miércoles, 12 de diciembre de 2012

Artesano jubilado: Manuel Cordero, de Santovenia del Esla.



Local en el que trabaja, entre maderas y herramientas.

Hace ya bastante tiempo que me acerqué de nuevo a Santovenia del Esla con la intención de visitar a Manuel Cordero Aliste de quien me habían contado que también dedicaba parte de su tiempo de jubilado, entre otras cosas, a trabajar la madera y elaborar con ella piezas de diverso tipo. Cuando lo veo, lo primero que hace es llevarme a un corral próximo a su casa, en donde, entre maderas y palos, tiene un banco, como de carpintero, que le sirve para sus trabajos. Y no lejos de allí, colgado en la pared, un arado antiguo romano cuyas piezas de madera fueron hechas por él (tan sólo la reja es de hiero).        
Lo curioso es que Manuel me cita y explica la función de cada una de las piezas de que consta y que (tal como las nombra) son las siguientes: tiriquilla (tiriduela o tirihuela), cabezal, medio cabezal, colletas (belortas, abrazaderas) contazo (contera), enrejada, mancera (agarradera, manilla), mazo, pinas (cuñas), y raposo o raposillo. Y por supuesto la reja de hierro. El arado, por su tamaño, puede ser utilizado en alguna huerta o tierra, si se quisiera, pues es de un tamaño bastante normal. Pero él lo tiene allí solamente para su contemplación y recordar uno de sus trabajos. 
Arado romano hecho por él y en que no falta detalle alguno.
Después me lleva a su casa en donde tiene muchas más cosas colgadas en las paredes del portalón y también por algunas habitaciones. Son objetos diversos, la mayor parte hechos con madera. Me llaman la atención y le pregunto cómo ha podido hacer tantas cosas:
“Tengo 75 años, me dice,  y estoy jubilado desde que tenía 60, anticipadamente, pues ya había cotizado lo suficiente. Pero, si le digo la verdad, como si no lo estuviese, porque sigo haciendo de todo lo que me gusta: la huerta, ahora la vendimia, y luego esto de la  madera, y además también pinto. Me da por hacer cualquier cosa y en seguida me pongo y me meto con ello”.
Manuel trabajó siempre de obrero y con esto y unas tierras que tenía se fue arreglando y sacando adelante a la familia. Es natural de Santovenia y vivió siempre en el pueblo. Y además en la pequeña casa (la ha ido arreglando y ampliando) en la que nacieron y vivieron sus abuelos, sus padres y él con su mujer y sus cinco hijos (uno de ellos ya fallecido). Estos, ya mayores, por sus trabajos u ocupaciones viven ya fuera. Están todos por Benavente, así que no muy lejos del pueblo y de la casa de sus padres.
“Estudié también en la escuela del pueblo, pero muy poco. Teníamos un maestro que sacó buenos discípulos, aunque fuese solamente con la enciclopedia escolar de J. Dalmau Carles, que todavía conservo. Éste era el único libro utilizado en la enseñanza pública allá por la década de 1940. Y fíjese que éramos en la escuela 136 chavales y todos con el mismo maestro”.
Con estos trabajos que hace ahora, por su cuenta y sin que nadie le haya enseñado, empezó unos años después de jubilarse. Y utiliza sobre todo madera, la que tiene a mano, sea nogal, negrillo, encina, cerezo u otras. Me explica, en su propio lenguaje, cuáles son y para qué se utilizan o utilizaban los diversos objetos que tiene por allí:
Acial: instrumento con el que se oprime el morro u hocico de las caballerías, para que se estén quietas mientras las hierran, curan o esquilan.
Atropiles: Utilizados en las faenas de siega, para recoger las gavillas, amontonándolas en morenas.
Yugos de bueyes y mulas en pequeño tamaño.
Trasgas: Pieza de madera donde se introduce el timón del arado, ajustándolo con una clavija de hierro, para uncirlo al yugo.
Una percha  muy original, el escudo de Santovenia, y también, como muchos otros jubilados, muchos bastones, muy diversos, y variados por sus adornos y decoración en puños y varas.

Yugos con trasga.
Hacial.
Atropiles.
Trasga.
Percha y escudo de Santovenia.
Fuelle-reloj.

Bastanes con puños variados.

Colección de bastones en una vitrina.
La afición por los bastones es bastante general en los jubilados. ¿Será que, al hacerlos, piensan en su utilidad, en necesitarlos en algún momento de su vida? De hecho son muchos los que se sirven de ellos cuando salen de casa, y los consideran como buenos compañeros de viaje. 
Después Manuel entra en casa y sale con la maqueta de la iglesia de Santovenia en sus manos: “Me llevó mucho tiempo el hacerla, unas catorce o quince tardes. Lo que pasa es que, aunque hice primero un dibujo de ella, tal como yo la veía, lo mismo que hago con las demás piezas, no lo hice a escala y me fallaron algo las proporciones. Pero fíjese que tiene más de mil tejas y luego los demás detalles que se ven desde el exterior”.

La iglesia de Santovenia en sus manos.
Observo que se siente satisfecho de esta obra, a la que admira y también admirarán todos los que la vean. Le digo que no se preocupe si ha fallado algo en las proporciones, porque él ha conseguido lo que quería: tener el edificio de la iglesia de su pueblo en sus manos, y lo ha conseguido.
Por último me enseña unas calabazas que él mismo ha decorado, pintándolas. Algunas, más que otra me llaman la atención, como dos de ellas que muestran, según él, las caras Zapatero y Rajoy, aunque sea poco el parecido con la realidad: “Es que las pinté cuando estaban en el debate electoral en las pasadas elecciones y no tenía delante sus fotografías”.   

Calbazas pintadas.

Imagen de Zapatero y Rajoy en estas calabazas.



















Así es Manuel. Sigue afirmando no tener tiempo para nada, a pesar de hacer lo que el quiere y cuando quiere. Ahora casi solamente atiende a su pequeña huerta, y seguirá con sus artesanías, pues con ello se lo pasa muy bien. Es una actividad que le completa y le llena de satisfacción. Y es del agrado de sus hijos y nietos que con frecuencia vienen a visitarlo.
            También algunas personas del pueblo conocen sus habilidades y las cosas que ha hecho: “A ver si me organizo y saco tiempo para ordenarlas un poco y que las puedan ver mejor todos los que se acerquen a  mi casa.”