martes, 2 de abril de 2013

Artesano jubilado: Emilio Martínez, de Burganes de Valverde.



Emilio en el taller de su casa manejando una carraca.
  A través de las páginas de este blog estamos viendo que cada vez son más las personas jubiladas que, libres ya de sus afanes y obligaciones, dedican parte de su tiempo a aquello que les satisface, y que, a la vez, les sirve de distracción. Y son muchos los que para ello eligen la madera, material fácil de conseguir en un paisaje como el de los Valles de Benavente lleno encinas en los montes, y  de choperas y otras arboledas cerca de los ríos. Esto le pasa a Emilio Martínez de Burganes de Valverde, que, después de trabajar 44 años en Bilbao, pasa una gran parte del año en su pueblo y aquí, además de pasear y atender a su huerta, hace piezas diversas, “las que a mi se me ocurren”, dice él, en el pequeño taller que tiene montado en su casa. 
            Se jubiló a los 60 años (tenía 70 cuando lo visité) y, aunque sigue domiciliado en Bilbao, cada poco y por cualquier motivo viene a Burganes, pues aquí se lo pasa muy bien. Y más desde que empezó con estas artesanías que tanto le entretienen y le completan.
            “Al jubilarme, me dio por hacer un badajo de gran tamaño y luego otros menores. Y después, (lo mismo ocurre a otros jubilados), continué haciendo cucharas, tenedores, mazos, palilleros y bellotas, muchas bellotas de madera de encina. También tengo husos de hilar, vasos, yugos en miniatura, algunas castañuelas, varios  tirachinos y otras cosas.”
Efectivamente me enseña todo lo que tiene por allí y me llaman la atención, además de los objetos que él ha enumerado, los morteros y vasos, y sobre todo las carracas, por lo bien acabadas que están y lo bien que suenan. Destacan por la clase de madera utilizada.

Las bellotas de madera fueron sus primeras piezas.
También ha hecho varias carracas.
Morteros y cajas...
Y diversos vasos de madera.
  Y es que, además de la de encina, que utiliza preferentemente para las bellotas (selecciona para trabajar algunos trozos de la misma que compra para quemar en su cocina-hogar), se sirve también de la de roble, con la que ha hecho casi todos los badajos, de la de negrillo para las cucharas, tenedores y paletas, y de la de pino, para otras piezas. También utiliza otras maderas antiguas que recoge en algún lugar y que las prepara  debidamente.
Su colección de badajos.
Un yugo y varias cucharas y tenedores.
Má bellotas de madera.
También tiene husos de hilar.
Mazos y otros objetos.
            Emilio no es de familia de carpinteros, ni nada parecido. En su afición por la madera y por este tipo de artesanías pudo haber influido el hecho de haber visto a otras personas en su entorno. De hecho él es cuñado de Agustín Cid Brime, otro jubilado de Burganes, del que ya hemos escrito en estas páginas y que hace algunas cosas parecidas, como las bellotas y los badajos, aunque cada uno a su modo y estilo. Ambos han tenido vivencias personales muy semejantes en su contacto con la naturaleza, en su vida personal y en su oficio de pastor.
            No nos debe extrañar que no haya utilizado el hierro para sus trabajos de jubilado, aunque durante su actividad laboral en Bilbao fuese calderero y soldador, pues desde niño y hasta que emigró, su vida transcurrió enteramente en el campo, como pastor, y en contacto con la naturaleza de su pueblo, abundante en vegetación, entre la que hay que destacar los árboles y la madera que de ellos se obtiene para uso doméstico e industrial.
            Dedica a su afición muchas horas, más en invierno que en verano, pues hay que pasear más y atender a la huerta. Pero, así y todo, no menos de cuatro o cinco horas diarias son las que se pasa entre las maderas.
            Además de una sierra de arco y otra de hierro, tiene otras herramientas en el pequeño local, a modo de taller, que tiene en casa: limas, gubias, etc. Veo también una mesa con tornillo para sujetar las piezas.
            “Para hacer el vacío interior de un recipiente, vaso, mortero u otro, primero lo marco con el compás, hago agujeros con el taladro y luego utilizo las gubias para sacar la madera”.

            Dispone de algunas herramientas eléctricas como el taladro, que le facilitan el trabajo. También es eléctrica la máquina de afilar.

            Le pregunto por la navaja, esencial y fundamental en algunos artesanos y me dice que la utiliza mucho, pero solamente para hacer pequeños agujeros y los adornos que llevan las bellotas y otros objetos.

Su taller esta lleno de herramientas y objetos hechos por él.

No podían faltar bastones, hechos a su modo...
Ni tirachinos, que le recuerdan sus años de niño.

            Y sobre su vida también tiene algo que decir:

“Nací en Burganes de Valverde en un día muy señalado, el 1 de Abril de 1939, día y año en que terminó la Guerra Civil. Estudié en la escuela de Navianos de Valverde desde los 6 hasta los 11 años y en la de Burganes desde los 11 hasta los 14.

            Mis padres eran pastores y yo les ayudé como zagal (pastor joven) hasta que cumplí los 18 años en que me puse a trabajar por mi cuenta.

            Cuando fui a la mili, después de los 4 meses de instrucción estuve también de pastor durante un año, guardando ovejas que tenían allí en el Polvorín, en Valladolid.

            Al finalizar la mili estuve trabajando dos años en las dehesa de Valmasedo, cerca de la de Pozos  y, a punto de cumplir los 25, me fui a Bilbao y allí he trabajado de calderero y soldador en empresas metalúrgicas.

En Bilbao sigo domiciliado y viviendo, de momento, aunque paso más tiempo en Burganes, que para eso es mi pueblo y el de mi mujer. Además es aquí donde trabajo con la madera y me entretengo haciendo estas cosas, que me llenan, y que son también del agrado de mi mujer, de mis hijos y de mi nieto, con el que también me lo paso muy bien”. 

Emilio, como tantos otros ciudadanos de esta comarca, tuvo que emigrar, si no a Europa, sí a una región de España, donde era más fácil trabajar para poder vivir dignamente. Ahora, ya jubilado, lo recuerda todo muy bien. Y aunque vive en Bilbao, está pensando en Burganes, donde le espera la madera y el taladro, las gubias, limas y demás herramientas con las que, mientras pueda, seguirá haciendo piezas para su propia satisfacción y la admiración de las demás personas.