viernes, 9 de noviembre de 2012

Artesano jubilado: Miguel Zanca, de Burganes de Valverde.




Miguel en el lugar donde trabaja, junto al pavo real de madera, hecho por él.
“Mi padre, además de cartero de los pueblos de esta zona (Burganes, Bretocino y Olmillos, (pasaba en barca a Bretó para recoger la correspondencia) ejerció también de carpintero. Con él, ya desde pequeño, aprendí algo de este oficio que he practicado, después de jubilado, haciendo algunos muebles para la casa y otros objetos relacionados con la vida en el campo. Pero lo mío ha sido siempre trabajar primero como labrador y después como albañil”.
            A Miguel Zanca, cuando tenía 58 años, le dio una trombosis que le afecto a su pierna izquierda y tuvo que jubilarse de sus antiguos oficios o trabajos y comenzar una nueva vida. Pasó los primeros años entre médicos y viajes a Zamora, Valladolid, Madrid, etc. sin poder hacer nada. No le pudieron operar y sigue con cuidados y medicinas. Pero pasea, se entretiene y pasa algunas horas junto a su banco de carpintero, recordando lo que vio de pequeño y haciendo  piezas u objetos como las que vamos a mostrar en esta página. Tengo que decir que Miguel posee un gran memoria y facilidad de palabra. Me cuenta con todo detalle algunos aspectos más de su vida:
            “Nací en Burganes hace 75 años y tan sólo he estado fuera del pueblo en tres ocasiones: 8 meses trabajando, como albañil en Bilbao; 32 días en Francia en una campaña para entresacar remolacha (Por cierto que con lo que gané pagué el solar que había comprado en el pueblo para construir mi casa); 3 meses en la mili como excedente, concretamente en Valladolid, en el Regimiento Farnesio;  el resto de mi vida siempre en Burganes”.
            Y de los años de escuela lo siguiente: “Yo fui muy poco a la escuela, debido en parte a la situación familiar, pues éramos siete hermanos y siempre estaba haciendo algo necesario para ayudar en casa: que si con las vacas, que si atender a los cerdos, gallinas, conejos, etc; que si esto, que si lo otro...En fin que de escuela poco. Así que no aprendí ni la tabla de multiplicar. Lo que sé se lo debo, en parte, a un cura que nos daba clase tres días a la semana durante el invierno”.
            Tiene un hijo que vive en Bilbao y una hija que reside en el pueblo.
            De sus oficios dice que, cuando era labrador, participó en concursos de arada con vacas, primero en Benavente, en el año 1960, (le dieron el primer premio comarcal), y después ya en Zamora, en el año 1962, donde ganó el segundo premio provincial. En ambos casos le concedieron diploma y trofeo. Allí entre sus artesanías tiene los diplomas y trofeos obtenidos, a los que su mujer, que le acompaña, tiene mucho interés en enseñarnos. Como albañil dice que trabajó poco el tapial y el adobe (tan sólo hizo tapias para algunos corrales en Bretocino y Burganes). No ocurre lo mismo con el ladrillo, material con el que construyó 36 casas en su pueblo, a las que recuerda y conoce muy bien.
            Fue al jubilarse, como ya hemos dicho, cuando comenzó a trabajar con la madera en su banco de carpintero, y a recordar y aplicar sus conocimientos:
            “Los primeros años me dio por hacer algunos muebles para la casa. un dormitorio, un banco, algunas puertas. Y también otros utensilios: una hemina, un carretillo, una escalera, dos artesas de las que se usaban para preparar la masa del pan y en la matanza, etc. Todo ello, de utilidad para la casa”. 

Artesas y carretillo.

            Por cierto que hace tres o cuatro años hizo también unas puertas de madera de pino para la nueva casa de su hija, alguna con pequeñas ventanas, y con clavos que sirven de adorno. El estilo de las puertas es apropiado para el lugar en que están instaladas, diversas dependencias de la planta sótano. Todo ello demuestra sus conocimientos del oficio, su sabiduría artesana y su buen hacer.

Las puertas de la casa de su hija.
            Desde hace ya varios años se dedica y entretiene más con otras artesanías que le ayudan a recordar también el pasado, relacionado con su vida en el campo como labrador: arados, yugos, carros, garios, bieldos, horcas, etc. y varios cuadros que su hijo le ha enmarcado y en los que están colocados algunos de estos objetos en miniatura. Y también otros relacionados con su vida en la casa: cucharas, tenedores, pote, sartén, platos, candiles, faroles, etc.

Cuadros con aperos de labranza.
Platos, sartenes, jarros, etc.
Potes, cucharas y tenedores.
Carro de par o viga.
Carro de varas.
            Hace también carracas y algún otro tipo de piezas. Hasta cunas para las muñecas de su nieta y  pequeños muebles para los niños como  una cuna y  un andador.
            “Todo esto, dice Miguel, es cosa mía. Lo hago recordando siempre lo que he visto y plasmándolo en madera del mejor modo posible. Pero antes de hacer cada objeto lo  dibujo o pinto en un papel que me sirve de patrón o modelo”.
            En el portalón de su casa tiene un banco de carpintero con tornillo y en la pared las herramientas que utiliza: serruchos, hacha, azuela, escoplos, escofina, cepillo, barrenos, etc. Algunas eléctricas han suplantado a las manuales que se utilizaban más antiguamente.
            Además de los muebles, casi todas las demás piezas son de madera, aunque de diversas clases. La que más ha utilizado es la de encina y la de pino norte. También la de castaño y algunas otras. Pero tiene también objetos de hojalata y chapa galvanizada, como los faroles y candiles, caballos y toros, cangilones de la noria, etc. 
Así ha visto y ha querido representar un palomar y las palomas.
 
Con chapa ha hecho varios animales.
Entre ellos este toro y este caballo.
            Y Miguel, que no puede olvidarse de su vida  y su trabajo de labrador, ha preparado con madera un cuadro-recipiente en el que, en más de cuarenta huecos, ha introducido semillas de las que él mismo utilizaba, a la hora de la siembra, en su huerta: cebollas, pimientos, habas, berza, pepinos, melones, sandías, etc., o en el campo más extenso: trigo, cebada avena, centeno, maíz, lentejas, muelas, etc. Cada hueco, con las  semillas, se muestra con un color distinto, que le da vistosidad y llama más la atención a los que lo ven. El cuadro le sirve para recordar mejor el pasado, su vida y sus trabajos, las buenas o malas cosechas, según los años, y todos los afanes, buenos o malos, que la vida de agricultor trae consigo.
            No deja de ser interesante, a la vez que algo llamativo, esta idea de Miguel. “Es cosa mía” dice, al tiempo que nos enseña el cuadro y explica lo que contiene. Allí está colgado en una pared de su casa, como si se tratase de un óleo o acuarela.

Cuadro-recipiente con semillas del campo.