domingo, 18 de noviembre de 2012

El Merendero de Leo, en San Cristóbal de Entreviñas (Zamora).



La chimenea.
Leo, removiendo la cazuela, en presencia de su amigo Mundo.

Se llama León Fernández Camino y es natural de Valderas (León), pero desde hace 23 años vive en San Cristóbal de Entreviñas, pueblo cercano a Benavente y uno de los  más importantes y de mayor población de la provincia de Zamora.
León, a quien familiares, amigos y conocidos llaman siempre Leo, trabaja, en la actualidad, como jardinero y poda los árboles, en su momento, pero a lo largo de su vida ha realizado otros trabajos, todos con dedicación y entrega, lo que le ha aortado un cúmulo  conocimientos y experiencias para su vida. Y es que ha trabajado en la agricultura, conoce bien el campo y sus tareas. Además, una de sus grandes aficiones es la caza, más con galgo que con escopeta, que le ha permitido andar por el campo y tener contacto con la naturaleza.
También ha ejercido de albañil, y él mismo ha reparado y repara cosas de su propia vivienda en San Cristóbal, y hasta ha construido pequeños locales en el patio de la misma. Uno de ellos es el merendero que hemos visto y en el que un grupo de amigos hemos pasado, recientemente, un rato de convivencia, comiendo unas patatas con congrio en torno a la mesa. Por supuesto que el cocinero ha sido Leo, pues conoce también, como nadie, este oficio, tras haber pasado varios años como camarero y ayudante de cocina en el restaurante El Gatito de Valderas, su pueblo. Su experiencia y la práctica le han hecho, o convertido, en un experto cocinero, a juicio de todos los que han pasado por su merendero y probado algunos de los platos que prepara: pollo de corral, conejos guisados y bacalao tipo Valderas, pulpo a la gallega, congrio con patatas y sin patatas, etc., y hasta cordero o lechazo en algunas ocasiones. Y todo ello acompañado de un buen vino tinto o rosado de Benavente, Valderas o Toro.
Pero, en esta ocasión,  no pretendo hablar o escribir de gastronomía, sino más bien sobre etnografía, o, si queremos, sobre la colección, que Leo tiene y que hemos visto en el merendero. Se trata de objetos diversos, unos más antiguos que otros, relacionados con el mundo agrario, doméstico o familiar. Las paredes del local están completamente llenas de piezas, con cierto desorden, pero cuya visión general produce y nos acerca a lo bello y atrayente. Hay cosas antiguas y modernas, relacionadas con los diversos oficios o tradiciones, algunas desconocidas y capaces de sorprender a quienes las contemplan. Pero no le sorprenden a él, que las colecciona,  pues veo que las  conoce muy bien, y da cuenta de cada una de ellas, de su origen o procedencia, e incluso de su antigüedad y de su valor. Él mismo hace algunas en madera, como tirachinas, por allí tiene varias horquillas para ellos, bastones y algunos otros pequeños objetos.

Otras piezas de cerámica.
Cerámicas de diversa procedencia.
Aparatos de radio antiguos, rodeados de otras cosas.

                                                     Platos y azulejos de cerámica decorada.
Horquillas para tirachinas.
Peonzas.
Escobas de campo,decorando el lugar.
Sombreros.
 Guindillas en una de las paredes.
Casi todas las piezas expuestas han pasado por su mano hasta llegar al merendero. Unas proceden de su casa en Valderas y de cuando vivía allí; otras de cuando trabajaba de albañil, en viviendas  que hubo que destruir;  algunas las ha comprado él mismo o  familiares y amigos, que frecuentan el lugar, etc.; las hay, más modernas, de viajes realizados por él o su familia, que siempre se traen algo para seguir adornando el merendero. No faltan las que se relacionan con su actual trabajo de jardinero y podador, entre ellas algunas herramientas…Y, cosa curiosa, los muchos nidos de jilgueros, pardillos, mirlos u otros pájaros que anidan en los árboles que Leo y sus compañeros de trabajo podan en su época. Al cortar las ramas, si hay algún nido, lo coge para su merendero.
Garrafones, cestas de mimbre y otros objetos.

Varios nidos de pájaros sobre un yugo.

Algunos aperos de agricultura.
Su colección de relojes de bolsillo.
El merendero se ha convertido en un pequeño museo de las más variadas cosas, desordenadas, casi todas, pero que producen buena sensación al verlas. Belleza en medio del desorden. A él acuden de vez en cuando sus familiares para celebrar algún cumpleaños, u otra fiesta familiar. También  grupos de amigos, como en esta ocasión, para pasar el rato en torno a una mesa y una comida, especial, no sólo por sus ingredientes, sino por su preparación, pues el cocinero ha sido Leo.

Un grupo de amigos en un día de merienda.
Y es que además de comer, a los asistentes, se les da la oportunidad de ver y admirar, sino todos, algunos de los abundantes objetos que llenan y decoran las paredes del local. Siempre hay alguien que pregunta a Leo por las piezas más desconocidas y llamativas: El pequeño fuelle y su decoración, el portavelas de hierro un tanto original, algunas de sus variadas cerámicas, la placa de una calle de Oviedo o Gijón, la  plomada, etc.

Fuelles.
El pequeño fuelle.
Antiguo portavelas.
Timbres.

Campanilla y cinta de quintos.
Plomada.













Leo no está jubilado, y por eso no puede dedicar mucho tiempo a las distintas aficiones que tiene, como ésta de hacer cosas de artesanía, con madera u otros materiales. De momento tiene que cumplir cada día con su trabajo, para poder vivir dignamente. Y en el tiempo libre su principal distracción es andar en bicicleta, le va bien para la salud, o pasear por diversos lugares en el campo y seguir disfrutando de la naturaleza.  También le gusta el futbol y no se pierde ningún partido de su equipo favorito, el Barcelona. Por allí vemos una camiseta y algunos otros objetos-recuerdo del club.
Hay muchos merenderos por fincas y casas de ciudades y pueblos, pero no tantos como el de Leo, que ha sabido unir una comida especial, con etnografía y tradición, a través de los numerosos objetos y piezas expuestas sobre las que casi todos los que las ven tienen algo que decir o preguntar. Y para ellos Leo siempre tiene la respuesta.