lunes, 30 de enero de 2012

Artesano jubilado: Ramón Cortés García, de Aldeatejada (Salamanca)

Ramón Cortés preparando una carretilla en la mesa de carpintero de su pequeño taller.
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Varios toros en el establo, con sus comederos.
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Pareja de toros o vacas arrastrando un arado antiguo.
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Escena de la trilla, con algunos detalles.
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Uno de los muchos carros que ha hecho Ramón. En este caso con la pareja de vacas enganchadas a la viga.
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Tablas de lavar en el arroyo o río. Junto a las tablas la banca de tabla en la que apoyaban las rodillas, pues lavaban arrodilladas y muy cerca del agua.
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Carroza que Ramón vió en algún momento, y que quiso reproducir en miniatura.
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Nido de cigüeñas en lo alto, y otras aves en la parte baja.
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"Esta es la escuela a la que van mis nietas", dice Ramón.
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Exterior de la iglesia de Aldeatejada.
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Al levantar el tejado se puede ver una parte del interior de la iglesia
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"Esta cajita-joyero la hice cuando estaba en la mili".
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La cajita es de madera de nogal y la herramienta utilizada para hacearla fue, principalmente, la navaja.
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En una tarde, a últimos de diciembre del año 2011, me acerqué a Aldeatejada, uno de los pueblos cercanos a Salamanca. Mi intención era, además de conocer la localidad, ver a alguna de las varias personas jubiladas, que se entretienen y pasan gran parte de su tiempo en trabajos artesanos.
Uno de ellos es Ramón Cortés García, ya mayor y con los achaques propios de la edad, que me recibió muy amable en su domicilio y que, en seguida, se ofreció para contarme y enseñarme lo que había hecho a lo largo de su vida y que seguiría haciendo, mientras pudiera, para su propia satisfacción, y también la de su familia, hijos y nietos, porque su mujer, ha fallecido ya.
Ramón es de Salamanca, pero vive en Aldeatejada desde los seis años. “Trabajé durante muchos años en la cerámica Hermanos Criado. Era mucho y muy duro este trabajo, pero estuve hasta de jefe. Ahora sigue allí empleado uno de mis hijos”.
Lo primero que me enseña es el local en el que tiene las herramientas y una mesa de carpintero con un pequeño tornillo, al que sujeta la madera, para hacer sus piezas. Ahora tiene entre manos una carretilla para los nietos. No muy lejos de allí varias estanterías en las que puedo ver algunos de sus carros:
“Le puedo decir que, aunque desde que me jubilé me dediqué más a estas cosas, ya desde pequeño tuve afición por la madera. He hecho, sobre todo carros, desde los diez años. Creo que hay carros míos por muchos sitios, hasta a Bilbao se han llevado alguno”.
En otro lugar, y en pequeño tamaño también, veo representadas diversas faenas del campo: la trilla, la arada, el acarreo. Por cierto que llaman la atención los animales que realizan los trabajos, pues en este caso son casi siempre toros, de buen ver, como los que se crían en las dehesas salmantinas, que están muy cerca. Hasta tiene una escena de todos comiendo cada uno de ellos en su pesebre.
Otro grupo de objetos se relacionan con las faenas domésticas: tablas de lavar en arroyos o ríos, cántaros para llevar agua a casa, máquina de hacer chorizos, etc. “Tablas de lavar he regalado a muchas mujeres del pueblo, sobre todo mayores, que recuerdan cómo se hacía esta tarea antiguamente”.
Después, en su domicilio, me enseña varias maquetas de edificios del pueblo: iglesia, escuela, etc. y otros objetos que realizó ya hace muchos años. “Mire, esta cajita en madera de nogal la hice en la mili”. Efectivamente se trata de un trabajo manual ya artesanal bien hecho.
Le animo a seguir entreteniéndose con esta su afición durante muchos años más. Además esto, y la presencia de sus hijos y nietos, le seguirán animando en medio de su soledad. Me dice que su estado de salud ya no le permite realizar con normalidad la actividad que hace años desarrollaba, pero la vida es así y hay que aceptarlo.