lunes, 13 de noviembre de 2017

De pueblo en pueblo: Quintanilla del Monte.



Hace unos días tuve la oportunidad de visitar Quintanilla del Monte, este pequeño pueblo, no lejos de Villalpando, y en tierra de Campos, aunque por su topónimo no lo parezca. Y pude ver algunos palomares a las afueras del pueblo y algunas casas de adobe o tapial, junto a otras de ladrillo o revestidas con él. Pero me detuve un poco más en su iglesia o mejor dicho sus iglesias,  aunque solamente en el exterior. Y es que  la nueva y la vieja están casi juntas, como para que quienes las vean establezcan la mejor comparación entre ambas. La antigua, destruida hace años por un incendio, está abandonada y en ruinas, pero allí sigue, y destaca por su espadaña, sus muros de piedra, y una puerta de entrada de valor artístico, pero con el arco y capiteles camino de la destrucción total, si no se pone remedio. Lo que de valor tenía en su interior, un retablo del siglo XV con pinturas renacentistas pasó a la nueva iglesia, que está al lado. Este nuevo templo destaca a lo lejos y sorprende al visitante sobre todo por su construcción en general, pero de modo especial por el material empleado, el ladrillo cara vista. Esto hace que el contraste entre las dos sea mucho mayor. En cualquier viaje que hagamos, cerca o lejos, siempre veremos cosas nuevas y entre ellas alguna que nos llama más la atención.