jueves, 24 de mayo de 2012

Artesano jubilado: Lugérico Garzo Otero, de Fuentes de Ropel.


Lugérico Garzo junto a algunas de sus pequeñas maquetas.
               
            Estamos ante un ejemplo más de una persona que, desde que se jubiló con 64 años hasta el día en el que escribí este reportaje, que tenía 86, había dedicado gran parte del tiempo de su vida a este trabajo artesano, digno de ser visto y valorado debidamente. Lo que Lugérico hizo, hasta su fallecimiento, fueron maquetas de barcos, casas, la iglesia y el ayuntamiento de su pueblo, muchos carros en miniatura, unos de par y otros de varas, la basílica El Pilar de Zaragoza, la plaza de toros de Madrid etc. Y también, como otros artesanos de Fuentes de Ropel, muchos aperos y herramientas de labranza.
            -Mi oficio desde joven fue el de albañil y al poco de jubilarme empecé, medio en broma o medio en serio, a hacer este tipo de cosas. Cogí una tabla y me puse a tallarla y a hacer figuras en ella. Luego lo hice en la puerta de casa, que se puede decir que es mi primera obra. Después la iglesia del pueblo y, poco a poco, he ido haciendo todo lo demás. Y así me he pasado casi veinte años, trabajando 12 o 14 horas diarias, incluso los Domingos. He preferido esto a pasar las horas en el bar o hacer otras cosas. Pero ahora, con la edad que tengo, casi no hago nada y me entretengo más leyendo. 
            Tampoco tiene antepasados en su familia que hayan sido carpinteros o ebanistas o que se hayan dedicado a hacer algo parecido, ni tampoco a ninguno de sus doce hijos le ha dado por esto. Cada uno de ellos tiene su profesión u oficio, que no tienen relación alguna con su afición de estos últimos años. Ni tampoco con la de heladero, que también lo fue en el pueblo.
-Aunque trabajaba de albañil, también me dediqué a hacer y vender helados. Eran doce hijos y había que sacarlos adelante. Ese carro que ve ahí en miniatura es el que teníamos en casa para salir a vender helados. Esto contribuía a mejorar la economía familiar y a vivir un poco más holgadamente.
  Para hacer sus maquetas y miniaturas utiliza madera de diversas clases, según el trabajo a realizar: de ocume, castaño, haya, pino o encina y también algo de chopo.
Nos acercamos a una casa de la calle Jesús Monzón Alaiz, en la que vive su hija y en la que tiene reunida toda su obra en miniatura. Me la enseña y explica con detalle, como puede y sabe. Veo que algunas maquetas son de bastante tamaño como la de El Pilar de Zaragoza, la Iglesia y el Ayuntamiento de Fuentes de Ropel y la de la Plaza de Toros de Madrid. No me extraña que su interior también se vea en miniatura, tanto su construcción, como todas las dependencias y objetos que tienen. Además están iluminadas con lámparas, hechas por él también, a la escala debida.


Ayuntamiento de Fuentes de Ropel.
Iglesia de san Pedro de Fuentes de Ropel.
Interior de la iglesia con muchos detalles.
La basílica de el Pilar de Zaragoza.
Plaza de Toros de las Ventas de Madrid.


Tiene además varias casas y chalets, algunos construidos con ladrillos y tejas de cerámica, aunque todo, claro está, en miniatura.
Veo también barcos, unos veleros y otros de pesca. Ha construido trece.
Muy llamativos son los carros de par o de varas, pintados y con todo detalle. Hasta con animales tirando de ellos, algunos obras suya igualmente. El artesano, además de tener varios oficios, es capaz de hacer las cosas más variadas, siempre que las necesite, para que su obra quede más perfecta.

Barco
Barco velero
Carro de varas con toldo.
Carro de varas
Carruaje o tartana, para viajar.
Carro de par, con redes para llevar paja.
Maquina sembradora llevada por animales.
La aventadora.




Al preguntarle si vende algo de lo que hace y tiene me dice que no, que es para sus hijos y demás familia. De hecho ya se han llevado casi todos los carros, porque les han gustado mucho. Me vuelve a recordar que tuvo doce hijos y que hay donde repartir. Y todos, menos una hija que vive en el pueblo, por distintas partes de España: tres en Zaragoza, dos en Valladolid, uno en Bilbao,  etc.
Sobre la posibilidad de hacer una exposición con su obra dice que ya se la han llevado a Villanueva del Campo, a Manganeses de la Polvorosa y que se ha expuesto también aquí en Fuentes. Al sugerirle hacerlo en Benavente, junto con obras de otros artesanos, su mujer, siempre a su lado, apostilla:
-Mire, esto hay que llevarlo en una furgoneta, porque algunas maquetas son grandes y se pueden romper. Los otros objetos son más fáciles de llevar. Además tiene que haber alguien que se encargue de ello y tenga mucho cuidado.
Por lo que advierto no habrá ningún impedimento en que la gente lo vea y conozca, siempre que se cumplan esas condiciones.
Sigo hablando con Lugérico en presencia de su mujer y de su hija. El artesano, amante como nadie de sus trabajos, es el que mejor los conoce, pues los ha hecho y se pasaría horas y horas hablando de ellos.
Me comenta algunas cosas más sobre sus maquetas. Se nota cuáles son las que más aprecia, tal vez porque las hizo con más cariño o puso en ellas más esfuerzo y sabiduría, como ocurre con la iglesia de su pueblo, que si en el exterior está perfecta, tampoco en su interior falta detalle. Efectivamente ilumina su interior y por la puerta de atrás se ven los bancos, los retablos con sus imágenes y altares, el púlpito, los confesionarios etc.; por otra puerta se ve la sacristía, cajoneras, atril, etc., naturalmente todo ello a tamaño muy reducido. Como él la vio y la ve todos los días, así ha querido representarla. No falta detalle, créanme. Para cubrir su tejado hizo 3000 tejas de madera, y el tiempo empleado en hacer la iglesia le llevó unas 2000 horas de trabajo.
La otra obra, a la que él también aprecia mucho, es El Pilar de Zaragoza. Eligió ésta porque en esta ciudad viven algunos de sus hijos y la ha visitado con frecuencia. Y allí, además de ver muchas veces la basílica y admirarla, se decidió a representarla en maqueta, empleando en ello, según me dice, más de 3000 horas. Y lo mismo hizo con la Plaza de Toros de Madrid, en la que no falta nada, ni los espectadores, pues en el tendido ha colocado fotos en las que se ve todo lleno de gente.
Me cuenta algún detalle más como lo del interior del Ayuntamiento de Fuentes, en donde ha querido dejar reflejada una sesión con el alcalde y los concejales, sentados en torno a la mesa. Para ello se ha servido de diminutas figuras.
En sus maquetas el tejado se puede levantar, en bloque o por partes, lo que le facilitó el hacer los detalles de los interiores, que tanto llaman la atención. Otras constan de piezas, que se pueden abrir o separar después de estar unidas, para trabajar en el interior. Las piezas suelen ser de madera de tamaños diversos, algunos muy pequeños. Él las ha hecho por partes que después ha unido.
-Me he quedado con ganas, dice finalmente, de hacer la catedral de Zamora, pero creo que ya no va a poder ser, porque la edad no perdona, son ya 86 los que tengo y dispongo. si no de menos tiempo, sí de menos facultades para ello.
De hecho, poco tiempo después de hablar con él, falleció en su casa de Fuentes de Ropel. Que este reportaje sirva de recuerdo para todos aquellos que conocieron y vivieron con Lugérico y que, por supuesto, admiraron sus trabajos artesanos de jubilado.