martes, 5 de mayo de 2015

100 Años del Ferrocarril Medina de Rioseco-Palanquinos.


De Medina de Rioseco a Palanquinos.
Durante estos días, y hasta el 15 de mayo, se puede ver en el Ayuntamiento de Valencia de Don Juan una exposición, así titulada, que nos recuerda al antiguo y ya desaparecido tren, que comenzó su andadura el 30 de abril de 1915, y que, aunque dejó ya de circular el 11 de julio de 1969, aún se mantienen algunas de su infraestructuras, motivo suficiente, junto con otros, para celebrar su centenario. Y es que son tantos los recuerdos y vivencias de algunos en torno a este tren que merece atención y un detenido estudio. Es lo que han intentado sus organizadores Javier Revilla y Sarvelio Villar que, además, editarán en breve, un libro que recogerá toda la información posible sobre el tema, con abundantes dibujos e imágenes del pasado, capaces de impresionar, y de gran atractivo, para  quienes  las contemplen.
El tren se conocía popularmente como Tren Burra, al menos por la zona de León. Así lo escuché en muchas ocasiones. Y la razón que me daban es la poca rapidez con la que circulaba, de tal manera que algunos, en tiempo de las uvas, incluso bajaban del mismo en marcha, para aprovisionarse de algunos racimos, volviendo de nuevo en carrera al tren, que seguía su marcha.
En la exposición, a través de varios paneles, se informa con detalle del proyecto de su construcción y de sus autores, así como del presupuesto de la línea férrea. Y también sobre los orígenes, la compañía encargada del mismo, tarifas y horarios,  material fijo y móvil, obras realizadas, estaciones y otros edificios, etc. así como la puesta en servicio e inauguración del mismo.
Nos llama la atención la abundancia de imágenes que ilustran los paneles, imprescindible en este tipo de exposiciones, y muy del agrado de los visitantes. Se ve sobre todo al informar sobre las distintas estaciones, que fueron finalmente u total de catorce:
Estaciones, Tipo y Kilómetros.
Tarifas de pequeña y gran velocidad. Abajo sellos de 1ª y 2ª clase.
 Y todas la estaciones, independientemente de su clase, contaban con gran parte de los siguientes edificios:
-Edificio para los viajeros, la estación propiamente dicha. Algunos de hasta tres pisos, y hasta de 10 metros de altura. Cimentados con hormigón y zócalos de piedra  de sillería. Sus alzados con ladrillo. No lejos de este estaba un pequeño edificio muy singular, también de ladrillo, que estaba destinado a retretes y lampistería. Los retretes con curiosas ventana de ventilación.
Imagen antigua. Estación de Valencia de D. Juan.
Foto antigua y actual. Valencia de D. Juan.
Valencia de D. Juan. Edificio restaurado.
Retrete y lamparería en Barcial de la Loma.
-Edificios para cocheras o cocherones, con ladrillo tosco, destinados al resguardo de locomotoras y vagones. Sólo había en las cabeceras de línea, Palanquinos y Medina de Rioseco, y en el punto intermedio Villanueva del Campo.
-Los muelles a almacenes de mercancía, también de ladrillo tosco, y sobreelevados para favorecer la carga ay descarga hacia los vagones.
-Las garitas para el cabio de agujas, en principio de madera, pero después ya construidas de ladrillo con cubierta ondulada de hormigón armado.
Casetas de Guardaagujas.
-Los depósitos de agua para elevar el agua de los pozos y así poder abastecer a las máquinas. Sólo se encontraban seis localidades a lo largo del trayecto.
Además de los paneles hay varias vitrinas con libros, planos, proyectos y algunos útiles de la estación o usados por los empleados de la misma.
Vitrina con tejas y ladrillos utilizados.
Vitrina con otros objetos.
Billetes de tren.
Sobre una mesa unas maquetas realizadas por el artesano D. Pedro Villar, de algunos de los edificios citado. Y cerca de las maquetas una cesta de ferroviario, como las que usaban para llevar la comida, y una maleta de las de antes, que seguramente subió y bajo con frecuencia de  alguno de los trenes.
Maquetas de una estacióin y otros edificios. Autor: Pedro Villar.
La maqueta de una estación. Autor: Pedro Villar.
Cesta de ferroviario con la comida y maleta antigua de un viajero.
Placa en una calle de Valderas. Recuerda el día de la inauguración.
Incluso hay una traviesa de madera de las más de 3000 que formaban la vía. Sobre la traviesa los carriles de acero con un metro de separación entre ellos, como era lo estipulado.
Traviesa original con los carriles de acero.
Todo esto y mucho más podemos ver en esta exposición, una exposición cargada de recuerdos y tal vez nostalgias, sobre todo para aquellas personas que lo vieron y vivieron de cerca. Son ellos quienes mejor pueden contarlo y quienes más desean que las infraestructuras que todavía existen perduren en el tiempo. Que se restauren o rehabiliten más edificios, algunos ya lo están y tienen otros usos, y que todo el trazado se convierta, no tardando, en una Vía Verde, al servicio de todos los ciudadanos de las localidades por las que pasó el tren y de todos los demás que deseen conocer los pueblos y el paisaje de Tierra de Campos y los Oteros y el Páramo leonés, que nos ofrece el recorrido.