jueves, 28 de noviembre de 2013

Barcas y barqueros. Valles de Benavente.



Dentro del ciclo de conferencias organizado por el Centro de Estudios “Ledo del Pozo”, sobre Etnografía y Parimonio, intervino ayer José Ignacio Martín Benito, profesor en el Instituto de E. S. “León Felipe” de Benavente y gran conocedor de este y otros temas relacionados con la comarca. Prueba de ello son sus publicaciones sobre arqueología, arte e historia, en algunas de las cuales los pueblos, personas o personajes, vías o caminos, y ríos de los Valles, adquieren gran protagonismo.
En esta ocasión se trata de las barcas y los barqueros, tan importante y necesario en el pasado, antes de que comenzase la construcción de puentes o pontones. Al existir varios ríos, han sido muchas las barcas y los barqueros existentes. De todo ello y mucho más nos habló José Ignacio. El contenido se verá en un libro que editará el próximo año el Centro de Estudios, del que, durante muchos años, él mismo fue presidente, y cuyas actividades han supuesto un cambio enorme en la vida cultural y de investigación en la ciudad.
La charla fue interesante y amena, pues no faltaron abundantes imágenes, antiguas casi todas, que llamaron la atención de los asistentes.
Personalmente este tema me recordó el reportaje sobre el barquero que, junto con otros oficios, fui publicando a partir del año 2005 en el desaparecido semanario La Voz de Benavente y Comarca. Posteriormente el Centro de Estudios me editó el libro Valles de Benavente. Oficios Tradicionales y Artesanos.
En aquella ocasión me refería solamente a Celso y Jesusa, el barquero y su mujer, de Santa Colomba de las Monjas, que ejercieron este oficio en el río Orbigo, en el lugar conocido como la Ventosa, no lejos de Benavente. También aparece en el libro Virgilio, el molinero de Milles de la Polvorosa, que además tenía barca y la utilizaba para pasar a personas de los pueblos de Valle de Valverde, que llegaban a moler, o querían pasar y continuar el camino, e ir hacia Benavente. 
Jesusa y  Celso, los barqueros del río Òrbigo en  la Ventosa.
En el citado reportaje también citaba otras barcas y barqueros existentes, desde muy antiguo, en los distintos ríos, y sobre los cuales alguien me informó en su momento: Villafer, Castrogonzalo, Barcial, Bretó, Santa Colomba y Castropepe, en el Esla; Santa Cristina y Vecilla de la Polvorosa en el Orbigo y algunas otras.
Ahora, cuando este amplio y detallado estudio de José Ignacio se publique, podremos comprobar el gran número de barcas existentes en esta provincia de Zamora y en algunas otras zonas limítrofes. Y es que, como he dicho anteriormente, las barcas y los barqueros fueron totalmente necesarias, en algún tiempo, para que las personas pudiesen pasar el río y en algunas de ellas, según el tamaño, también los animales, los carros y otros vehículos, y todo tipo de útiles y objetos.
La publicación servirá también, para recordar este antiguo oficio, el barquero, oficio reconocido oficialmente y con la legislación pertinente, según consta en los muchos documentos existentes en los archivos de ciudades y pueblos.
En mi relato sobre el barquero de la Ventosa publicaba unas fotografías de las que disponía en aquel momento, que se han difundido mucho, y que no dejan de causar admiración a quienes la ven. Tengo que decir que las hizo con su cámara D. Martino Martín del Río veterinario titular de Benavente por aquellos años que atendía también a algunos pueblos próximos. Eran los años de las décadas de 1950 y 1960.
D, Martino era muy aficionado a la fotografía, a todos los lugares iba con su cámara y tenía gran cantidad de negativos sin ampliar, y a los que yo pude ver. Algunos de estos negativos los revelé en el Instituto León Felipe, en donde estuve encargado del laboratorio fotográfico durante muchos años. Entre ellos estaban las siguientes fotografías de la barca y la barquera de la Ventosa. Su autor, pues, fue D. Martino. Yo simplemente las he dado a conocer, para disfrute y admiración de todos. Puede haber más imágenes de la barca de la Ventosa, pero serán distintas a estas.
Se trata de una secuencia con varias imagenes en las que se ve un caballo en el momento de subir a la barca y después atravesando el río Órbigo. Las dos últimas fotos muestran la destrucción del puente como consecuencia de una gran riada. Había sido construido recientemente, hacia 1960. Esto fue el motivo por el que se tuvo que volver a utilizar la barca.
 El barquero Celso había fallecido  y fue su mujer la que me informó con detalle sobre el funcionamiento de la barca, el trabajo que suponía y lo que costaba el pasar el rio, de todo lo cual se habla en mi libro sobre Oficios Tradicionales. Como también del molinero, y a la vez barquero, de Milles de la Polvorosa, Virgilio Hernández, cuya barca, sobre el Tera, estaba al servicio de los que viven en valle de Valverde y que, como he dicho,  acudían a su molino o querían acercarse a Benavente. Estos una vez pasado el Tera en la barca de Virgilio, tenían que pasar también el Orbigo en la barca de Celso y Jesusa. 

Calle en Milles de la Polvorosa, no lejos de la vivienda de Virgilio.
 
Virgilio, el que fue molinero en Milles.

El molino de Virgilio,a la orilla del río Tera.

La barca de Bretó que llevaba gente de una orilla  a otra del río Esla.
Eutimio, pescador de Villaveza del Agua, sacando su barca de la orilla.
Lorenzo el pescador de Olmillos en su barca. Pintura.
 José Ignacio, en su libro, incluirá también capítulos sobre cartografía antigua, puentes, pontones, aceñas, cañales y barcas de pescadores. Todo ello referido de modo especial a los Valles de Benavente, aunque no falten referencias a otros lugares de la provincia de Zamora.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Artesano jubilado: Alfredo García Rubio.



Alfredo trabajando en su pequeño tornillo de carpintero.
De los varios artesanos jubilados de Coomonte de la Vega, sobre los que escribí hace años en el desaparecido semanario La Voz de Benavente y Comarca, Alfredo era el de más edad y el que más tiempo llevaba jubilado, por invalidez desde que tenía 40.
Me dijo que había trabajado de jornalero en el campo y que, lo de hacer bastones y otras piezas de madera, fue desde hacía unos diez o doce años.
Tenía en el patio de su casa un pequeño banco de carpintero con tornillo en donde, a sus 80 años, todavía pasaba muchos ratos trabajando y haciendo objetos con la madera, como a él le parecía, pues nadie le había enseñado.
-Mire, yo lo que más utilizo es esta gubia triangular, hago casi todo con ella, aunque también tengo otras herramientas.
Y, al instante, coloca en el tornillo una vara y me hace una demostración del uso de su gubia triangular, con la que realiza las incisiones y demás adornos en sus bastones. Porque de estos tiene bastantes, muy bien confeccionados y decorados. Y los aprecia tanto, que los tiene colocados, como adorno, en la pared del portal de su casa. Para él son el mejor cuadro. Y también para sus amigos y visitantes.
Varios bastones de los que adronaban  la pared del pasillo de su casa,
Además de bastones, Alfredo hacía también ceniceros, palilleros, cazos y cucharas y tenedores. Todo, naturalmente, de madera. Me enseña algunas piezas que tenía por allí, no muchas, pues dice que las ha ido regalando a familiares y a amigos. Es una forma también de que se le conozca y se le aprecie.
Alfredo y su mujer vivían solos. No tenían hijos. Pero ambos pasaban los días del mejor modo posible. Él, además de entretenerse con la madera, tenía una pequeña huerta a la que dedicaba una parte de su tiempo. Ella hacía las tareas domésticas, pasaba algún rato viendo la televisión y, de vez en cuando, llegaba a sus manos algún periódico o libro que hojeaba y leía, valorándolo en su justa medida, lo mismo que valoraba a los bastones hechos por su marido. Los dos sentían que los días pasaban de prisa y sin pausa, y que la edad no perdona. Pero, a pesar de todo, se mostraban felices y contentos por lo que hacían y también agradecidos, cuando les visité para conocer y valorar su trabajo artesanal. En esta ocasión, quiero recordar a Alfredo, lo mismo que estoy haciendo con todos los demás artesanos jubilados de esta comarca, algunos de los cuales, como él, ya han fallecido.




jueves, 21 de noviembre de 2013

De Capa y Manteo. Exposición en Benavente.


Una de las salas de la Exposición.
Rodaos, mantones y pañuelos femeninos en otra sala.
La Asociación de La Capa de Benavente celebró el pasado 11 de noviembre, como en años anteriores, la festividad de su patrón San Martín. Con anterioridad a dicha fecha se inauguró en el Centro Cultural Soledad González una exposición titulada De Capa y Manteo. Ni que decir tiene que su tema estaba relacionado con la indumentaria antigua, principalmente capas, rodaos, pañuelos, mantones y demás prendas del vestido o traje, tanto masculino como femenino, utilizado en esta comarca de los Valles de Benavente. Pero han querido nacer referencia y exponer también algunas de otras comarcas de la provincia de Zamora, según me cuenta Angel María Trilla Casquero, encargado de la coordinación y montaje de la exposición, quien añade: “Hemos incluido también algunas fotografías antiguas en las  que se ve a mujeres y hombres vestidos con algunas de las prendas expuestas, pensando siempre en el valor de este tipo de imágenes para una mejor valoración de lo expuesto”.  
Una de esas fotos es esta que recuerda la expectación creada el día de la inauguración y llegada del tren a Benavente. Al fondo se ven las ruinas del antiguo Castillo y en primer término hombres y mujeres vestidos al uso de entonces.
Llegada del tren a Benavente. Año 1896. Personas con vestimenta tradicional. 
Angel María, es un amante del folclore y de las tradiciones populares. Pertenece a algunas agrupaciones locales y provinciales, toca la dulzaina, la pandereta, baila, y valora, como nadie, este tipo de actividades. En este caso, es quien mejor conoce e informa con todo detalle sobre una cada de las capas, rodaos, mantones, pañuelos, atuendos o trajes, y demás indumentaria, que hay en la exposición, y además se nota que disfruta haciéndolo. 
Me dice que han sido más de 25 las personas o instituciones, cuya relación se pudo ver en la exposición, que cedieron sus capas, trajes, vestidos, fotografías antiguas y demás objetos, para poder realizar la muestra.  
La capa más antigua, del siglo XVIII, y  a la que consideran una joya, procede de esta comarca de Benavente y pertenece a la colección de la asociación. 
La capa más antigua de la muestra. Siglo XVIII.
Las demás, casi todas de los siglos XIX y primera mitad del siglo XX, son de otras comarcas de la provincia: Tábara, Aliste, Sayago, etc.



Entre los trajes femeninos destacaba uno de los Valles de Benavente, concretamente de Congosta de Vidriales, utilizado en este pueblo y cercanías. Y no sólo importante por las distintas prendas de vestir, sino también por los collares, de coral y plata, con varias vueltas,  y con otras joyas, medallas o escapularios que lo adornan. Llama la atención en una de las vueltas el denominado Cristo preñado o barrigón, relicario abombado que solía colocarse sobre el vientre de la mujer embarazada. En la parte de adelante se ve la imagen del Cristo y en la de atrás la Virgen con el Niño. En su interior pequeñas reliquias de santos. Y sobre él, también en la parte central vemos un relicario del siglo XVII, denominado jardín de flores secas. La dueña se llama Felicidad, a juzgar por el nombre de la santa Felicitas, a la que está dedicado, según figura en el centro del mismo.
Traje femenino. Valles de Benavente,
Angel María explicando los adornos y joyas del traje.


La camisa llega hasta los pies.

Relicario denominado Cristo preñado o barrigón.
Relicario llamado jardín de flores secas, con el nombre de Felicitas en el centro.
Los demás trajes y prendas de vestir femeninas: rodaos, mantones de Manila, pañuelos de colores, etc., unos eran de Benavente y otros de pueblos de esta zona como Cerecinos, y Villarrín de Campos. 




Atuendo masculino, cedido por Angel María Trilla.
Rodao de Villarrín de Campos.
Mantón de Manila de Cerecinos de Campos.
Pañuelo de mil colores, de Congosta de Vidriales.
Pudimos ver también, varios paneles con imágenes de grabados antiguos sobre la indumentaria propia de las demás comarcas de la provincia, además de algunas fotografias de diversos momentos y actividades realizadas por la Asociación de Amigos de la Capa de Benavente y Comarca.

Asociación Amigos de la Capa en la puerta  de la Epifanía. Iglesia de S, Juan.



domingo, 17 de noviembre de 2013

Artesano jubilado: Justiniano Abad, de Fuentes de Ropel.



Sentado en un sillón, en el portalón de su casa.
Fue carpintero y ebanista durante toda su vida activa, desde que se casó a los 25 años, y, como complemento a esta actividad, tenía también una carnicería en el pueblo. Ambos trabajos contribuían a una mejor economía familiar.
            En una de las dependencias del patio de la casa conservaba el taller de carpintero, el banco con tornillo y gato, necesarios según los objetos que hiciese o confeccionase en cada caso. Además tenía por allí las demás herramientas propias y necesarias para tal oficio. Destaca la abundancia y variedad de gubias y mazos, útiles imprescindibles para sus trabajos de talla.
            Justiniano tenía 90 años, cuando lo visité y, desde hace tres o cuatro, descansaba ya de sus trabajos y diversas actividades. Y no por falta de ganas o afición, sino más bien por culpa de su salud, en baja, debido en gran parte a su edad avanzada. Poco tiempo después me enteré de su fallecimiento.
            Durante sus más de 50 años de carpintero y ebanista hizo muchos muebles para la casa: armarios, sillas, mesas, cómodas, etc. También abundantes puertas, ventanas y otros trabajos, haciendo labores de talla en todos aquellos que lo requerían o que él creía necesario. Pero cuando se jubiló, a los 65 años, lo mismo que otros jubilados de Fuentes de Ropel, a quienes estamos recordando, de nuevo, ahora a través de este blog, dedicó la mayor parte de su tiempo a hacer otro tipo de objetos también en madera, tallados unos y otros no. Allí los tenía distribuidos por toda la casa: esculturas y relieves, algunas imágenes del crucificado, muchos y variados marcos para cuadros y otros objetos de adorno. Y en madera de calidad, porque, según nos cuenta una de sus hijas allí presente, le gustaba trabajar con maderas buenas. Utilizaba mucho las de cerezo y peral, y también la del nogal y castaño.
Una de sus muchas y variadas esculturas.
También tenía imágenes de santos y cristos.
Encontré a Justiniano, sentado en un sillón, en el portalón de su casa, acompañado de su mujer y de sus dos hijas. Quien más cerca de él estaba es su mujer, Sagrario, como lo ha hecho siempre a lo largo de su vida y de sus oficios. Ella es la que me contestó cuando intento preguntarle, vano intento, por su trabajo y por la obra realizada:
            -Qué le voy a decir. Ha estado más de 50 años con la madera. Primero hacía muebles y ahora se dedicaba a hacer figuras, adornos para las casas, bastones y miniaturas de herramientas y aperos agrícolas. Ya le digo, toda la vida, pero todo tiene su fin. Lo hacía todo él solo, no necesitaba ayuda de nadie. Hizo muchas cosas.
            Efectivamente, una de sus hijas, la que me ha enseñado la casa de su padre, que, como he dicho, está llena de piezas, dice que igual pasa en su casa y en las de sus hermanos, tenemos trabajos suyos por todas las habitaciones. Y es que su padre, todos los objetos que ha hecho desde que se jubiló, han sido para él y para la familia. Anteriormente, como carpintero y ebanista, trabajaba para los demás y vivía de ello, pero ahora no.
            Al preguntarla si conocen fuera del pueblo su obra me dice que no, que sólo ha expuesto sus piezas en Fuentes. Le digo que sería interesante que también se conociese en otras partes a través de alguna exposición colectiva de artesanos de la madera.
Y algunas figuras en relieve.
Original escultura de una perdiz.
 Justiniano era pequeño de estatura, pero fino y exquisito en su quehacer diario y en su trabajo. Con mente siempre despierta y en plena actividad hasta hacía pocos años, manejaba la madera, trozo o tabla, como si fuera un juguete, hasta conseguir la forma deseada. Con su sabiduría práctica, no exenta de originalidad y sencillez, ha realizado una obra artística interesante, que nos hace pensar y recordar la vida y buen hacer de todos los artesanos. Sólo sus manos y unas pocas herramientas, junto a los conocimientos básicos y naturales, la han hecho posible. Y se ha perfeccionado con la práctica y la experiencia diaria en su trabajo de casi 60 años.
            Y ahí está lo que él ha hecho, a la vista de todos, y sobre todo para el disfrute de su familia que se siente gozosa de tenerlo cerca, para recordarle.