martes, 11 de agosto de 2015

Etnografía: Colección de Marcelina Cordero.


Marcelina con una fiambrera en sus manos.
Pared en la que se encuentran casi todos los objetos.
Ayer me acerqué a Quintanilla de Urz, para ver y conocer la colección etnográfica de Marcelina Cordero, de la cual tuve noticia en días anteriores. Me acompañó José Luis Zanfaño, que fue viajante durante toda su vida laboral y por ello gran conocedor del paisaje y del paisanaje de estas tierras de las provincias de  Zamora y también de León, cercanas a Benavente. Ahora, como viajero, recuerda todo con agrado, y se congratula de ver y saludar a muchas personas que conoció en tiempos pasados. Y de lo que han hecho o conseguido a lo largo de los años.
José Luis Zanfaño hablando con Marcelina Cordero.
Es el caso de Marcelina Cordero que, por afición o vocación, ha logrado reunir en su casa, a lo largo de muchos años, objetos y útiles agrícolas y domésticos del pasado. Algunos procedentes de su propia casa, utilizados en la carpintería y en los trabajos del campo. Otros donados por amigos y vecinos, que conocían su afición. Y algunos incluso que ella encontró por distintos lugares y los recogió. “Siempre me han gustado las cosas antiguas y también las tradiciones, costumbres y forma de vida en el pasado. De ahí el querer tenerlo todo cerca de mí, para contemplarlo y recordarlo.
Grupo de objetos que más destacan en la pared del portalón.
Romana, pero de libras, según dice Marcelina.
Varios potes de hierro antiguos colgados del techo.
Hay que reconocer, como dice Marcelina, que solamente las personas que sienten ese respeto, afición, admiración y valoración, por el pasado, pueden dedicar un tiempo de su vida a reunir objetos. Y lo mismo para a nivel municipal. Hay Ayuntamientos en los que se da valor a todo esto, y se consigue disponer de un local público, como museo, para ello. De hecho son muchos los pueblos que ya lo tienen y Quintanilla no tardará en tenerlo, si los vecinos lo quieren. Seguro que para ello cuentan con Marcelina, y otras personas, que tendrán algo nuevo que enseñar y mostrar a los demás. Y ojalá que en Benavente, centro comarcal, se decidan pronto a organizar o preparar un museo local en el que lo etnográfico ocupe un lugar destacado. El éxito será seguro y no faltarán visitantes, pues son muchas las personas que disfrutan viendo este tipo de objetos.
Marcelina nos cuenta que ella vivió siempre en el pueblo, que su padre fue carpintero y también labrador,  lo mismo que su marido, lo cual le ha facilitado el conocer mejor este mundo rural y su forma de vivir y trabajar. Y esto también la motivó más para reunir este tipo de colección. Lo que no ocurrió con sus otros dos hermanos, Santiago y Cayetano, que según nos dice, fueron joyeros y se instalaron uno en Benavente y otro en Zamora. Entre sus objetos nos enseña un crisol como útil necesario en una joyería.
Garlopas de gran tamaño.
Un gran compás usado también por los carpinteros.
Lechuza, de madera especial, hecha por su marido.
Esta enorme raíz también la sacó y preparó su marido.

Y este es un crisol de los utilizados antiguamente en joyería.
Aunque está jubilada y con casi ya 90 años, tiene una gran capacidad para el discurso y los comentarios, hasta el punto de recordarnos cuál es el origen de casi todos los objetos o útiles de su colección, y que decoran la pared del portalón de la casa en donde vive.
Miren ahí están los yugos de vacas y de mulas, distintos según sean para las tierras o para las viñas, y ahí pueden ver al lado algunas herramientas del carpintero, dice ella.
Yugos de vacas y de mulas de diverso tamaño y otros objetos.
Mazos, martillos y cencerras. 

Su colección de llaves.
Y variedad de clavos.
Candil y molinillo de café.
También vemos antiguas y buenas piezas de cerámica, algunas procedentes de Jiménez de Jamúz, otras de Pereruela y algunas de lugares más lejanos.
Platos de cerámica antigua.
Jarra también de mucha antigüedad.

Cazuelas de Pereruela sobre una antigua arca.
Ollas y otras piezas de cerámica de Jimenez de Jamuz.
Ocurre que personas como Marcelina, aficionadas a este tipo de cosas, se preocupan y han tenido siempre interés por aprender algo más. Para ello han asistido o asisten a cursos de manualidades, decoración, pintura, etc., organizados por el Ayuntamiento de la localidad. Fruto de estos cursos y aprendizaje son los cuadros de pinturas al óleo que tiene también en la pared, las calabazas decoradas, o pintadas también con motivos diversos, etc. Todo ello contribuye a que su colección etnográfica, o pequeño museo, se complete con estas otras obras u objetos que últimamente Marcelina ha realizado por afición y también, como no, para su propia satisfacción.
Calabazas pintadas con variadas formas y colores.
Cuadros confeccionados con pajas.
Algunas de las pinturas hechas por Marcelina.