lunes, 14 de octubre de 2013

Valles de Benavente: Paisajes.


           
   En esto de los paisajes no nos podemos quejar, pues es esta una comarca privilegiada y también uno de los mayores atractivos de la misma ciudad de Benavente, cabecera de dicha comarca.
   Los paisajes, como patrimonio natural que son, deben y tienen que ser, como no, admirados, protegidos y defendidos, por todos aquellos que sean amigos del Patrimonio. Y es que los Valles de Benavente abundan en paisajes naturales por tener el privilegio, desde tiempo inmemorial, de disfrutar y poder servirse de abundantes ríos, riachuelos, arroyos y regatos, vegas y valles, montes, dehesas y sierras, y de una exuberante vegetación en su entorno, con chopos, encinas, robles, pinos, jaras, etc.
   La contemplación de los paisajes se puede hacer desde muchos lugares, pero con preferencia es mucho mejor desde lugares elevados. Elegimos esto último y les sugiero que me acompañen en este recorrido por algunos zonas o parajes de la comarca. Estoy seguro de que merecerá la pena.
   Desde lo alto del castro “La Corona”, muy cerca de Manganeses de la Polvorosa, podremos contemplar una parte del valle del río Órbigo y su confluencia con el río Éria. Mirando hacia el mediodía, al fondo divisaremos la ciudad de Benavente y sus alrededores.

Vega del río Órbigo desde el castro La Corona.
   Si subimos al castro “Las Labradas” de Arrabalde, disfrutaremos de una bella panorámica de los valles del Eria, de su vegetación y de los numerosos pueblos que están enclavados al lado del río.

Arrabalde y la vega desde el castro Las Labradas.
Imagen más antigua del pueblo de Arrabalde.
   Cambiando de valle, nos situamos ahora en el Castro de San Pedro de la Viña, en pleno corazón del valle de Vidriales. Esta es la zona más extensa del valle. Por esto precisamente los romanos eligieron este lugar para instalar el campamento Petavonium, hoy excavado y con sus torres y puertas reconstruidas, que sorprenden desde lejos a quienes las contemplan. Por aquí cerca pasaba también la calzada romana que desde Asturica (Astorga) llegaba hasta Bracara Augusta (Braga). Desde la cima del castro vemos cómo el arroyo “La Almucera”, con pequeño caudal, pero muy servicial, pasa junto a todos los pueblos del valle. 

Castro de San Pedro de la Viña.
   Desde hace unos años, no muchos, estamos observando que la vista o paisajes que nos ofrecían los montes y las sierras, precisamente en lo más elevado de ellas, están alterados, por no decir dañados, por causa de la instalación de los aerogeneradores, que, según dicen, sirven para generar más riqueza y progreso. Aunque sea para esto y sea necesario, hay que reconocer el daño al patrimonio natural, que nos ha sido dado en su estado primigenio, también para el aprovechamiento de sus recursos, además de para el disfrute y la contemplación. 

Aerogeneradores por la sierra de Carpurias.
   Cojamos ahora la carretera que conduce a Mozar de Valverde y después de pasar Santa Cristina de la Polvorosa y varios montes de encinas y robles, desde lo alto se nos presenta una vista panorámica  del Valle del Tera, ya cerca de su final. Nadie dudará de su belleza y atractivo. Podemos ver como desemboca en el río el pequeño arroyo “La Almucera”, sin tantos árboles y vegetación, pero sí importante para conducir las aguas del Valle de Vidriales al río Tera.

Mozar y el valle del río Tera.
   Para el valle de Valverde he elegido subir al lugar en el que se encuentra enclavada la ermita de “El Carmen” de Navianos de Valverde, aunque se podía seguir la carretera hasta llegar cerca de Litos y contemplar mejor casi todo el valle. Hay novedad y variedad en lo que vemos, pero en la misma línea de los demás valles.
Navianos y el valle de Valverde.
   No podemos olvidarnos, en este pequeño recorrido, del río y valle del Esla. Y lo vamos a hacer en el pueblo de Castrogonzalo, desde el lugar al que los gundisalvenses (derivo este nombre de Gundisalvo Iben Muza, su dirigente y repoblador, allá por el siglo X),  llaman ‘El Gurugú’, antiguo castro y la parte más elevada del pueblo, aunque podía hacerse desde cualquier otro lugar o de sus alrededores, siempre mirando hacia el Norte. Este valle del Esla es uno de los más poblados de chopos, aparte de otras plantaciones de regadío. Desde aquí podrán contemplar, no muy lejos, la ciudad de Benavente, con sus edificaciones y  sus carreteras, que por esto destaca y siempre tuvo y tiene, para los que pasan por ellas, aire de gran ciudad. Todos estamos de acuerdo en las posibilidades de conseguirlo, pero necesita más atención e inversiones por parte de la administración provincial, regional e incluso nacional, pues pocas ciudades del entorno gozan de situación tan privilegiada.
   Precisamente he dejado, a propósito, para el final,  la ciudad de Benavente, que, ubicada en un lugar elevado por su origen castreño, con castillo de gran importancia y otras fortificaciones, siempre fue importante y atractiva por los paisajes que desde ella se pueden contemplar. Y es que, en su entorno, no lejos de ella,  se encuentran varios ríos, con sus correspondientes vegas y  valles, como el Esla, y el Órbigo, con la ría o Caño de los Molinos y, un poco más alejado, el río Tera.
   Desde muchos lugares o calles de la ciudad se pueden contemplar bellos paisajes, pero siempre fue la Mota el lugar elegido para ello por vecinos y forasteros. Y es que, en verdad, desde aquí mirando hacia el Norte y Noroeste se puede ver la amplia vega del río Orbigo, sus huertas y arboleda. Al fondo se divisa parte de los Montes de León, destacando el Teleno, el Mons Tilenus de los romanos, por ser el más elevado y con  nieves durante gran parte del año. También desde la Mota y en la parte Sur vemos la vega del Esla algo menos natural, a causa de los edificios construidos, que hay en ella, gran parte de ellos relacionados con la industria y el transporte. Incluso, mirando hacia el Sureste, tampoco podemos ver casi nada, en una gran parte, porque edificios construidos en la calle de los Carros, con más elevación de la debida, nos lo impiden.
Al fondo el valle del Orbigo desde la Mota en Benavente.
Choperas ocultan las riberas del Orbigo y Caño de los Molinos en Benavente.
   Respecto a esto, quiero recordar aquí otra calle de esta ciudad por la que he pasado y sigo pasando con frecuencia, que hubiera sido merecedora de una mayor atención y  conservación, tal como estaba, para que al pasar o pasear por ella se pudiera seguir contemplando el amplio paisaje que ofrece la vega del Esla. Se trata de la calle denominada El Pinar, que enlaza la Avenida Plaza de Toros con la de Maragatos y que termina en el lugar en que se encuentra la guardería infantil La Veguilla. Ahora ya no es posible contemplar la vega del Esla ni los pueblos y cultivos que la engalanan, ni los montes de encinas de las dehesas de Morales y de Rubiales, que se divisan al fondo. Habrá que desplazarse a otro lugar para ello, pues aquí nos lo impiden los altos edificios construidos en la carretera de la Coruña e incluso en la misma calle. La imaginación nos hace pensar en lo que hubiese sido ese paseo por esta calle, tanto de niños, saliendo de la guardería o del colegio, como de mayores, pudiendo contemplar esa vega a la que nos estamos refiriendo. Pero esto ya no será posible.

Construcción edificios en la calle Pinar hace ya varios años.
Los edificios dificultan la contemplación de la vega del Esla, desde la calle.
   Benavente siempre fue y debe seguir siendo una ciudad atractiva también por los paisajes, que desde ella se pueden contemplar y nada debiera impedirlo, ni la construcción de edificios, demasiado elevados, ni la construcción o destrucción de cualquier otro elemento que atente contra el paisaje. Ciudades con las mismas características y situación que Benavente, protegen más este tipo de parajes, calles o plazas en las que se vean afectados los paisajes, porque  saben que esto también genera riqueza, la riqueza que traen las gentes, el turismo que visita esas ciudades.