domingo, 14 de julio de 2013

Artesano jubilado: Senén Tejedor, de Alcubilla de Nogales.


Senén nos enseña uno de sus bastones con el puño en forma de S.

            Una tarde del mes de Diciembre del año 2006, en un día próximo a la Navidad, llegamos a Alcubilla de Nogales y, al preguntar por Senén el molinero, nuestro interlocutor, ya persona mayor, nos dice dónde vive, al tiempo que nos informa de su estado físico, del  suyo y también del de su mujer, con achaques los dos, en parte motivados por la avanzada edad.
            A pesar de todo, al llegar a su casa, acompañados de una prima de su mujer, y, tras nuestra presentación, se vuelca en enseñarnos sus cosas y contarnos algunos datos de su vida.
            Cuando lo visitamos tenía ya 83 años y, aunque ya ha fallecido, quiero recordar ahora lo que sobre su vida y sus aficiones artesanas nos contó en aquella visita.
A causa de una enfermedad, relacionada con problemas de circulación sanguínea, se apoyaba, para andar, en unas muletas, hechas precisamente por él, con madera de olmo y de negrillo. Tenía otras más lujosas y hasta mejor confeccionadas, a mano, y también de negrillo, cuya vara estaba decorada simulando una caña de bambú. 

Muletas más lujosas con varas decoradas a modo de bambú.
            Está presente, en todo momento, su mujer Angelina Diéguez Tejedor, también de edad avanzada, con la que se casó hace más de 60 años. Tampoco se encuentra bien de salud. Conoce y admira los objetos de madera que ha hecho su marido, aunque está pendiente continuamente de su salud, cuando él pretende enseñarnos todas sus cosas. Y la verdad es que Senén  lo hace con gusto y con el deseo de que se conozca su obra de artesano jubilado, junto a algunos aspectos de su vida.
            En la pared del portalón de la casa vemos colgados un reloj y un yugo, dos de sus primeras piezas decoradas y barnizadas.

Yugo que junto a otras piezas estaba colgado en la pared del portalón.
            “He vivido siempre en Alcubilla, con la excepción de los dos años que pasé en Melilla haciendo la mili. Bueno, añade, también estuve en Val de San Lorenzo desde los cinco hasta trece años. Resulta que estaba allí de maestro mi tío Ángel y con él,  asistiendo a la escuela, pasé esos años. Pero, al cumplir los trece, me vine ya a casa, a mi pueblo, para trabajar en el molino de mi padre y ayudarle además en la agricultura, pues teníamos algunas tierras”.
            Ni que decir tiene que fue su oficio de molinero lo que le ha dado la fama y lo que ha sido su mayor ocupación durante más de 50 años. Pero los últimos años, antes de dejarlo, ya no era rentable y tenían que dedicarse también a la agricultura.
Senén es de familia de molineros, pues lo fueron también su padre y su abuelo.
            Lo de la artesanía con madera ha sido después de jubilarse, a los 65 años. Y esto no tiene nada que ver con la molienda y el cultivo de las tierras, heredado de sus antepasados, aunque nos cuenta que su abuelo era aficionado a la carpintería y hacía, a su modo, algunos muebles para la casa y otras cosas. Tal vez fuese éste el motivo y el origen de su afición.
            Trabajo o afición a la que, parece ser, ha dedicado mucho tiempo:
“Pasaba los días muy entretenido. Primero iba a la huerta y daba un paseo por ahí. Y después, muchas veces por la tarde, en casa o en el molino, en donde tengo el torno, me ponía a trabajar la madera y hacer cosas, y se me pasaba el tiempo sin darme cuenta. Pero desde que, por enfermedad, me he visto obligado a coger las muletas, ya no hago nada. Tan sólo me dedico a ver lo hecho, o a enseñárselo y explicarlo a los que vienen a verme, como en este caso a Ustedes”.
Nos lleva a un pasillo-galería de la casa, en donde tiene algunas piezas u objetos: -Una pequeña habitación en miniatura en la que se ve a su mujer y a él sentados junto a un hogar, sobre el que cuelga un pote.
-Una escena agrícola, en la que él está arando y su mujer, al lado, va destruyendo terrones con un mazo de madera.
-Algunas otras piezas de diversos tipos de madera: un jarrón, un gallo, cruz con corazón, pinza y cucharas, etc. Entre todas destaca un rosario, cuyas avemarías son bellotas de madera de encina y los misterios son calabazas de peregrino, de madera de fresno. No faltan unos corazones de almendro como adorno y, al extremo, la cruz. Los engarces y demás son de madera de encina.

Pequeña habitación de madera, con su mujer y él en toro al hogar.
Escena agrícola. Senén arando y Angelines destrozamdo terrones.
Otros objetos hechos por Senén, de los muchos  que vimos en su casa.
Rosario de madera. Las cuentas o avemarías, semejan bellotas.
Después nos lleva a la habitación-comedor de su casa y nos enseña un grupo de bastones. Destacan, sobre todo, por sus puños que representan animales: patos, pájaros, toros, perros, alguna serpiente, etc. Nos llama la atención un puño, que podemos llamar el perro-pipa, pues en la boca del animal se puede colocar un cigarrillo y fumarlo chupando en su cola. Nos explica, como curiosidad y algo en broma, que para hacerlo le dio la idea su mujer cuando, en una ocasión, le dijo: no fumarás el rabo del perro. En ese momento se puso a hacer el bastón y el puño.
En el descanso de la escalera que da al piso superior tiene otro grupo de bastones, estos con el puño distinto. Alguno son letras, como la S, inicial de su nombre. Por cierto que es muy cómodo y fácil de agarrar.
Una de sus colecciones de bastones.
Los puños de los bastones representan animales diversos, que él conocía.
También hizo varias cachas, alguna dedorada con serpiente.
Senen y Angelines vivían solos, pues su hijo, por su profesión y trabajo, vive fuera. También su nieto, que es militar y al que recuerdan con cariño. Él siempre que puede se acerca al pueblo para estar con ellos.
Son dos personas, mayores de edad, de las muchas que hay en esta provincia de Zamora y en las demás de la Comunidad de Castilla y León. Comunidad en la que una de las preocupaciones de sus dirigentes debiera ser ésta: cuidar de la salud y forma de vida de todos sus habitantes, pero mucho más de los mayores, proporcionándoles residencias y hospitales próximos y asequibles a todos. Que ninguno por su situación económica o de otro tipo se vea imposibilitado para acceder y disfrutar de esas infraestructuras. En este aspecto, está visto y comprobado que queda mucho por hacer y no viene mal recordarlo de nuevo en estas fechas: Que las personas mayores necesitan atención y todo lo que se haga por ellas es poco.
Nos vamos deseándoles tranquilidad y paz en estos días de la Navidad y que en el Año Nuevo, se cumplan sus deseos, principalmente el de encontrar el mejor lugar para pasar el resto de sus días.