viernes, 23 de agosto de 2013

Estampas del Ayer. Exposición de Gabriel Benavides.



Una de las salas del Centro Soledad González, lugar  de la Exposición
El autor junto a un panel con algunos de sus cuadros.
Durante todo este mes de agosto podemos ver en el Centro Cultural Soledad González de Benavente una exposición de cuadros, de temas distintos, realizados a plumilla, aunque no todos, pues hay algunos en los que el autor emplea la técnica del pirograbado. También expone varios carteles premiados en concursos en los que había participado.
Su autor es Gabriel Benavides Ferrero un sacerdote jubilado, desde hace cuatro años y que con 79 cumplidos, pasa muchas horas de su tiempo dedicado a prepararlos con ayuda de la plumilla o el pilot, como ocurre en esta exposición de Benavente, o sirviéndose de pinturas, óleos y acuarelas, en otros cuadros y para otras exposiciones. Y todo ello con sabiduría y buen hacer, sin faltarle afición, y por supuesto vocación,  amor por el arte, y también con el recuerdo y respeto por la tradición y costumbres de los antepasados, como se ve en muchos de sus trabajos. 

Burro sayagués arrastrando un carro de varas.
"Este burro me miraba desde una cortina, en Sayago"
Tinajas.
Dos palomares de tierras zamoranas.
Gabriel conoce bien el pueblo y sus vivencias y tradiciones, pues nació en Cunquilla de Vidriales, y vivió sus primeros catorce años en Brime de Urz. A partir de entonces su vida ha sido un largo caminar por lugares diversos. Estudios eclesiásticos en los Padres Mercedarios de Toro. Se hizo religioso, pero poco después pasó a desempeñar cargos en el clero secular. De hecho en Zamora en donde fue ordenado sacerdote también estuvo varios años en una de las parroquias.
Con anterioridad vivió varios años en el País Vasco, concretamente realizó estudios en la Universidad de San Sebastián, estudios que le permitieron desempeñar el cargo de profesor en algunos colegios de esta ciudad, y también de Madrid y Toro, y de asignaturas con ciencias naturales, arte, geografía e historia, etc.
Pero hasta hace poco tiempo antes de su jubilación, no se había dedicado tanto a preparar cuadros empleando la técnica del pirograbado, la plumilla o la acuarela. Y ello a pesar de habérselo enseñado a sus alumnos en muchas ocasiones y durante bastantes años.
En la exposición de Benavente ha presentado 33 cuadros, casi todos a plumilla, pero también hay alguno con pirograbado y carteles premiados en concursos. Y los temas son variados: algunas iglesias de Zamora, Benavente y Toro, escenas de caza y animales, aperos agrícolas, en incluso algunos bodegones. Por supuesto que, en ocasiones, se sirve para sus obras de fotografías o pinturas que tiene a mano. Otras veces deja libre su imaginación creadora y realiza los cuadros a su modo, como él lo ve, siente o imagina.

Torreón del antiguo Castillo de Benavente.
Iglesia de Santa María del Azogue de Benavente.
También, a plumilla, la iglesia de San Pedro de la Nave.
Gabriel explcando a una visitante algunos detalles de sus cuadros.
Perro de caza.
Perro lobo.
Otro burro sayagués tras la cortina.
Un potro de los que aún se conservan en Vidriales.
También vemos visto varios carteles premiados en concursos en los que ha participado. Todo ello nos pone de manifiesto el dominio y buen manejo de la plumilla y el pillot, por su autor, únicos instrumentos de los que, junto con la tinta, se ha servido para este trabajo. “Con esto me arreglo para hacer lo que se ve en Benavente” me dice él mientras me enseña dichos instrumentos”. Y para lo demás se sirve de acuarelas y oleos, cuadros que pinta sobre lienzo o tabla.

Cartel premiado en las fiestas de Toro.
Cartel premido también en Toro.
"Con estos instrumentos me arreglo para hacer lo que han visto"
Gabriel ha expuesto ya sus cuadros, en varias ocasiones y de modo individual, en otras ciudades como Toro, Madrid y Zamora, lugares en los que ha vivido más tiempo, y con colectivos también varias veces. De ahí que sea bastante conocido, al menos por personas de los lugares citados. 




lunes, 19 de agosto de 2013

Feria de artesanía en Pobladura del Valle.



Directivos de la Asociación haciendo una demostración con el torno.
El pasado fin de semana se celebró en Pobladura del Valle la II Feria de Artesanía en la que participaron unos 15 expositores procedentes en su mayoría de pueblos próximos al municipio, tanto de la provincia de Zamora, como de la de León.
La organización corrió a cargo de la Asociación Nazaret de Torno y Talla, algunos de cuyos socios, maestros en esta técnica, realizaron prácticas ante el público los días de la feria. Durante el año imparten clases a varios alumnos en un local de Benavente.
El lugar elegido para la feria fue el espacio y entorno en el que se encuentra el frontón, a la salida del pueblo junto a la carretera que conduce a Maire de Castroponce. Allí acudieron muchas personas, vecinos y forasteros de Pobladura, y también otras llegadas de Benavente y otros pueblos. Y es que además de la feria se celebraban otras actividades lúdicas o gastronómicas que suelen ser también motivo de atracción.
Entre los distintos objetos, o piezas expuestas, pudimos ver las tejas, de varios tamaños,  decoradas por Angelines Pisabarro, de Altobar de la Encomienda (León). No se trata sólo de pintar, sino que en la teja o sobre la teja, sirviéndose de piedras y otros materiales, ha querido reproducir, entradas, patios, balcones y demás exteriores de las antiguas viviendas. Y no sólo exteriores sino también interiores como alacenas, armarios, mesas, etc., todo un mundo rural y doméstico expresado sobre una teja.  

Las tejas decoradas de Angelines Pisabarro.
Tejas con distintas entradas a viviendas populares.
Teja con balcón y puerta.
Pequeña teja y gran servicio.




















Por su parte Olaya, de Benavente, sirviéndose casi solamente de clavos, como los que se utilizaban y utilizan para errar, ha creado una serie de figuras muy originales y que suscitaban la curiosidad y admiración de los visitantes: Cristo crucificado, escenas de toros, Quijote con lanza, etc. eran algunas de las piezas que pudimos ver. En su mesa tenía un cartel titulado “La Pasión, el Clavo”.

Cristos y otra escena del Via Crucis, realizado con clavos.
Otras obras con clavos hechas por Olaya.
Escena de toros: el picador.
También de Benavente hubo representación de la forja, talleres hermanos Marrón, con alguna obra religiosa, como el Crucificado, otras con temas distintos: escudos de Benavente y de Castilla y León, y algunas piezas más relacionadas con la casa, la vida doméstica, o para el campo.

En el centro de la imagen un crucificado.
Escudos y otras piezas con hierro forjado.
De Astorga había varios expositores, uno de ellos ya estuvo en la edición pasada y que destaca por sus anillos y pulseras de madera, aparte de otros objetos como las cucharas, pequeños muebles, flautas etc. El otro expositor era Isidoro Santos Prieto, que se jubiló hace siete años y que desde entonces se dedicó a la talla realizando cuadros como auténtico profesional. La madera que utiliza es principalmente el roble, la encina y en algunos cuadros el nogal. Para ello se sirve de imágenes, fotografías, o pinturas de temas y autores diversos. 

Anillos y otros adornos. Artesano de Astorga.

También hace pequeños muebles...
Y cucharas y tenedores de mayor o menor tamaño.
 
Isidoro Santos, también de Astorga, con uno de sus cuadros.

En su trabajo de talla, utiliza madera de roble, encina y también nogal.
Villabrázaro también tuvo su presencia en la feria. Concretamente lo hizo Mariyerbas con sus jabones preparados artesanalmente con aceite de oliva utilizada y reciclada para ello. Y luego sirviéndose de hierbas de las que dispone en abundancia y que muchas de ellas se encuentran en el campo, en las huertas o en la ribera del arroyo Reguero, que pasa por su pueblo.

Mariyerbas, de Villabrázaro, y sus jabones.

El jabón de la abuela. Servirá para preparar otros buenos y olorosos jabones.
Algunos de los jabones expuestos por Mariyerbas.
Y de San Adrián del Valle un joven tallista exponía algunos de sus trabajos en piedra. En algunos momentos y ante público presente ejercía su trabajo, manejando las distintas herramientas y materiales necesarios para ello.

El joven de S. Adrián el Valle que se dedica a tallar la poedra.

Otros artesanos mostraron sus trabajos en piel y otros materiales, como podemos ver en las siguientes imágenes.

Curiosos marcapáginas y otros objetos para adorno.
No faltó un artesano que hace, a su modo,  bonitas navajas.
Anillos y pulseras para niños, jóvenes y también mayores.
Vimos también trabajos realizados en pizarra.
Durante los días de la feria los organizadores pudieron contar con un pequeño torno de alfarero, en el que un experto hacía demostraciones de su manejo y la fabricación de algunos cacharros de cerámica. También los niños, u otros interesados, podían realizar prácticas de alfarería.   
Un año más Pobladura, el pueblo más importante y más poblado del valle del arroyo Reguero, popularmente conocido como Ahogaborricos, ha celebrado sus fiestas de Agosto con varias actividades entre ellas esta feria de Artesanos, que sin duda alguna contribuye a que muchas personas visiten y puedan conocer más y mejor cómo  es y algo de lo que se hace en el pueblo. Y es que aunque Pobladura es una de las localidades del norte de Zamora más alejadas de la capital, progresará más y mejor, no solamente si siguen o se incrementan sus fábricas, almacenes, bodegas-restaurantes, etc. sino también si se atiende a su feria artesana, a sus museos, y a las demás actividades culturales, más o menos novedosas, que se realizan.

  

sábado, 17 de agosto de 2013

El afilador de Pobladura del Valle.


Ejerciendo su oficio en una calle de Benavente.
Se  llama Antonio y vive en Pobladura, un pueblo al norte de la provincia de Zamora, de la comarca de Benavente y los Valles. En este caso el valle es pequeño, como lo es el arroyo que lo atraviesa, al que popularmente llaman Ahogaborricos, dejando de lado la denominación de El Reguero, como figura en mapas y catastros oficiales. Y es que el  pueblo, hasta en los nombres, siente y vive más y mejor las costumbres y tradiciones, aunque alguna les haya llegado mezclada con leyenda. En este caso, tal vez en la época invernal y cuando las corrientes eran impetuosas, el arroyo pudo haber arrastrado consigo algún borrico, incapaz de sobrevivir al empuje del agua. Pero ahí tenemos el arroyo, ahora más limpio y encauzado. Y también el pueblo, uno de los más industriosos del norte de esta provincia, con algunas fábricas, almacenes diversos y varios restaurantes en bodegas preparadas debidamente para ello. También cuidan la cultura, organizando algunas actividades a lo largo del año.
En Pobladura, muchas personas, sobre todos los mayores y jubilados, recordarán los antiguos oficios, algunos de ellos ejercidos en el mismo pueblo. No obstante les habrá sorprendido y admirado que un joven, que reside allí se haya convertido por oficio, y por supuesto que para su beneficio, en afilador. Este es Antonio que, con su bicicleta preparada para ello, recorre pueblos de gran parte de esta comarca, al menos los más cercanos. Se ha convertido así en el afilador de Pobladura.
Al llegar a cada localidad y pasear por sus calles se oye el chiflo, o chifla, con el que anuncia su presencia, aunque él no siga la tradición del antiguo afilador que decía y repetía, después de chiflar: afilaó, afilaoó, cuchillas, navajas, afilaó, afilaoó..
Chifla de afilador.
Chifla o chiflo que, de momento, utiliza Antonio.
El afilador fue antiguamente un oficio ambulante, ejercido casi siempre por personas procedentes de Galicia. Recorrían gran parte de las regiones de España. Y lo hacían andando y tirando de una especie de carretillo con una rueda grande, la rueda del afilador. La rueda, de madera, era un verdadero ingenio. Sobre la rueda una caja con las herramientas necesarias: martillos, alicates, tenazas, etc. Y por supuesto no faltaba la piedra de afilar que, mediante un mecanismo apropiado, movía con su pie.

Antigua rueda de afilador.
En la actualidad todo ha cambiado. Ya no se ven afiladores con la rueda tradicional. Además los que existen utilizan un modo de transporte distinto: furgoneta, coche, o bicicleta, como es el caso de Antonio, que sentado sobre su bicicleta y dando pedales consigue mover la piedra lo suficiente para dejar bien afilados los cuchillos, navajas, tijeras, y cualquier otro utensilio de corte.  
Aprender a afilar no es tarea fácil, como ocurre con otros oficios, pero la práctica y el cuidado necesario les ha hecho expertos en ello. Es de suponer que al joven Antonio alguien le habrá instruido para el mejor desempeño del oficio. 

Carlos, afilador de Orense, que hasta hace poco visitaba Benavente en moto.
Antonio, el de Pobladura, lo hace ahora en bicicleta.

Afilando un cuchillo, con su pequeña piedra de afilar, movida con los pedales.
Conocí a Antonio cuando él, y algún otro de sus hermanos, asistía a clases en el Instituto León Felipe. Vivía con su familia no lejos del Centro. Trabajaban con la chatarra y otras mercaderías ambulantes. Se ausentaron de la ciudad y después de varios años, al verme, me saludó atentamente, recordándome el Instituto y la clase. Al notarle contento y feliz, lo atribuí a su oficio de afilador, que ejerce con vocación y ganas, por supuesto que también por necesidad, para poder vivir, o sobrevivir, del mejor modo posible. Pude comprobar que afila bien los cuchillos y, sobre todo, que lo de ser afilador le ha servido para su plena integración en la sociedad.
Tal vez su nombre y su oficio no dispongan de anuncio ni comentario alguno en radio, prensa o televisión, pero estoy seguro de que, el recorrer caminos y carreteras con su bicicleta-afilador, junto con su trabajo y buen hacer, le proporcionará suficiente fama y cada vez más clientes. Con ello podrá mantener, e incluso aumentar, los ingresos que le permitan seguir viviendo dignamente.
Espero y deseo que Antonio quien me recordó un día, al verlo, su asistencia a clases de ayuda y recuperación en el Instituto León Felipe, se sienta recuperado también con su peculiar trabajo de afilador. Además esto le habrá servido tal vez para olvidar, sino totalmente, sí en gran parte, su  pasado no exento de penurias y necesidades. Pero nunca es tarde para integrarse en la sociedad y vivir de la manera digna, a la que tienen derecho todos los ciudadanos.