, sube a la parte de arriba del local-taller.
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Estaba preparando un pequeño árbol con medra y hierro.
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Tronco de madera y ramas de hierro, preparados ya para formar el árbol.
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En un viaje a la comarca de la Valdería (León), (en el mes de agosto de 2010) en compañía de José Luis Zanfaño, que fue viajante en su vida laboral y que ahora, de jubilado es buen viajero, y gran conocedor del paisaje de la zona, y también del paisanaje, visitamos el pueblo de Torneros. En él vive casi todo el año Miguel de la Torre Manteca, un jubilado más, que se halla enfrascado en sus aficiones y trabajos con madera y hierro, materiales con los que, dando rienda suelta a su imaginación y sabiduría práctica, elabora trabajos dignos de admirar.
Miguel nació en Toro (Zamora) en el año 1940, pasó allí su infancia y estudió en el colegio de los Escolapios “estoy muy contento de haber estudiado con ellos, pues aprendí muchas cosas y tengo una buenos recuerdos, aunque solamente hice el bachillerato”. En Toro vive su madre, (tiene ya 100 años), a la que todos los años hace algunas visitas. Y no lejos de su ciudad natal, concretamente en Villanubla (Valladolid), cumplió el servicio militar.
Durante algunos años trabajó ayudando a su padre en el oficio de herrero. Con él aprendió y se practicó en el manejo del hierro. Pero, poco después de hacer la mili, se fue a trabajar a Eibar, como armero, concretamente en la fábrica de Victor Sarrasqueta. Aquí vivió algún tiempo hasta que se trasladó definitivamente a Burgos para trabajar como encargado de mantenimiento de maquinaria industrial, en donde se jubiló.
Su vida, pues, ha transcurrido entre Toro, Eibar, Burgos y ahora Torneros, este pequeño pueblo de la provincia de León, en la comarca de la Valdería. Y es que Torneros, además de ser un bonito lugar del valle, con abundante agua y vegetación, que se encuentra no muy lejos de la cabrera alta, es el pueblo de su mujer y en él tienen una casa. Y aquí, puede disponer también de un taller, pequeño, pero muy surtido en máquinas y herramientas. Además, en la parte de arriba dispone de una sala para exponer los objetos o piezas que elabora.
A los viajeros y visitantes nos llama la atención cómo tiene tantas cosas en tan poco espacio, sobre todo en el taller, pues solamente mide 24 metros cuadrados y con su imaginación y sabiduría práctica ha conseguido instalar y disponer para hacer sus trabajos de: fresadora, disco de cortar madera, cepillo de madera, torno mecánico, torno de madera, copiadora, taladro de columna, dos tornillos de banco, dos compresores, un yunque (de más de 50 kilos heredado de su padre), una fragua, una lijadora de banda y una soldadora eléctrica ‘Imber’.
La mayor parte de estas máquinas o herramientas están ocultas bajo los bancos o mesas metálicas que están junto a la pared del local. Con un mecanismo especial las mete o saca para poder trabajar con ellas. Por supuesto que también en la pared, y bien colocadas, están las demás herramientas, gran parte de ellas de manejo manual.
“No hay taller en el mundo, nos dice Miguel, que tenga toda esta maquinaria, instrumentos y herramientas en tan poco espacio, ni tratándose de profesionales del oficio”. José Luis y yo estamos de acuerdo con él y valoramos su ingenio y sabiduría para conseguirlo. Y es que, además, muchas de las piezas que ha utilizado, y algunos motores, proceden de lavadoras, frigoríficos, etc., y otro tipo de electrodomésticos o útiles domésticos, ya desechados. El los ha reciclado y les ha dado un nuevo uso.

Al tiempo que nos enseña el taller, su taller, va contando cosas sobre algunas de las máquinas: “Este torno de hierro es una maravilla” y se dispone a preparar con él una pieza, para que veamos su funcionamiento.
Después de enseñarnos las máquinas ocultas bajo mesas o estanterías, subimos por un escalera de hierro, también obra suya, a la habitación que esta sobre él, del mismo tamaño, y que le sirve de museo o lugar para colocar sus obras hechas en madera y en hierro.
En madera tiene la colegiata y la torre del reloj de Toro. Este es su último trabajo, con carillón incluido, que toca a las horas, como hemos comprobado. También ha hecho algunas cajas, tipo cofres o joyeros, un barco, un carro con cañón en miniatura, un carro de varas, escudos y marcos para cuadros, castañuelas, etc.
Pero destaca entre todas la catedral de Burgos, una gran maqueta realizada con todo tipo de detalles: a las torres, puertas, paredes y demás no les falta nada; destacan los pináculos y los arbotantes o botarelles; se pueden apreciar bien las esculturas y demás decoración exterior, etc. Y lo mismo que a los monumentos de Toro ha puesto iluminación en su interior. Al encender las luces se ven también los cristales o vidrieras de las ventanas.
“La hice a escala, con las medidas exactas para este tamaño. Me ha costado diez años terminarla, de 1988 a 1998. Han sido unas 14.000 horas de trabajo. Empecé incluso antes de jubilarme. Ha estado expuesta en varios lugares, sobre todo en Burgos y provincia”.
La verdad es que la maqueta nos llama la atención por la finura y exquisitez empleada, hasta en las cosas más pequeñas. No es de extrañar que Miguel se sienta satisfecho y que cuide, e incluso valore, ¿por qué no? su obra artesana. Y seguro que seguirá haciendo cosas parecidas. De hecho nos comenta que tiene ahora entre manos confeccionar un bargueño, en el que utilizará huesos de vaca en las pequeñas incrustaciones.
Y como herrero y armero no podían faltar los objetos o piezas de hierro. Por allí vemos algunas armas con las culatas o empuñaduras de madera perfectas. También hizo la mesa sobre la que está colocada la catedral y la escalera de subir a la planta que está sobre el taller. Cuando llegamos estaba preparando un adorno que consistía en un árbol con el tronco de madera y las ramas, hojas y frutos de hierro.
Miguel lleva ya siete años de jubilado y, aunque empezó antes de jubilarse con esta afición relacionada con su trabajo, la mayor parte lo ha hecho después de jubilarse. Y ha sido en Torneros en donde ha pasado y pasa más tiempo, pues viene en Marzo y se va en Noviembre. El resto del año en Burgos, con algunos viajes a Toro.
Termina diciéndonos lo siguiente: “he invertido mucho en todo esto, que si el taller y las máquinas, aunque haya aprovechado y reciclado cosas, que si las demás herramientas, que si los materiales para las piezas que tengo hechas y sigo haciendo, etc. Y al no disponer de un gran espacio tuve que ingeniármelas para meterlo todo aquí, aunque está ordenado y bien dispuesto, para tenerlo a mano”.
Vemos que hasta lo del orden se le da bien y que incluso le lleva tiempo. Y es que en esto, como en todo, hay algunos que también son especialistas.