domingo, 4 de noviembre de 2012

Recuerdos del Ayer: El Velatorio y el Luto.



Si algo ha cambiado en la sociedad actual, respecto al pasado, es todo lo relacionado con la enfermedad y su tratamiento, y sobre todo con la muerte. En torno a ella voy a escribir en esta ocasión, y concretamente lo que se refiere al velatorio, y también al luto (vestir de negro o de color oscuro durante una temporada después de fallecer un ser querido.
1.- Velatorio tiene que ver con velar, (del latín vigilare) y significa estar sin dormir por algún motivo. En lo civil se está de vela o vigilancia en los hospitales, para atender  a los enfermos; en el ejército se hacen guardias de noche; los bomberos y ambulancias están siempre a la espera de cualquier emergencia; y son muchos los oficios, profesiones o trabajos que están en vela, vigilia o vigilancia durante toda la noche.
En la iglesia también se estaba y se está de vela en algunos momentos, pues se vela al Santísimo en su fiesta sacramental del día del Corpus y sobre todo en el Monumento el día de Jueves Santo, una vez celebrada la Eucaristía. La Adoración Nocturna también lo vela todavía, donde existe dicha Asociación. Y por supuesto en aquellos lugares en los que está expuesto permanentemente: Iglesia de La Vera Cruz en Salamanca, Basílica de San Isidoro en León, y Catedral de Valencia entre otros. Se celebran también vigilias en honor de la Inmaculada, o de otros santos, y por diversos motivos.
            Pero aquí quiero referirme a la vela o velatorio que se hacía, antiguamente, cuando alguien fallecía, y una vez amortajado, en su propia casa, desde el momento del fallecimiento hasta la hora del entierro. Ocurría que en algunos sitios, además del toque de campanas a muerto, durante todo el día y la noche, familiares, amigos y conocidos del mismo pueblo o pueblos cercanos iban a la casa del fallecido, primero a dar el pésame y después a acompañar a la familia y al difunto durante algunas horas. El cadáver solía estar colocado en una alcoba de la casa, a veces no lejos de la cocina u  hogar.
Una de las primeras visitas era la del sacerdote, (pocos días antes le había administrado la Extremaunción), que, después de saludar a la familia y darles el pésame, rezaba un responso junto al mismo féretro. Todos los presentes guardaban silencio y rezaban con él.
            En los velatorios se solía reunir mucha gente, más durante el día que por la noche. Y, aunque no todos iban a rezar, algunas personas sí que lo hacían: Tres Avemarías a la Virgen del Carmen, para que acogiese al difunto bajo su Escapulario; un Padrenuestro a San José, abogado de la buena muerte; o a San Rafael, abogado de los caminantes; e incluso a veces algún devoto o devota rezaba el Santo Rosario junto con todos los presentes.
Pero muchos otros iban allí por cumplir y porque era una costumbre, sin prestar mucha atención a rezos y peticiones. Las noches, sobre todo las del invierno, eran largas y había tiempo para todo.
A pesar de la seriedad del momento y del sentimiento de dolor que invadía a los presentes en los velatorios, llegaba un momento en que la situación se relajaba y se comentaba entre los presentes todo tipo de noticias y acontecimientos. Se contaban leyendas y anécdotas, no sólo sobre personas vivas del pueblo o pueblos limítrofes (todos se conocían), sino también sobre el mismo difunto, allí presente. Incluso se decían chistes de todo tipo, incluso de muertos. Se entablaban conversaciones sobre problemas sin resolver, o mal resueltos, algunos de los cuales referidos al mismo fallecido.
No hace mucho me contaron que en un pueblo, en el que se había realizado la concentración parcelaria, en el velatorio de una persona se estuvo durante un tiempo hablando de ello y haciendo referencia a las parcelas, no muy buenas, que habían adjudicado al muerto. Y en otro lugar me decían que se pasaron horas hablando y comentando los bailes, desvaríos amorosos y diversiones del finado.
Y así pasaban el día, y principalmente la noche, en los velatorios en casi todos los pueblos. Algunos se apuntaban y asistían a todos (menos al suyo, lógicamente).Lo consideraban como algo natural.
Aunque las primeras horas de la noche eran las más difíciles de llevar porque invitaban al sueño, la animada conversación, el chismorreo, las anécdotas,  los cuentos y chismes, contribuían a que nadie se durmiera. Y, cuando llegaba la mañana, la familia del difunto invitaba a los presentes a tomar la parva (aguardiente y pastas caseras) y en ocasiones se degustaban sopas de ajo o torreznos si la matanza del cerdo en el domicilio ya se había realizado.
Los velatorios, al menos en los pueblos,  se tomaban muy en serio, procurando que el difunto y su familia más allegada estuviesen siempre acompañados, de día y de noche, hasta la hora del entierro.
Cuando alguien moría, que solía ser en su propia casa y casi siempre después de recibir la Extremaunción, se le velaba hasta la hora del funeral y posterior entierro. Hemos contado la forma de hacerlo que era muy parecida en todos los lugares.
 
2.- Por otra parte el luto consistía en el uso reiterado y general del color negro y la ausencia de cualquier actividad que supusiese una manifestación de diversión o buen estado de ánimo. La muerte de un ser querido, además de dolor y pena, traía consigo esta especie de ritual, motivado por el hecho religioso, que había que respetar y cumplir. Y eran muchas las personas, antiguamente casi todas, que se lo tomaban en serio, en la utilización de vestidos, adornos y otros objetos, así como en algunas actividades y momentos de su vida durante el año o años que durase el luto. Porque, el estar más o menos tiempo en esta situación dependía de los fallecidos, ya fuesen niños, jóvenes o mayores, y también, como no, de la religiosidad de los familiares.


Un grupo de mujeres de Quiruelas de Vidriales, de terutlia, y casi todas de luto.
En los pueblos, las mujeres teñían de negro las prendas de vestir que ya tenían en su casa y que usaban, si no todos los días, sí con frecuencia. Y lo hacían en calderos o baldes en la lumbre de la cocina. Sin embargo en las ciudades solía haber tintorerías que se encargaban del teñido. Tintorerías que se anunciaban diciendo entre otras cosas: Se hacen lutos en veinticuatro horas. A ellas acudían las mujeres más pudientes y que no quisiesen perder tiempo en estos menesteres.
Porque esto del luto se notaba más en las mujeres: vestidos, chaquetas, medias o calcetines, todo era negro en ellas. En los hombres, sin embargo, el luto consistía en coser una cinta negra, más o menos ancha, en una de las mangas de la chaqueta, el abrigo, la gabardina o la pelliza. A falta de la cinta, un botón negro, colocado en el ojal de dichas prendas podía también delatarlo. En los niños y niñas se notaba menos, aunque los vestidos de las niñas eran más bien de colores no llamativos durante este tiempo, e incluso algunos niños también llevaban algún distintivo en la ropa.
Muchas mujeres llevaban por la calle, además de abrigo, toquilla u otra prenda negra, un pañuelo del mismo color sobre su cabeza, anudado por debajo de la barbilla. 

Viuda e hijas de luto. (Foto exposición en Quiruelas)
La señora María de San Pedro de la Viña.

La iglesia y los curas veían bien lo del luto, y no tan bien, si alguna persona o familia que se considerase cristiana (era lo normal en aquella época) no cumpliese con este rito o costumbre. Tal era la situación y la mentalidad de aquellos años, que no se pueden comparar con la época actual, aunque haya pueblos y personas concretas, casi siempre mayores, que siguen cumpliendo y viviendo el luto de forma parecida. Así hemos visto y comprobado en algunos pueblos de los Valles de Benavente, como se puede ver en las imágenes.

La señora Emerita en su reclinatorio. Iglesia de Villaveza.

Socorro a la puerta de su casa en Santa Colomba.
Socorro, de negro, junto a la Dolorosa.
Paseando por Ayoó de Vidriales.
En bicicleta por Cubo de Benavente.

Pero el luto llegaba aún más lejos, no solamente a los vestidos. Estaba también dentro de la casa, se notaba en el vivir de cada día. He aquí algunos ejemplos:
-Las cartas se escribían en sobres y cuartillas ribeteadas en negro o con pequeños triángulos de dicho color en alguna de las esquinas.
-Se prescindía de bailes o diversiones durante algún tiempo, tanto los mayores, como los jóvenes o los niños.
-Se salía poco de casa, sobre todo las mujeres, que a donde más acudían era a la iglesia para la misa, la novena o el rosario.
-Se prescindía, en lo posible, de toda muestra de ostentación o lujo, pues hasta se veía mal por parte de muchos.


Cuartilla para uso de los que estaban de luto.

Sobre-carta utilizado por las personas que estaban de luto.
Y se estaba de luto un año o dos, dependiendo de quien fuese el fallecido. No era lo mismo que se tratase de niño o joven que si era una persona mayor. Pero, fuese lo que fuese, se daba el caso de que algunas mujeres se pasaban casi toda su vida vestidas de luto o de negro. Y es que  a veces ocurría que, a la muerte del marido, seguía, sin haber pasado mucho tiempo, la de un hijo u otro familiar, con lo que la situación continuaba, empalmando el luto por uno con el luto por otro u otros.
Estas mujeres o algunos de sus familiares se colocaban en la misa en sus reclinatorios junto a los hacheros y encendían las velas o los hachones todos los días durante la misa, y allí permanecían hasta que el sacerdote se acercaba para rezar un responso por el familiar o los familiares fallecidos.