sábado, 21 de diciembre de 2013

El Molino de Ciriaco, en Benavente.


Puerta de entrada a la fábrica, hoy molino. Sobre la puerta, el letrero.
Tal vez tendría que haber titulado este reportaje de otra manera, a juzgar por el letrero, o inscripción,  que, aunque borroso, figura en la pared sobre la puerta de entrada al edificio al que me voy a referir. Concretamente dice: Ciriaco Martínez Vega – Fábrica de Harinas La Veguilla. Año 1904.
“Sí, éste era mi abuelo y ésta la fábrica que tenía, me dice Javier, uno de sus nietos. Después continuó con ella mi padre Isaac, recientemente fallecido,  y ahora seguimos mi hermano José Luis y yo, sus hijos. Pero más que como fábrica de harinas, nosotros lo tenemos como un almacén de piensos al por mayor, aunque también seguimos con el molino de cereales. El edificio es el mismo y son pocas las modificaciones o cambios que hemos realizado, tanto en su exterior, como en las distintas dependencias del interior. Pero sí que hemos aprovechado alguna maquinaria y otros instrumentos o útiles de la antigua fábrica”.
Efectivamente compruebo que es así, al visitar algunas de las estancias, tanto de la planta baja, como del sótano, en el que las tolvas, y demás maquinaria del molino se encuentran funcionando. Se oye el ruido continuado de motores con las poleas y elevadores que suben y bajan granos o piensos. 
Sacos diversos con cereales y piensos para los animales.
Javier pasando junto a  varios silos de madera, de los que hay en el molino.
No lejos y junto a la entrada, con gran cantidad de sacos llenos y vacíos, hay unas básculas antiguas, todavía en uso y “Así seguirán porque nos desempeñan bien su función”, me dice Javier.
Sin duda alguna el edificio con la fachada a la calle, dedicado en gran parte a vivienda, es antiguo. Sus paredes están revestidas con cemento, pero su construcción es de piedra en la planta baja, de adobe y tapial en la segunda y la tercera se completó con ladrillo. Todo ello en distintas etapas. Al lado una amplia puerta da acceso a varias dependencias de  la antigua fábrica y que ahora son el molino y almacén de piensos. Parece ser que la puerta y la reja de la ventana que hay al lado proceden del antiguo convento de Santo Domingo. Y no es extrañar pues todavía se pueden ver por algunos lugares de esta ciudad, en las casas o patios, restos de muros, u objetos diversos procedentes de los monasterios e iglesias desaparecidas y que en su tiempo tuvieron gran importancia. 
Edificio de la antigua fábrica, hoy molino de cereales. 
Puerta de la fábrica procedente del convento de Sto. Domingo.
Reja de ventana también del mismo convento. 
En esta planta baja se encuentran los silos de madera que albergan las distintas clases de cereales o legumbres y al lado alguno de los eléctricos que utilizan para preparar el pienso.  
Y en el sótano hay otros molinos, con bastante antigüedad, que me enseña Jacier, explicándome su funcionamiento. El pienso sube por elevadores hacia la planta de arriba y se almacena en silos, para luego meterlo en sacos y ponerlo a la venta.

Silos de madera.
Más silos y sacos.
Uno de los molinos eléctricos de mayor tamaño, y la tolva.
Interior del molino. Aquí los granos se convierten en pìenso.
Javier me enseña el molino más pequeño, con la tolva encima.
Trituradora, que también utilizan en el molino.
Veo que los techos del sótano, lo mismo que en los de la planta superior, son de madera y están sostenidos por columnas del mismo material. La madera tiene que ser de gran calidad y dureza,  pues han sostenido durante décadas, y aún lo siguen haciendo, todo el complejo de la  maquinaria del molino, antigua fábrica de harinas, y la gran cantidad de sacos de cereales y piensos que hay en las distintas dependencias.
Techos de madera en la planta baja...
También son de madera los techos del sótano. 
En ambas plantas se ven sacos, unos de cereales  y otros ya de pienso.
Son muchas las personas que se acercan diariamente al molino para comprar los piensos de cereales o legumbres que ellos fabrican, o los piensos compuestos que también venden. Y para casi todos los animales domésticos: para el ganado vacuno, ovino, equino y caprino. También para los perros y los gatos, y por supuesto para los pollos y gallinas. Sus clientes no solo son de Benavente, sino también de los pueblos de esta y otras comarcas, sobre todo de las que se encuentran en el norte de la provincia de Zamora.  También sirven a muchos pueblos de la provincia de León que se encuentran en la ribera del Esla. Y es que, aunque haya almacenes parecidos, los molinos existentes en esta y otras provincias son menos, y ninguno como el de Ciriaco, ahora regentado por sus nietos Javier y José Luis. En los pueblos con poca población dejaron de funcionar casi todos. Lo mismo que las fábricas, de las que en esta ciudad existían varias y solamente hay dos en la actualidad, como veremos en otro momento.

Silo cargado de pienso una vez molido el cereal.
José Luis, el hermano de Javier, atando los sacos de pienso para la venta.
Javier,  para mostrarme la antigüedad de la fábrica de su abuelo Ciríaco, ahora molino, me enseña un cuadro en el que figura escrito el nombre de todas las que existían y funcionaban  en aquella fecha en la provincia de Zamora. Concretamente, las siete de Benavente, una más de las que había en la capital de la provincia, eran las siguientes: Ciríaco  Martínez Vega, Allén y Silvela, Félix Balbuena, Herminio García Huerga, Hijos de V. Gangoso, La Sorribas, Viuda de Luis Morán.

Gremio provincial harinero.  Año 1904.
Zarandas que utilizaban antiguamente para cribar.
Pesa de una antigua balanza.
Báscula antigua. A su lado bloques de sal para uso animal.
Rampa por la que bajan los sacos desde la planta principal al sótano.
Puertas de acceso al molino, antigua fábrica de Ciriaco, en la calle La Ventosa.
Ojalá que a Javier y a José Luis les vaya bien, y que sigan durante muchos años manteniendo la tradición y oficio familiar de la molienda, aunque se tengan que adaptar a una nueva forma de trabajar y también de vender los productos que se utilizan en la actualidad para alimentar a los animales.