sábado, 24 de marzo de 2012

Artesano jubilado: Antonio Sierra, de Benavente.

Antonio Sierra con la maqueta de la iglesia de San Juan del Mercado, de Benavente, en sus manos.
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La iglesia de Santa María del Azogue con sus cinco ábsides y la torre con el antiguo reloj.

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Portada oeste de la iglesia anteriormente citada, construida en época posterior, y en estilo distinto.
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Maquetas de casas de la Plaza Mayor de Benavente. A los lados del edificio central las calles Carnicerías y las Guindas.
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Otro rincón de la Plaza Mayor con el Ayuntamiento a la derecha. Al fondo la iglesia de San Juan del Mercado.
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Antonio y su mujer Rosa contemplan el grupo de maquetas que componen la Plaza Mayor de Benavente, obra de la que se siente más satisfecho.
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Maqueta del Castillo de Benavente. Una visión particular basada en algunas fotos que había visto.
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Los ábsides del antiguo Monasterio de Moreruela, que estaba preparando en el momento de la entrevista.
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Uno de los barcos hechos también por Antonio.
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La siega.
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La vendimia.
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La calle Francos, en Benavente, hasta hace no mucho tiempo denominada Toribio Mayo. En ella vivió Antonio y su familia durante muchos años. Está muy cerca de la iglesia de Santa María del Azogue.
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Romería con la Virgen de Castrotierra. Como leonés, y astorgano, Antonio vivió y disfrutó muchos años de esta romería.
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Libros encuadernados por Antonio. Algunos de ellos con poesías escritas por Rosa, su mujer.
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Como éste, que, en una de sus páginas, ha dibujado unas flores.
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Antonio es uno de los muchos leoneses que, por diversos motivos, han pasado gran parte de su vida en la ciudad de Benavente. Pero él nació en Astorga en el año 1922 y vivió allí hasta 1951, concretamente en la calle San Crispín, muy cerca de la Plaza Mayor. Fue, al cumplir los 29 años cuando llegó a Benavente.

En Astorga realizó sus primeros estudios, no muchos, pues le tocó una época cargada de problemas, los años anteriores y posteriores a la Guerra Civil, y por supuesto los que duró la contienda, que fueron malos para él, como lo fueron para muchos de otras familias. Lo cierto es que, a la muerte de su padre, con 13 años, se puso a trabajar para salir adelante él y su familia.

De Astorga trajo consigo para Benavente algunos de los conocimientos que ahora, como artesano jubilado, nos está dejando ver. Vivió allí los años infantiles y juveniles, primeras etapas de la vida, imposibles de olvidar. Fueron muchas las vivencias y recuerdos, algunos tristes o lamentables, pero otros le han servido para desarrollar su amor o aprecio por la cultura y el arte el resto de su vida.

La ciudad de Astorga, que, por los hechos acaecidos en ella y por los méritos contraídos a lo largo de la historia, tiene el timbre de “Muy Noble, Leal, Benemérita, Magnífica, Augusta y Bimilenaria”, sigue estando presente en la actividad que ahora realiza Antonio, como jubilado: pinturas, maquetas de iglesias, casas, barcos, etc.

En Benavente trabajó durante 18 años en la ya desaparecida Ferretería Hidalgo, uno de los comercios más importantes y más conocidos en toda la comarca de los Valles. Después puso por su cuenta una ferretería en la Cuesta del Hospital, que tuvo durante nueve años. Y algunos años más, hasta su jubilación, tuvo también un almacén de hierros y de corte de chapa en la calle, hoy denominada del Doctor Martino, próxima al matadero viejo.

Me llama la atención que, después de tantos años de trabajo como ferretero, no sea precisamente el hierro el material que Antonio emplee en sus trabajos artesanos. Le ha sido más fácil usar la madera en las maquetas y en algunos muebles que ha hecho para la casa. Por otra parte, los pinceles y la pintura, para los cuadros al óleo, han estado más al alcance de su mano y le han permitido desarrollar mejor sus cualidades.

Antonio, aunque se jubiló a los 65 años, ahora va a cumplir ya los 90, no siempre se dedicó a estos trabajos que le distraen, entretienen y cultivan, sobre todo lo de las maquetas, porque lo de dibujar y pintar le ha gustado siempre. Y quien contemple sus cuadros pensará que ha tenido algún tipo de preparación, pero no ha sido así. Estamos ante una persona más, jubilada, autodidacta, que se ha preparado por su cuenta, eso sí, contando con libros, que de esto dispone y en abundancia.

“De joven me gustaba ya dibujar y pintar. Además en mi familia, sobre todo mi abuelo y mi padre estuvieron siempre en contacto con la prensa y la imprenta, como tipógrafos y mi padre también como litógrafo, encargado de hacer los dibujos para los periódicos de Astorga El avance y El Socialista, hasta que murió”.

Algo pues familiar le ha quedado a Antonio en relación con esta su afición y actividad artesana que ahora desarrolla en sus años de jubilado.

Pero es que además no nos extraña lo de su preparación por cuenta propia, como bien dice él. No otra cosa se puede esperar de una persona que, al saludarla, lo primero que te enseña es su biblioteca, llena de colecciones y libros de arte, historia y de otras materias. Aunque muchos de sus libros son heredados, son también numerosos los que ha comprado o coleccionado a lo largo de su vida, algunos en fascículos, que él mismo ha encuadernado y que me enseña como un trabajo artesano más dentro de su vida de jubilado. Uno de ellos, en pasta especial, y con dibujos o pinturas en todas sus páginas, es el manuscrito de poesías escritas por su mujer Rosa Navarro, que fue colaboradora habitual en el desaparecido semanario La Voz de Benavente y Comarca.

“Nos casamos en el año 1954 y tenemos tres hijos, seis nietos y un biznieto, me dice Rosa con cierto orgullo. En el 2004 celebramos las bodas de oro en compañía de toda la familia. Fue un día muy especial para nosotros”.

Rosa me cuenta muchas más cosas que a Antonio se le olvidarían. Y es que los dos tienen aficiones parecidas, a viajar, a los libros, a la cultura en general. Y además han tenido vivencias especiales y comunes como la de hacer el Camino de Santiago.

“Lo hicimos desde Astorga, dice Antonio, pero yo quería haberlo hecho desde Roncesvalles. Ahora será más difícil repetir, porque ya tengo mucha edad. De todas formas la experiencia fue muy positiva en todos los sentidos”.

Han viajado mucho también y participado en numerosas actividades culturales, y siguen haciéndolo, pues están convencidos de que es bueno y conveniente para todos.

Mientras Rosa preparaba su colaboración semanal en La Voz, Antonio dedicaba su tiempo de jubilado a sus maquetas, pinturas y otras artesanías. Ha hecho ya las iglesias de Santa María y de San Juan de Benavente y sobre todo, y que tal vez sea lo más llamativo, la Plaza Mayor de la ciudad, con las casas y calles que dan a ella. También tiene la maqueta del Castillo de los Condes de Benavente, en una visión particular suya, pero basada, en parte, en las fotografías o grabados existentes y que ya están publicados.

En el interior de las iglesias se aprecian algunos detalles, como el pulpito, retablo y pinturas en la de Santa María; las pinturas del presbiterio de la de San Juan, etc. Y en el exterior los ábsides, puertas, torres, etc, todo de gran similitud.

En sus maquetas utiliza principalmente la madera, listones y varillas que corta en tiras y pega. Después hace marcas en el exterior simulando los sillares de la piedra. Finalmente, barniza o pinta la madera, eligiendo el color más apropiado para ello. En los cuatro barcos de vela que tiene se aprecian también muchos detalles como el timón, la hélice, las velas, etc.

Otro aspecto que hay que destacar en él son los cuadros pintados al óleo. Tiene más de 30, con temas de Benavente: casas, calles, iglesias, etc., o de Astorga: Catedral, Ayuntamiento, Palacio de Gaudí, etc. Otros son temas originales ideados por él, sobre algo vivido o algún lugar que ha visitado.

Y también tiene algunos dibujos. “Empecé dibujando antes de pintar. Hice hasta los planos de la casa en la que vivo y del taller que teníamos, aunque luego tuviesen pasar por las manos del arquitecto”

Sobre el tiempo que ha dedicado y dedica a estos trabajos artesanos no puede precisar, tan sólo dice que muchas horas de muchos días. Pero no tiene ni está sometido a un horario. Después de dar un extenso paseo, todos los días trabaja unas horas. Ahora está haciendo lo que queda y que mejor se conserva del antiguo Monasterio Cisterciense de Moreruela, los ábsides de la iglesia.

Así pasa Antonio sus días de jubilado, entre maquetas, pinturas y sus queridos libros, a los que valora y aprecia tanto que se los enseña a todo el que se acerca a visitarle. Para él tienen gran atractivo y los considera imprescindibles para acceder a la cultura y a la educación, tan necesarias en una sociedad en progreso y desarrollo.

Pocas personas han visto y conocen lo que él hace. Es callado y algo tímido y no es amigo de la propaganda. Pero su mujer Rosa y su hija Mª José le han animado a que se lo enseñe a los demás, como lo han hecho otros. De hecho participó en la II Exposición Colectiva de Artesanía de Jubilados organizada por el Centro de Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo” en el mes de Septiembre de 2007.