viernes, 27 de enero de 2012

Pueblos y Valles: Villanueva de Azoague.


Tumbas sobre un pavimento romano. Excavación realizada en la finca Los Villares de Villanueva de Azoague.
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Torre-espadaña, románica, de la iglesia de Villanueva de Azoague.
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Entrada y pórtico de la iglesia.
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En su iglesia destaca el artesonado.
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Calvario colocado delante del coro de la iglesia.
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Imagen de san Gregorio Nacianceno, el patrono de Villanueva de Azoague.
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También el sagrario destaca por su valor artístico.
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Edificio del Ayuntamiento, de nueva y reciente construcción.
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Así era la fábrica Azucarera, desrtruida hace no muchos años. Un edificio nuevo y con maquinaria moderna.
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De la anterior fábrica solamente quedaron los dos silos, que utilizan en la nueva industria de empaquetado de azucar.
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Cerca de la fábrica y junto a la carretera de acceso al pueblo se encuentra el nuevo convento de las Bernardas, trasladado, hace ya bastantes años, desde Benavente a este lugar.

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El nombre de Villanueva (villa nova), nos hace pensar en las antiguas villas romanas o medievales, algunas de las cuales existieron o se fundaron en este lugar. Se completa con Azoague, palabra árabe que significa mercado, señal evidente de que aquí antiguamente también se celebraban mercados. Hasta pudieron ser dos poblaciones existentes en épocas distintas, que, desaparecidas ambas por algún motivo, posteriormente surgió la de Villanueva de Azoague.
Se encuentra al Sur de Benavente y no lejos del vértice formado por la confluencia de los ríos Esla y Órbigo, más cerca del primero que del segundo. Es cabeza de ayuntamiento, al que pertenece también Castropepe, situado al otro lado del río Esla.
El pueblo fue, desde siempre, más agrícola que ganadero. La proximidad de los ríos les permitía transformar el secano en regadío. Hoy mucho más y mejor, al contar con canales y acequias. Su situación, entre ríos, fue un atractivo para el asentamiento de pueblos a lo largo de los siglos, pero también, en la actualidad, ha gozado y goza de algunas industrias, que no poseen otros pueblos y que han generado riqueza para la comarca de Los Valles.
Sobre su historia, aunque existen huellas de civilizaciones anteriores, fueron principalmente los romanos los que eligieron este lugar privilegiado, entre ríos y con amplias vegas, para habitarlo en los primeros siglos de nuestra era. Nos lo demuestran los abundantes restos encontrados en el pago denominado Los Villares, nombre que nos recuerda también a las villas, y que muy bien pudo ser el lugar en el que estuvo emplazado el antiguo Villanueva, primero romana o, si queremos tardo romana, y después medieval. Los restos arqueológicos encontrados en una gran extensión de terreno en dicho pago fueron y son abundantes, algunos de los cuales se podrán contemplar en el futuro museo de Benavente: cerámicas de varias clases, numerosas tegulas, ladrillos, piedras de molinos circulares, monedas, etc. También, tiene importancia el pavimento romano encontrado, sobre el que aparecieron varias tumbas antropomórficas abiertas en el mismo y orientadas hacia el Este. Se trataría de una villa romana, habitada en los siglos IV y V, y que fue aprovechada en época medieval como necrópolis. Todo esto nos indica que en los siglos siguientes ya se vivía por aquí, y que la repoblación de estas tierras se realizó muy pronto.
La destrucción o desaparición de este antiguo pueblo y su asentamiento en otro lugar, pudo ser debida al abandono o incluso a alguna catástrofe, provocada en este caso por los frecuentes desbordamientos de los ríos e inundaciones de su vega. Lo cierto es que, a partir del siglo XII lo tenemos ubicado cerca de una antigua iglesia románica, de cuyo estilo solamente se conserva hoy la torre espadaña, pues el resto del edificio data del siglo XVI y siguientes. Antiguo y de gran importancia es también el artesonado mudejar. Espadaña y artesonado han conseguido que la iglesia, goce del privilegio de BIC (Bien de Interés Cultural), desde Septiembre de 1982. Las frecuentes inundaciones provocaron daños en las casas del pueblo y también en su iglesia que necesitó de constantes reparaciones a lo largo de los siglos. Incluso hace pocos años tuvo lugar la restauración del artesonado, del coro y de algunas imágenes, en su interior, y del tejado y muros del exterior. La iglesia de Villanueva puede y merece ser visitada por todos los que, deseosos de conocer la comarca, se acerquen un día a este pueblo. No les defraudará.
Pero a Villanueva se puede ir, además, a ver el puente de hierro sobre el Esla, construido en los años 1930-1932 para el paso del ferrocarril. Se trata de una de las obras de ingeniería más importantes de toda la provincia, desconocida por muchos de los habitantes de estas tierras. Merece la pena verlo y recordar, in situ, el momento histórico de su construcción, el traslado de las estructuras de hierro al lugar, la colocación de las mismas y la solemnidad de la inauguración. Que lo vean quienes hoy tienen que decidir sobre la construcción de pequeños y necesarios puentes, para que los pueblos estén debidamente comunicados.
El paraje en el que se encuentra es digno de contemplar, no sólo por el puente, sino también por su entorno: arboledas de chopos, río, ribera y la misma vía del ferrocarril, sin circular, pero en espera. Sería un buen lugar, como área de esparcimiento, para los de Villanueva y seguro que también para muchos de Benavente, ciudad que no dispone de ningún paseo hacia los ríos, a pesar de tener algunos tan cerca. Atravesando el puente a pie, como han hecho y hacen muchos caminantes por la Vía de la Plata, sean o no peregrinos a Santiago, se puede pasar a Barcial el Barco o viceversa.
Pero Villanueva de Azoague también tiene algunas industrias, o mejor dicho tuvo, sobre todo la Azucarera del Esla, que proporcionó trabajo a muchas personas y contribuyó al progreso de esta comarca. Hoy han conseguido su cierre, pero ojalá que el proyecto, ya en marcha, de una fábrica de envasado de azúcar, o algo parecido, sirva también para lo mismo. La fábrica fue vital para Villanueva y más para Benavente, pues gran parte de los trabajadores vivían en esta ciudad. Y todos los días se desplazaban allí para el trabajo. Unos lo hacían en coche, otros en moto o en bicicleta, pero también muchos lo hacían a pie, como dando un paseo, pues la distancia entre Benavente y Villanueva no es mucha. Si se hace más larga es por el mal acceso que existe. Sería necesaria una carretera que llegase hasta el pueblo, con amplios arcenes o, mejor todavía, con aceras para los peatones, e incluso con iluminación, para caminar a gusto, los que vayan a su trabajo o simplemente los que quieran pasear o acercarse a Villanueva para ver el pueblo, su vega, su iglesia o el puente de hierro. También para pasear y andar, pues hoy más que nunca, es necesario que los poderes públicos preparen infraestructuras para el uso y disfrute de todos los ciudadanos. Son tan sólo dos kilómetros que contribuirían a unir más ambas localidades. Ojalá que los alcaldes de los municipios y la Diputación de Zamora, o quien sea, se acuerden un día de ello y lo lleven a efecto. Así se ve y ocurre en otras provincias entre poblaciones cercanas. También por aquí tiene que ser posible.
A Villanueva se puede acudir también a sus fiestas, las de San Gregorio Nacianceno o San Isidro en el mes de Mayo, o a la de la patrona de la iglesia, Ntra. Sra. de la Asunción, en el mes de agosto. Durante estos días se realizan actividades recreativas y culturales diversas. No faltan las taurinas. Pero no se olviden de consultar el programa, pues el Ayuntamiento, con su alcalde a la cabeza sorprende, a veces, a vecinos y forasteros con alguna actividad teatral o musical, muchas veces de tipo folklórico, de gran interés e importancia Y es que, para esto, además de fondos económicos, hay que tener imaginación, gusto, afición y sobre todo cultura. Ojalá que haya muchos alcaldes, como el de Villanueva, que utilicen también algunos dineros para actos culturales tan llamativos, como los que él organiza.
En Villanueva, como en muchos otros pueblos, también son amantes de las tradiciones, aunque sean pocas las existentes. Por eso se resisten a que desparezcan algunas de ellas. Vayan por allí sino el día de San Gregorio Nacianceno y verán las puertas y paredes de algunas casas con ramas de árboles. Es el homenaje de los hombres a las mujeres solteras y en edad de casarse. El ramo más grande y del mejor árbol, por su belleza y especie, lo colocan a las puertas de la iglesia, como muestra de devoción y homenaje a la Virgen, por parte de los habitantes el pueblo. Así manda la tradición.
De lo que sí se lamentan es de la desaparición de su campanero y al que recuerdan con agrado. De él nos habla Mari Cármen Fidalgo en su libro El Ayer y Hoy de Villanueva de Azoague. Él era quien mantenía la tradición de los toques de las dos campanas, existentes desde los años 1881 y 1913 respectivamente, en la torre Espadaña de la iglesia. Con ellas se convocaba a los vecinos para que acudieran a la misa y demás actos religiosos, y también cuando se trataba de realizar tareas comunes y en favor de la comunidad. Todos los de la Villanueva del campanero conocían los toques de Alborada, Bien vas, Mediodía, Oscurecer, Arrebato, Concejo o Hacendera. Hoy las campanas tocan menos, aunque siguen tocando, pero no con el lenguaje que les daba su campanero.
Paisajes, patrimonio, fiestas, tradiciones etc, es lo que nos ofrecen los pueblos, todo ello muy respetable y que debemos conocer y valorar. También lo vemos en Villanueva de Azoague, nombre con raíces romanas y árabes, y también con mucha historia, de la que hemos querido dejar aquí algunos apuntes.